Valentía, Resiliencia, Superación… una historia con un sinfín de valores
Esta es la historia de Paul, un artesano y panadero camerunés que reside en España.
Paul llegó a España cruzando la frontera de Melilla. Su historia, con un feliz desenlace, no fue fácil, como la de todas las personas que se ven forzadas a dejar su país.
Podemos decir que la mayoría de las historias de inmigrantes, refugiados, personas que se ven forzadas a salir de su lugar de origen, son ejemplares. Cada persona deja su país por razones distintas, pero generalmente todas tienen un factor en común, la necesidad.
Es difícil ponerse en su situación. Lo que si podemos es resaltar el valor del esfuerzo y capacidad de resistencia a la adversidad, con el fin de concienciarnos de su importancia y la de inculcarla a los más pequeños. Aunque las circunstancias sean distintas, ser resilientes nos beneficia a todos.
El valor de la resiliencia consiste en la capacidad que algunas personas tienen de sobreponerse a situaciones difíciles, traumáticas o adversas, experimentando incluso transformaciones personales y adquiriendo nuevas cualidades tras su superación. Y aunque no tengan la capacidad, a muchas personas simplemente no les queda más remedio que desarrollarla.
Paul Sagong comenzó su dura travesía cogiendo un tren hasta Nigeria. Llegó a la frontera, consiguió una moto y cruzó el país. Una vez en Níger atravesó el desierto negociando con mafias para su traslado. En palabras de Paul:
“A lo largo del camino tienes que negociar con las mafias, para ellos traficar con personas es su modo de vida. En esta red de transporte negocias, pagas y cuando ellos creen que es momento idóneo, te llevan hasta el siguiente destino. Funciona casi como si fuera una agencia de viajes… macabra“
– ABC 17 Nov 2022).
Tras esta dura travesía, en la que viajó en el maletero de un 4x4 junto con otros 15 pasajeros, llegaron a Argelia. Pero aún les quedaba lo peor
“Agadez tiene fama de ser muy duro entre otras cosas por la brutalidad y la corrupción de la policía. Desde Argelia a la valla de Melilla tienes que ir de bosque en bosque escondiéndote. La policía es muy estricta y si te ve, te manda atrás o te detiene”.
– Dijo Paul en 2022 al diario ABC.
Desde Argelia a Melilla, logrando saltar la valla que divide las fronteras.
Estas personas son conscientes de que no todas logran superar el trayecto, que dejan y dejarán a muchos compañeros en el camino.
Cuando Paul llegó a España acudió a la asociación Karibu, Asociación que brinda ayuda humanitaria y de integración, a los inmigrantes y refugiados más desprotegidos del África subsahariana, que le asistió generosamente.
Paul ha logrado regularizar su situación profesional, es artesano y panadero, está casado y tiene dos hijas, además gestiona una asociación que ayuda a financiar proyectos en su país.
“Unos se quedan, otros se regresan y otros seguimos con convicción y con fe hasta el final. Si pierdes la confianza en ti mismo en el camino, no lo logras”.
Leer estas palabras de una persona que ha tenido que superar una odisea para poder vivir una vida segura como cualquier otro, nos hace, como mínimo, reflexionar.
La historia de Paul es una historia cargada de valores: Esfuerzo, valentía, resistencia, optimismo, firmeza, propósito…
Nos quedamos con todos ellos. Pero lo que nos gustaría resaltar es el desarrollo de esa capacidad de superación y valentía sin perder el optimismo. Poner en práctica esos valores fomenta la capacidad que tenemos las personas de perseguir una meta importante y significativa (para nosotros mismo o nuestro entorno) pese a que ello implique asumir un riesgo personal para alcanzar el objetivo.
Muchas veces, sumergidos en nuestro día a día pasamos por alto ciertos privilegios que tenemos solo por vivir en el lugar donde nos ha tocado vivir. Hacemos mundos y vemos “imposibles” donde no los hay.
Esta historia ejemplar quizás nos ayude en momentos de flaqueza, cuando estemos decaídos. Acordarnos de que todo es posible pero que requiere voluntad. No perder nunca la fe, aunque no logremos el objetivo de manera precisa, si nos llevaremos un inmenso aprendizaje.
Foto de Ignacio Gil