Siempre vamos a discutir con nuestra pareja, así que hagámoslo bien
Segundo artículo, basado en “Figth Right” (Fecha de publicación 30 enero 2024): Como las parejas exitosas convierten el conflicto en conexión
En nuestro artículo Como las parejas exitosas convierten el conflicto en conexión te contamos como el matrimonio de expertos en terapia de pareja Julie y John Gottman han desmontado el mito de que las parejas exitosas no discuten.
En su libro Fight Right (“Pelea correctamente”) afirman no solo que las parejas felices también discuten, sino que además el conflicto en la pareja es una oportunidad para construir una relación más fuerte y saludable.
Más nos vale asumirlo, vamos a discutir siempre, pero ahora tenemos la oportunidad de tener discusiones constructivas.
Antes de compartiros las pautas de una discusión saludable, es importante que conozcamos los dos tipos de conflicto que tendremos que afrontar: los que tienen solución y los perpetuos. Las discusiones sobre aspectos que, aunque no sea fácil, podemos resolver, no es probable que vuelvan a repetirse. Pero hay conflictos que vuelven una y otra vez y parece que nunca van a solucionarse. ¿Te imaginas cual puede ser la proporción de conflictos solucionables y conflictos perpetuos? Quizá te sorprenda.
El 69 por ciento de nuestros conflictos van a ser perennes y esto es algo que a veces no resulta fácil aceptar: y es que cuando elegimos a alguien para compartir nuestra vida, para amarlo, también estamos eligiendo una serie de puntos de fricción que siempre aparecerán de vez en cuando. Aunque los temas serán distintos para cada pareja, todas las parejas los tienen y tenemos que hacernos a la idea de que probablemente no se van a resolver. Quizá uno de vosotros siempre será desordenado y el otro un friki del orden. A uno de vosotros le gustará salir, hacer vida social y el otro preferirá quedarse en casa. Habrá diferencias por la educación de los niños, el trabajo, la familia política o las dificultades económicas.
Necesitamos ser conscientes que cuando discutimos acaloradamente sobre algo que parece trivial normalmente no lo es.
Normalmente no nos peleamos por la elección de la comida, el color del sofá, sobre como gastamos el dinero, como repartimos las tareas domésticas o por lo que vamos a hacer el fin de semana, sino que normalmente las peleas tienen que ver con los valores, necesidades insatisfechas o sueños frustrados.
Lo que distingue a un conflicto solucionable de un conflicto perpetuo no es lo que aparece en la superficie, sino la parte oculta del iceberg. Un motivo que puede parecer aparentemente intrascendente puede estar ligado a diferencias fundamentales en vuestras personalidades, vuestros valores, prioridades, creencias sobre como las cosas deben ser o quizás también están ligados a relaciones anteriores o experiencias vitales que nos dejaron heridas emocionales que se reabren ahora, en este momento y con esta pareja.
Así que el principal problema cuando nos involucramos en una discusión es que la mayoría de nosotros ni siquiera sabemos por lo que estamos realmente peleando.
Y cuando no somos conscientes de cuál es la verdadera razón de nuestro malestar, rápidamente nos sentimos sobrepasados por emociones negativas. Ello nos lleva a su vez a negar, invalidar o minimizar las emociones negativas del otro. Pero si las emociones negativas no son escuchadas la emoción va a escalar, va a “gritar más fuerte” y podemos terminar desbordándonos e hiriéndonos mutuamente.
Por ello, independientemente del tipo de problema, banal o fundamental, solucionable o perpetuo, vamos a usar las mismas estrategias para resolverlos exitosamente, rompiendo con los viejos patrones, discutiendo con amabilidad y asegurándonos de que cada uno es escuchado.
Te resumimos las 5 pautas fundamentales, la mayoría de las cuales también están conectadas con las técnicas de la Comunicación No Violenta de Marshall Rosemberg.
Cuando estés disgustado por algo con tu pareja prueba con estos pasos
1. Describe la situación de manera objetiva y describe como te sientes: normalmente, cuando discutimos solemos juzgar el comportamiento de nuestra pareja en lugar de hablar de nosotros mismos. El primer error que comentemos es describir los errores en la personalidad o los terribles fallos de nuestra pareja. En lugar de esto, la propuesta es que puedas expresar cómo te sientes, describiendo de manera objetiva la situación que ahora te genera malestar y sin enjuiciar el comportamiento de tu pareja.
2. Conecta con lo que necesitas y explícalo de forma serena: Detrás de una emoción difícil suele haber una necesidad insatisfecha, a veces consciente y en otras ocasiones inconsciente. Por ello necesitas mirar dentro de ti para ser consciente de lo que necesitas y de lo que tu pareja puede hacer por ti en lugar de decirle aquello por lo que te resientes. Lanzar un ataque simplemente conducirá a las únicas respuestas posibles, la defensa o el contraataque. Cuando expresamos nuestras necesidades desde el respeto y la calma tenemos más posibilidades de que nuestra pareja empatice con nuestros sentimientos y abrimos la puerta a la colaboración.
3. Empatiza con tu pareja y pregúntale qué es lo que necesita. Puedes averiguar cuáles son tus las necesidades de tu pareja, sus sueños, sus valores. De esta manera los dos podéis reflexionar sobre lo que es verdaderamente importante para cada uno de vosotros en el tema de discusión.
4. Formulad vuestra petición en positivo: en este paso es muy importante que podamos formular la petición sobre lo que necesitamos que nuestra pareja haga por nosotros, y no lo que queremos que deje de hacer. El cerebro procesa mal la negación por eso es importantísimo poner el comportamiento que deseamos en positivo adecuada en la mente del otro.
Después cada uno puede verbalizar a qué se compromete o en qué puede ceder, algo que quizá no es tan importante, y que al otro le va a ayudar a sentirse mejor. En una buena discusión necesitamos separar lo que es esencial para nuestras identidades y que nunca deberíamos sacrificar de lo que podemos flexibilizar de manera que los dos podamos satisfacer nuestra necesidad principal, nuestros valores o nuestros sueños más importantes.
5. Finalmente soltad el resentimiento, para evitar que el pasado atrapado en tu memoria se cuele en futuras discusiones. De esta forma, la próxima pelea que tengáis no estará construida sobre el resentimiento y la emoción de un incidente anterior no procesado.
Cualquier discusión puede volverse muy intensa y alterarnos enormemente. En una pelea podemos revivir dolores antiguos y traumas de nuestro pasado. Podemos caer en viejos patrones de comportamiento, desbordados por nuestras emociones difíciles. Pero, si seguimos estos pasos y somos capaces de desarrollar la consciencia necesaria, podremos entender las necesidades que hay detrás de esta pelea, acceder a nuestra compasión por nosotros mismos y el otro y al entendimiento mutuo.
Os animamos a probar ya que el único “riesgo” es descubrir que detrás del conflicto se esconde una oportunidad. Una oportunidad para conocernos mejor a nosotros mismos, a nuestra pareja, y que la relación avance a un nivel de conexión más profundo.
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