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APRENDE A CONSEGUIR LO QUE TE PROPONES con disciplina y perseverancia

Compartimos con vosotros un nuevo capítulo del libro TÚ PUEDES APRENDER A SER FELIZ, 2018, relacionado con la autodisciplina y la perseverancia como elementos indispensables para conseguir lo que te propongas.




El rey y el halcón

Un rey recibió como obsequio dos pequeños halcones y se los entregó al maestro de cetrería para que los entrenara. Pasados unos meses, el maestro le informó de que uno de los halcones estaba perfectamente, pero que al otro no sabía qué le sucedía porque no se había movido de la rama donde lo había dejado el día que llegó. El rey mandó llamar a curanderos y sanadores para que vieran al halcón, pero nadie pudo hacer volar el ave. Encargó entonces la misión a miembros de la corte, pero nada sucedió.

Al día siguiente, mirando por la ventana, el monarca pudo observar que el ave aún continuaba inmóvil. Entonces decidió comunicar a su pueblo que ofrecería una recompensa a la persona que hiciera volar al halcón. A la mañana siguiente, vio al halcón volando ágilmente por los jardines de palacio .El rey le dijo a su corte: “Traedme al autor de este milagro”. Su corte, rápidamente, le presentó a un campesino .El rey le pregunto:
- ¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo hiciste? ¿Eres mago? Intimidado, el campesino le dijo al rey:
- Fue fácil, mi rey. Sólo corté la rama y el halcón se dio cuenta de que tenia alas y se largó a volar.

Establecer metas y objetivos es inútil si no se hace nada por conseguirlos y si no se confía en las propias posibilidades. Es muy importante tener clara esta afirmación, que parece una obviedad, porque muchas personas tienen tendencia a pensar que aquellos que tienen éxito en la vida, que consiguen hacer grandes cosas, que alcanzan lo que se proponen, son así porque tienen estrella. No pueden evitar creer que los ‘afortunados’ tienen cualidades extraordinarias, que han nacido así y que llegar a donde han llegado no les ha supuesto un gran esfuerzo: son mejores, tienen suerte y, por tanto, estaban predestinados a llegar a lo más alto. Nada más lejos de la realidad.

¿Eres consciente de que tienes alas?

A poco que escarbemos, detrás de toda persona con éxito se esconden horas y horas de esfuerzo, años y años de dedicación y bastantes momentos de sacrificio. Si no te lo crees, pregunta a alguna de las personas ‘con suerte’ que conozcas cuál es el secreto de su triunfo.

 

Los antecedentes del éxito pueden ser diversos pero, al analizar cualquiera de ellos, nos vamos a encontrar invariablemente con un concepto: autodisciplina. Si conoces alguna persona que haya logrado éxito en la vida pregúntale cuánto tiempo y cuánto esfuerzo ha dedicado a conseguirlo. ¡Te sorprenderá saber cuanto trabajo se esconde detrás!


El genio está formado por un 1% de inspiración y un 99% de transpiración”.
Thomas Alva Edison

Tener poca disciplina y evitar las situaciones difíciles es “lo natural”. Los seres humanos venimos al mundo programados para satisfacer nuestras necesidades de forma inmediata: quiero esto aquí y ahora. Los bebés son un ejemplo claro de esta característica innata: lloran desconsoladamente cuando tienen hambre y no dejan de llorar hasta que reciben su alimento. No piensan: “Pobrecilla mi madre, que ha pasado muy mala noche. Voy a dejar que duerma un poco más”. Los bebés llevan pañales porque hacen pis exactamente cuando tienen ganas. Pero, con el tiempo, aprenden a controlar sus esfínteres y a tener paciencia si aquello que necesitan no sucede inmediatamente. En otras palabras, para hacernos mayores y convertirnos en adultos que viven en sociedad debemos aprender a posponer la satisfacción de nuestras necesidades y a soportar el tedio y el aburrimiento de ciertas actividades que, sin embargo, nos proporcionarán gratificaciones importantes a largo plazo.

 

Pero aprender a posponer la satisfacción inmediata no se refiere exclusivamente a necesidades básicas del ser humano como comer. Se refiere a ser capaz de luchar por aquello que se desea, a tolerar la frustración que supone encontrarse con obstáculos en el camino y no conseguir las cosas aquí y ahora. Supone aprender a sacrificarse para llegar a donde se quiere llegar.

 

Cuando están aprendiendo a andar, los niños pequeños se caen una y otra vez y a menudo se hacen daño. Pero ¿acaso se rinden? No, todos los niños se caen y se levantan del suelo tantas veces como sea necesario hasta que aprenden a caminar. Para ellos no existe la posibilidad de renunciar. Del mismo modo, si tú quieres conseguir lo que te propones, tienes que estar dispuesto a levantarte cada vez que te caes y, como hacen los niños, seguir adelante sin dudarlo.




Sin embargo, con más frecuencia de la que creemos, la gente tiene problemas porque no ha aprendido a ser constante y a trabajar duro por sus objetivos. En lugar de practicar la autodisciplina, muchas personas se contentan con el escapismo, la evitación y la postergación, actitudes que, en un principio, ofrecen recompensas inmediatas, como el alivio momentáneo de responsabilidades y preocupaciones y el placer, también transitorio, de hacer lo que a uno le apetece en lugar de esforzarse por una meta a medio o largo plazo.

 

Cuando escapamos de algo, lo postergamos o evitamos el esfuerzo que requiere alcanzarlo, cada vez nos da más pereza afrontarlo y se nos hace más cuesta arriba. La próxima vez, nuestra pereza será todavía mayor y, por tanto, evitarlo de nuevo nos produce, si cabe, aún mayor alivio. De este modo, estamos sembrando y abonando el terreno de la falta de autodisciplina.


La falta de autodisciplina nos hace pagar un precio muy alto:
la imposibilidad de conseguir aquello que nos proponemos

Para ser un adulto maduro y ser dueño de las riendas de tu vida es necesario aprender a demorar la satisfacción inmediata de los deseos y a hacer esfuerzos y perseverar en la consecución de un objetivo.

 

Es cierto que la sociedad en que vivimos no favorece la autodisciplina. Es más, esforzarse está mal visto y se considera casi de tontos en un mundo en el que somos constantemente bombardeados con historias de éxitos instantáneos y fulminantes… pero efímeros, porque no se asientan sobre una trayectoria sólida. A pesar de la cantidad de pseudo-ídolos que vemos caer a diario, existe una tendencia en la sociedad a recompensar la falta de disciplina. Por ejemplo, se acepta que problemas emocionales como la depresión, el estrés o las adicciones impiden a las personas afrontar sus responsabilidades, enfrentarse a situaciones difíciles y practicar la perseverancia. Sin embargo, con frecuencia se olvida que esos problemas emocionales provienen, en muchas ocasiones, precisamente del hecho de no haber aprendido a desarrollar el músculo de la autodisciplina.


Pensamos que fulanito no maneja bien su vida porque está deprimido, que menganito no ha alcanzado ninguna de sus metas porque es alcohólico…
¿No será precisamente al revés?

El termómetro de las ganas


Si observas con atención tu entorno, seguro que serás capaz de percibir que muchas personas toman sus decisiones en función de la mucho o lo poco que les apetece hacer tal o cual cosa. Hacen las cosas si tienen ganas de hacerlas, si no, las descartan. Sin embargo, todos deberíamos optar entre hacer o no hacer algo en función de nuestros objetivos, no de nuestras apetencias. Que se corresponde con nuestras metas, lo hacemos; que no, no lo hacemos.

 

Carmelo Vázquez habla del termómetro de la apetencia para referirse a esa tendencia a dejarse llevar por las ganas del momento. Esta tendencia, además de constituir un serio impedimento para que trabajemos por nuestros verdaderos objetivos, tiene otro grave problema: nos deja a merced de nuestro estado de ánimo. Por ejemplo, cuando una persona está deprimida su termómetro de la apetencia se estropea. Ya no se trata únicamente de que haga las cosas sólo cuando tiene ganas, sino de que no tiene ganas de hacer nada y, por tanto, no hace nada. Una persona deprimida cree que las actividades de las que solía disfrutar, o podría disfrutar, le van a suponer menor placer y mayor esfuerzo del que en realidad le supondrían.



 

La realidad es bien distinta: si estás deprimido es necesario que te obligues a hacer cosas, aunque no tengas ganas, para conseguir que te apetezcan. La conducta engendra emociones y la acción aumenta la motivación. Si te dejas llevar por la inapetencia, cada vez tienes menos ganas y cada vez haces menos cosas. Y si no estás deprimido, ten por seguro que si te acostumbras a no dejar que el termómetro de las ganas te domine, sino a actuar en función de tus objetivos, no sólo dirigirás tu vida por el camino que realmente quieres seguir, sino que estarás mejor protegido frente a la depresión que otras personas.

 

Aunque no consigas lo que te propones el esfuerzo también es satisfacción. Y, además, e incluso más importante, el esfuerzo te ayuda a fortalecer la frustración, tan importante hoy en día.



No dejes de leer la segunda parte de este articulo en la que os dejamos unas REGLAS DE ORO y OCHO PAUTAS CONCRETAS PARA CONSEGUIR LA AUTODISCIPLINA.


Si te interesa leer el libro completo lo puedes encontrar en el siguiente link. Advertimos que la publicación al haberse realizado en el año 2018, puede tener algún cambio en los conceptos ya que la ciencia avanza muy rápido, pero las nuevas nociones os irán apareciendo en la página.







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