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Simplifica tu vida para disfrutar de ella y alcanzar plenitud y paz interior

El presente artículo está basado en el libro “Tu puedes aprender a ser feliz” de Carmen Serrat-Valera y Alexa Dieguez.


Muchos de nosotros llevamos una vida de locos. Sin un respiro. Cargada de obligaciones. Trabajamos catorce horas diarias, luchamos a codazos contra quien sea, caiga quien caiga, por escalar y medrar en la empresa. Queremos ser los mejores para tener cada vez más reconocimiento y más bienes materiales, que somos incapaces de disfrutar porque ni tenemos tiempo ni nos interesan el tiempo suficiente. En cuanto conseguimos algo, ya queremos más.


La vida actual nos obliga a recorrer largas distancias entre nuestra vivienda y nuestro lugar de trabajo, el colegio de nuestros hijos e incluso los lugares donde hacemos nuestras compras. Invertimos cantidades ingentes de tiempo en transporte y reducimos cada vez más los momentos disponibles para nosotros mismos, para la vida familiar, el ocio y el descanso.



Nuestros hijos, en vez de pasar buena parte de su tiempo libre jugando con otros niños al aire libre como hicimos nosotros de pequeños, son introducidos desde su más tierna infancia en una alocada carrera. Terminada su larga jornada escolar, se ven obligados a cumplir con nuevas obligaciones: clases de idiomas, deportes, música, informática, etc. Al llegar a casa, en muchos casos cenan ante la televisión. 


Durante el fin de semana, no tienen más remedio que formar parte del lamentable espectáculo de consumir desenfrenadamente en familia. Todo el sábado en el centro comercial donde, si se portan bien, podrán tener su dosis de comida basura. El domingo, la tele y los videojuegos permitirán que la familia entera desconecte y descanse, aunque no quede espacio para la comunicación.


Vivimos inmersos en una permanente renovación de nuestra flotilla de instrumentos tecnológicos y nos obligamos a deshacernos de aparatos que están casi nuevos porque no responden a los últimos avances


Hemos adoptado el teléfono móvil como un órgano vital más. No comprendemos cómo podíamos vivir sin él hace apenas diez años y no somos capaces de apagarlo ni durante una cena romántica.

 

Como no hemos tenido bastante con el resto del año, convertimos nuestras vacaciones en una actividad desenfrenada, plagada de lugares que es imprescindible visitar, concentrada en la práctica intensiva de todo tipo de deportes o volcada en una ajetreada vida social. Lo que sea con tal de mantener altos los niveles de adrenalina, no vaya a ser que nos aburramos y contraigamos ese peculiar tipo de depresión que padecen los que bajan el ritmo en vacaciones sin estar preparados para ello.


La Humanidad no había conocido nada parecido en toda su historia. Una época en la que los seres humanos pueden llegar a poseer tantas cosas (muchas de ellas inútiles), desarrollar tantas actividades distintas y visitar tantos lugares. 

Las consultas de los psicólogos están llenas de personas que se sienten mal debido a este estilo de vida acelerado, a esta carrera desenfrenada hacia no se sabe dónde en la que muchos vivimos. Estamos tan ocupados con nuestras múltiples actividades, que ni tan siquiera encontramos el tiempo y el reposo necesarios para cuestionarnos si esta es la vida que queremos llevar, o si nos estamos dirigiendo hacia donde realmente quisiéramos ir.


¿Te hace feliz tu estilo de vida?


Si tu vida está demasiado llena de cosas que no te hacen feliz y que apenas te dejan pensar, tal vez haya llegado el momento de que eches el freno para plantearte algunas preguntas: 


  • ¿Merece la pena ganar cada vez más dinero si tanto trabajo me impide disfrutar de la vida?,

  • ¿Mis compromisos me permiten saborear las pequeñas cosas, mantenerme en contacto con la naturaleza y disponer de tiempo para mí mismo y para las personas que quiero?, 

  • ¿Practico alguna vez un ocio reposado y tranquilo capaz de nutrir mi paz interior?, 

  • ¿Son realmente imprescindibles todas las actividades que me impongo como obligación?,

  • ¿Dedico algún tiempo a pensar en lo que verdaderamente me gustaría hacer con mi vida?


Si tu respuesta a estas u otras preguntas similares es negativa, tengas la edad que tengas todavía estás a tiempo de rectificar. Tienes derecho a elegir cómo quieres vivir y, por tanto, puedes optar por simplificar tu realidad, por hacerlo todo más sencillo para disponer de la energía y el tiempo necesarios para disfrutar al máximo de la vida.


Es posible que pienses que has adquirido tantos compromisos en tantos frentes que dar un giro a tu vida es poco menos que una quimera. Aunque no vamos a decirte que sea necesariamente fácil, sí podemos afirmar que buena parte de las que consideras tus obligaciones las has creado tú mismo, del mismo modo que la mayoría de los bienes materiales a los que te parece imposible renunciar son superfluos. 


Sabías que, una vez superado el umbral de la pobreza, el dinero, el estatus y las posesiones no dan la felicidad


La felicidad es otra cosa. Depende muy poco de factores externos y mucho del bienestar y la coherencia personales. Por tanto, tener, tener y tener no es la solución a tus problemas. Sólo hay una posesión capaz de hacerte feliz: llevar la vida que realmente quieres llevar.


Si consigues superar el miedo y decides luchar por un día a día más acorde con tus necesidades reales, te será de gran ayuda saber que no estás solo, que otros lo han hecho antes que tú. 


En Estados Unidos hay un amplio movimiento de gente que ya ha empezado a simplificar su vida. Cada vez son más los altos ejecutivos que optan por reducir su horario y sus ingresos para ganar calidad de vida y bienestar. También aumentan los sencillos trabajadores que han optado por disfrutar de los pequeños placeres (un paseo por el campo, una tarde en familia, una cena en casa con los amigos…) en lugar de endeudarse y hacer horas extras a destajo para mantener unas pautas de consumo y de ocio incompatibles con su poder adquisitivo real.


Si otros han podido, tú también puedes


Vamos a contarte un caso que hemos conocido de primera mano, el de un alto directivo de una importante entidad financiera que ha conseguido simplificar considerablemente su vida. Se ha ido a vivir a un pequeño apartamento próximo a su trabajo, al que ahora acude a pie ahorrando gran cantidad de tiempo en desplazamientos a la vez que dice adiós al sedentarismo. Ha decidido decir que no a las comidas de negocios para poder ir a comer a su casa, dormir una pequeña siesta y disponer de un tiempo diario para la lectura. Sus fines de semana han pasado a ser sagrados, y con frecuencia se escapa al campo para disfrutar con los suyos del encanto y la simplicidad de la vida en contacto con la naturaleza. Su realidad ha cambiado por completo sin necesidad de dejarlo todo.


Si lo deseas, tú también puedes simplificar tu vida. 

Es más, si verdaderamente lo deseas, intentarlo puede ser fuente de muchas satisfacciones y, por el contrario, dejar las cosas como están puede impedirte ser feliz. 


Es posible que, te digamos lo que te digamos, todo esto te siga pareciendo una utopía. Tal vez pienses que no es posible, que no depende únicamente de ti, que nadie lo entendería. Efectivamente, no es sencillo, especialmente si piensas que simplificar tu vida supondría revolucionarla por completo, ponerlo todo patas arriba, hacer borrón y cuenta nueva. Sin embargo, el cambio no tiene por qué ser drástico, puedes plantearlo de forma progresiva y sólo en aquellos aspectos que te crean ataduras innecesarias. 


Cada caso es diferente, el camino que tú elijas será el tuyo propio. No todo el mundo se plantea ni tiene acceso a los mismos cambios. Muchas de las personas que acuden a la consulta de un psicólogo, desbordadas por el estrés y por la vida irracional que llevan, se plantean dejarlo todo y marchase al campo a cultivar lechugas. Aunque para ciertas personas esa podría ser la solución, en general la mayoría se libera de grandes dosis de ansiedad cuando comprende que no es necesario cambiar radicalmente de vida para vivir mejor. 


Es importante que tengas en cuenta que cuanto más drásticos sean los cambios más fácil es llegar a arrepentirse de ellos y más difícil dar marcha atrás


Por eso te aconsejamos que empieces por pequeños cambios, de manera que puedas ver cómo funcionan sin perder la posibilidad de volver atrás si el resultado no es el que esperabas. Tal vez uno de los cambios que elijas no sea todo lo cómodo que te imaginabas y, sin embargo, exista algún otro con el que, a medida que vayas experimentando, puedas sentirte bien. Se trata de ir avanzando sin prisas y sin miedo. Puede que al final comprendas que tu vida se parecía poco a lo que realmente va contigo o que, por el contrario, constates que las cosas no estaban tan mal como pensabas y que sólo necesitabas modificar tres o cuatro detalles para ser más feliz.


A continuación, te mostraremos algunos recursos que te permitirán rescatar tiempo para ti mismo, para los tuyos y para disfrutar de un ocio creativo y reconstituyente. No temas, no es necesario que adoptes la vida de un monje, desprendiéndote de todo aquello que con tanto esfuerzo has conseguido. No se trata de eso. 



Pequeños cambios pueden dar lugar a grandes transformaciones.

No temas: tú mismo vas a elegir aquello de lo que quieres desprenderte. 




Simplifica tu vida paso a paso


1. No te agobies, no te precipites, tienes tiempo por delante. Recuerda que las cosas importantes no se consiguen de un día para otro. De momento, es suficiente con que tomes conciencia de la vida que estás llevando y de cuál es la que te gustaría llevar. El primer paso para cambiar es tomar la decisión de hacerlo. Dedica un tiempo a pensar sobre ello. Una buena forma de comenzar podría ser plantearte algunas preguntas.


Ejercicio:

Pregúntate a ti mismo: 
El día que te encuentres en tu lecho de muerte y hagas balance de tu vida, ¿Qué será importante para ti? De las cosas a las que has dedicado tu tiempo y tu energía, ¿Cuáles te producirán satisfacción y habrán merecido la pena? 


No esperes a ese momento, ¡empieza a vivir ya la vida que en ese momento final te hubiera gustado vivir! Vive cada día como si fuera el último.

2. Decide por ti mismo qué quieres hacer con tu vida. No dejes que sean tus seres queridos, los medios de comunicación, los prejuicios sociales, el temor al qué dirán o tu jefe los que tracen los derroteros por los que ha de transcurrir tú vida. Solamente tu pareja y tus hijos, si los tienes, tienen derecho a decir algo al respecto, pero no olvides que, en última instancia, eres tú el que tiene la última palabra. Conviértete en el arquitecto de tu propia vida y lánzate a construirla sin dejarte amedrentar por las críticas


3. Evalúa qué es lo que no funciona, qué hay en exceso y qué te falta. Dedica todo el tiempo que necesites a pensar cómo podrías simplificar tu vida y gestionarla de modo que se parezca cada vez más a lo que deseas.


Ejercicio:

Coge lápiz y papel y analiza todos los aspectos de tu vida. Quizás te pueda ayudar confeccionar dos listas, una con las cosas de las que te gustaría disponer en mayor medida y otra con las cosas que en estos momentos complican tu existencia. 


Si te cuesta adaptar las listas a tu realidad, puede ayudarte recordar momentos del pasado en que fuiste feliz y tu existencia era mucho más sencilla. Recuerda qué cosas presentes en tu vida actual no estaban entonces. O de qué cosas disfrutabas que ahora han desaparecido de tu vida y podrías tratar de recuperar.

4. Ten en cuenta que algunas cosas no están bajo tu control y, por lo tanto, no está en tu mano modificarlas. Existen situaciones que irrumpen en nuestra vida complicándonosla y no tenemos más remedio que aceptarlas. Tal es el caso de una catástrofe natural, una inundación, un accidente o una avería de coche, una enfermedad, las colas de la seguridad social, una situación política contraria a tus preferencias o unos vecinos molestos. Una vez más, nos gustaría recordarte que somos más felices si nos ocupamos (sin preocuparnos) de aquello que podemos cambiar y aceptamos (sin preocuparnos) aquello que no es posible cambiar. Recuerda que cuando intentas controlar cosas que no están bajo tu control únicamente consigues aumentar tu ansiedad.


5. Empieza por efectuar pequeños cambios en aquellas parcelas que dependen solamente de ti. Cada paso que des, por pequeño que sea, te facilitará el siguiente. A continuación, te ofrecemos algunos trucos que han dado resultado a otras personas. Aunque tú debes elegir tu propio camino, aquel que se adapte a tus necesidades concretas, comprender que para otros esta empresa ha sido más sencilla de lo que parece puede servirte de incentivo y darte ideas.


Algunos pequeños cambios que puedes aplicar:


– Organiza tu agenda, elabora un plan de actividades semanales en el que sea sagrado reservar cierto tiempo para ti mismo.


– Reduce el número y la duración de las llamadas telefónicas. Apaga el teléfono cuando necesites desconectar y atrévete a no coger las llamadas que no te conduzcan a tus objetivos. 


--Reduce el tiempo que dedicas a las redes. Limítate a lo estrictamente necesario. No te dejes secuestrar por este ladrón de tiempo.


– Sustituye el gimnasio por una actividad física incorporada de forma natural a tu vida: subir escaleras, desplazarte a pie o en trasporte público, comprar una bicicleta estática, dar un largo paseo siempre que puedas, etc. 


– Reduce los compromisos familiares, sociales o laborales que no elijas tú y que no sean imprescindibles.


– Elabora un menú semanal variado y sencillo y aprende a organizar bien la compra para ahorrar tiempo y dinero.


– Cocina una vez por semana y congela los platos que hayas preparado en pequeñas porciones diarias.


– Planifica, organiza y distribuye entre toda tu familia las tareas domésticas.


– Sustituye la paga semanal de tus hijos por la remuneración de trabajos domésticos.


– Si eres un obseso del orden y la limpieza, trata de controlarte. Se pierde demasiado tiempo en tener perfecto algo que nunca podrá estarlo (lo que haces por un lado, se deshace por otro).


– Busca ayuda externa, si te lo puedes permitir . Si tienes hijos pequeños, busca alguien de tu confianza que te los cuide una o dos tardes por semana. Cuesta dinero, pero es un dinero muy bien invertido porque te proporciona mucha libertad.


– Acostúmbrate a utilizar la banca y otros servicios online.


– Planifica y controla tus gastos: deja de usar tarjetas de crédito, no abuses de las compras a plazos, analiza mes a mes los gastos que vas a tener para evitar sorpresas desagradables.


–Huye del consumismo. Proponte no comprar todo aquello que no sea estrictamente imprescindible. Verás de cuantas cosas puedes prescindir sin que ocurra absolutamente nada. Si no puedes evitar comprar compulsivamente, consulta con un profesional.


– Aprende a delegar en tus subalternos cuando estés en el trabajo y en tus familiares cuando estés en casa. No tienes que hacerlo todo tú mismo.


_Algo muy importante. Cultivar tu vida espiritual te ayuda a desapegarte de los bienes materiales y a descubrir otra forma de ver la realidad. Busca un tiempo en tu día a día para aprender (en un sitio serio y de confianza) a practicar el mindfulness y trata de hacerlo diariamente. El silencio contemplativo es una forma de oración de larga tradición cristiana que puede ayudarte a hacer cambios importantes en tu vida. 

6. No te propongas llevar a cabo todos los cambios a la vez. Del mismo modo que a los niños se les introducen los cambios de uno en uno para que no se sientan desprotegidos, los adultos también necesitamos dosificar las novedades para sentirnos más seguros y mantener la calma. 


7. Aprende a decir que no para ser tú mismo y elegir la vida que deseas.Te puede ayudar el hecho de informar a tus amigos  y familiares de los cambios que estás introduciendo en tu vida para simplificarla. Próximamente te ofreceremos un artículo muy practico sobre como decir amablemente que no y decidir tú mismo sobre tu vida.


8. Llega a un acuerdo con tu familia. Si vives solo y no hay terceras personas que dependan de ti, te será más fácil simplificar tu vida. Pero si tienes una familia o vives en pareja tendrás que ponerte de acuerdo con ellos. Deberás explicarles las motivaciones que te han llevado a tomar la decisión de simplificar tu vida. Es muy posible que te entiendan mejor de lo que esperas porque han sido testigos de las desventajas de tu vida anterior. Encontrarás más apoyo si les explicas las ventajas que va a tener tu decisión, haciendo hincapié en aquellas de las que ellos se van a beneficiar, como que en un futuro podrán disfrutar más de ti, de tu tiempo y tu atención.


No olvides ser sensible a las necesidades de los demás. Sé paciente y respeta los tiempos que cada uno necesita para habituarse a los cambios. Escucha las sugerencias y puntos de vista de tu familia. Aunque estés decidido a seguir adelante, es posible que algunas de sus opiniones te ayuden y te enriquezcan.  


Si no coincides con tu pareja en el objetivo de simplificar vuestra vida, pero os queréis y deseáis cuidar y mantener vuestra familia, ambos debéis aprender a respetar las decisiones del otro sin empeñaros en cambiarlo… Y no tendréis más remedio que llegar a acuerdos, cediendo cada uno un poco, en los aspectos que os afecten a ambos. 


Por desgracia, la ausencia de empatía y generosidad, así como la falta de habilidades de comunicación, han dado al traste con algunas relaciones de pareja cuando se han planteado estos cambios. Si observas que tu nuevo enfoque vital está creando barreras importantes entre tu pareja y tú, no dudes en acudir a un especialista antes de que la relación se deteriore demasiado.


9. Organiza tu tiempo de trabajo y, en la medida de lo posible, no dejes que sean los demás los que establezcan tu horario. Está demostrado que gran cantidad de personas trabajan largas jornadas, pero con un rendimiento que deja mucho que desear. Por el contrario, quien se organiza no permite interrupciones innecesarias, no charla con sus compañeros constantemente, no pierde el tiempo en eternas reuniones improductivas (numerosos estudios demuestran que nos reunimos muchas más veces de las necesarias, y durante mucho más tiempo del que sería imprescindible), no dedica media jornada a una comida supuestamente de negocios en la que, al final, solo se tocan asuntos personales o la abundancia de comida pesada y alcohol le deja inútil para el resto de la tarde.


 En definitiva, quien se organiza aprovecha mucho mejor su tiempo y no necesita quedarse en el despacho hasta altas horas de la noche.


10. No olvides que el tiempo es limitado y que no puedes hacer todo lo que deseas. No te queda más remedio que elegir y quedarte solamente con aquellas actividades que son realmente importantes para ti. Pero no sólo tendrás que elegir, sino que tendrás que aprender a elegir con acierto. Para ello, analiza tu propia vida para ver qué actividades están en segundo lugar en tu escala de prioridades y cuáles son verdaderamente imprescindibles. Si tienes claro qué lugar ocupa cada cosa, te será más sencillo renunciar a aspectos secundarios en beneficio de aquello que realmente te importa.


11. Prepárate para resistir cuando te asalten la duda y el desaliento. Ten claro que vas a pasar momentos de incertidumbre en los que cuestionarás las decisiones que has tomado. En esos momentos de duda, las críticas pueden resultar demoledoras si no consigues mantenerte firme en tus propósitos y tener un poco de paciencia. No te justifiques, no trates de convencer a los demás de tu postura, no busques desesperadamente su apoyo y aceptación. Sobrevive a estas crisis continuando en tu propósito. Los cambios siempre cuestan, pero si han sido meditados y responden a las necesidades más íntimas, suelen ser para mejor.


12. Experimenta y sé flexible. A la vez que vas tomando decisiones y poniéndolas en práctica, evalúa los resultados, observa cómo te sientes pero espera un tiempo prudencial. Renunciar a algo puede ser doloroso en un primer momento, lo que no indica necesariamente que se haya tomado una decisión equivocada. Comprueba también si realmente has liberado energía y tiempo. A veces hay que dar marcha atrás, replantearse las decisiones y optar por otras alternativas. 


13. Ten en cuenta que el hecho de no estar acostumbrado a disponer de tiempo libre puede hacer que te sientas incómodo al principio. Puede que no sepas cómo llenar ese tiempo, puede que incluso te aburras o te sientas inútil. Hasta que te acostumbres a disponer de más momentos para ti mismo, tus seres queridos y tus aficiones, te convendrá planificar bien tu tiempo libre para aprender a ocuparlo con las actividades que has considerado prioritarias. No te preocupes, no eres un bicho raro. Para muchas personas habituarse a estar tranquilas y relajadas resulta complicado, ya que han experimentado durante mucho tiempo la adicción a la excitación que el exceso de actividad produce. En estos primeros momentos es especialmente importante que te observes a ti mismo, para darte cuenta del impacto que los nuevos reajustes producen en ti y así poder encajar y orientar los distintos cambios en la dirección deseada.


Si te interesa leer el libro completo lo puedes encontrar en el siguiente link. Advertimos que la publicación puede no reflejar todos los nuevos descubrimientos de la ciencia ya que esta avanza muy rápido, pero las nuevas nociones os irán apareciendo en la página.





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