Una discusión de pareja puede ser un momento para educar
No hay pareja que no discuta de vez en cuando, es una realidad. Los pequeños conflictos domésticos pueden ser provocados por miles de causas (distintas ideas sobre cómo educar a los hijos, problemas económicos, problemas con la familia política, etc) y aparecer en cualquier momento, así que aunque intentemos evitarlo, en algunas ocasiones nuestros hijos estarán presentes.
Los conflictos frecuentes entre padres pueden tener consecuencias negativas en los hijos, pudiendo aparecer sentimientos de inseguridad, culpabilidad, ansiedad, irritabilidad, tristeza y miedo. Sin embargo, se ha comprobado que estas consecuencias pueden evitarse cuando los
utilizamos como un medio para enseñar a nuestros hijos a resolver conflictos.
Muchos estudios han concluido que cuando ante un conflicto, buscamos soluciones en conjunto y de un modo constructivo, contribuimos a que nuestros hijos desarrollen habilidades sociales y emociones positivas.
Si quieres resolver tus conflictos de pareja de forma constructiva, puedes seguir estos consejos:
Inicia con empatía. Comienza el diálogo haciendo saber al otro que le ves, le escuchas y estas dispuesto a ponerte en sus zapatos.
Escucha. Además de ser un elemento clave para tener la información que necesitas para resolver el conflicto, a la otra persona le gustará tu actitud y eso facilitará la superación de la disputa.
Dale a tu pareja el beneficio de la duda. Asume que las intenciones del otro son buenas y recuerda que os queréis el uno al otro.
Recuerda que ambos estáis en el mismo equipo. En lugar de luchar en bandos opuestos, intentad poner todas las cartas sobre la mesa y buscad las soluciones en conjunto. “Unidos frente al mundo” es un lema siempre a tener presente.
Utiliza la crítica constructiva. Reprochando e hiriendo a la otra persona no solucionas nada, todo lo contrario. Explícale lo que te ha molestado de forma clara y libre de juicios para que más tarde podáis llegar a una solución de manera conjunta.
Cualquier cosa que necesite ser mencionada puede decirse con delicadeza. En ocasiones son las formas y no el mensaje lo que intensifica el conflicto. La desaprobación, la decepción y la frustración son siempre mejor manejadas si se expresan desde la calma y la aceptación.
Cuando el conflicto ocurra frente a los hijos y les veamos reaccionar con malestar o preocupación, podemos recurrir a las siguientes pautas:
Si alguno habéis gritado al otro delante de los niños, inmediatamente pedir una disculpa. Frases como “lo siento mucho, estoy un poco nervioso(a), lo que realmente quería decir era…”. Así, los niños verán que cualquiera se puede enfadar, arrepentirse y pedir perdón.
Cuando comencéis a observar que estáis teniendo una diferencia de opinión, en lugar de exaltaros o evitar la conversación, adoptar una postura serena y acordar de modo respetuoso y cariñoso una solución. Así, los niños verán que es natural tener opiniones distintas a las de los demás y que cuando hay buena voluntad, siempre se puede llegar a un acuerdo.
Si notáis que estáis a punto de comenzar una discusión, lo mejor es acordar discutirlo más tarde. Abrazaros e intentar calmaros. Si ha habido ya algún grito u os resulta muy difícil guardar la calma en ese momento, podéis tomar un poco de aire y hablar con los niños. Frases como “Está bien, es normal que las personas se enfaden y eso no quiere decir que se quieran menos. Siempre resolvemos las cosas, no os preocupéis.”
Lo más importante es que NUNCA hablemos mal del otro ni que hagamos que los hijos participen en la discusión. Cuando ellos quieran involucrarse, lo mejor es explicarles que el problema es entre vosotros, que es normal que existan problemas (aquí podemos normalizar diciéndoles que en todas las relaciones ya sean de pareja o de otro tipo hay diferencias) y que lo vais a solucionar.
A los niños, ver a sus padres resolver un conflicto les reconforta porque les hace saber que los problemas entre padres tienen solución. De modo que cuando os vean u os escuchen tener una discusión, van a tener menos emociones desagradables y cuando ellos tengan sus propios conflictos con los demás, tendrán las herramientas para afrontarlos de forma adecuada.
Cuando estamos enfadados es difícil controlar lo que decimos o hacemos pero la solución no es evitar el conflicto porque cuando hacemos esto, nos llenamos de más rabia y además tus hijos es probable que se den cuenta de que las cosas no van bien. Por lo tanto, os animamos a intentar resolver vuestros conflictos de forma pacífica y cuanto antes para que no empeore la situación.
Comments