Resistencia a la vuelta del cole
¿Qué hacer si tu hijo se resiste a ir al colegio?
Es frecuente encontrarnos con niños que no quieren ir al colegio a la vuelta de las vacaciones o después de un periodo de ausencia por otros motivos, como un viaje o una enfermedad. Además de verbalizar su negativa, algunos dicen que les duele la cabeza, otros que les duele la tripa, algunos se esconden debajo la cama para no ir al cole y algunos otros pueden llegar hasta vomitar. También es frecuente encontrar casos en los que se observa un retroceso en procesos de desarrollo que ya tenían superados, como perder el control de esfínteres por la noche, problemas con las comidas, dificultad para gestionar sus emociones o miedos nocturnos.
Estos comportamientos del niño generan grandes tensiones en la familia. Las mañanas se convierten en un ambiente de lágrimas y discusiones que son difíciles de gestionar. Además, a veces los padres no tienen la certeza de si los síntomas son ciertos o si son una estrategia para no ir al colegio. Algunos, pueden dejarse llevar por la pena y la duda y aceptar que el niño no vaya al cole, lo que no resultaría beneficioso para el mismo.
¿Por qué se dan este tipo de situaciones?
Los niños no han aprendido todavía a hacer frente a los problemas del mundo exterior y tratan de evitarlos. Puede haber muchos motivos sencillos para resistirse a ir al colegio, pero en los más pequeños las razones pueden variar entre una ligera ansiedad ante la separación, el miedo a lo desconocido, el temor al bullicio del colegio… En otras ocasiones pueden deberse a otros problemas domésticos algo más serios. Por ejemplo, en el caso de que los padres estén pasando por un periodo de tensiones es normal que el niño lo perciba y tenga miedo a que ocurra algo mientras él está fuera de casa. En estos casos es aconsejable buscar la ayuda necesaria.
¿Qué podemos hacer?
No podemos evitar que el niño atraviese por estas dificultades normales en la vida de cualquier niño en la vuelta al cole, pero sí le podemos ayudar a gestionar sus emociones, guiarle hacia una posible solución y proporcionarle seguridad. Y sobre todo no dejarnos arrastrar por estos comportamientos del niño, que de hacerlo podrían conducir a una fobia y evitación del colegio, que luego requeriría más tiempo y trabajo de superación.
A continuación te proponemos unos consejos que pueden ser útiles:
Lo primero que has de tener en cuenta es decidir los criterios para que el niño se quede en casa en el supuesto de que alegue enfermedad o malestar, dolores, etc.
El criterio más importante que debes de considerar es que tenga fiebre, por encima de los 37º o 37,5º, unos síntomas bien definidos y que permanezcan a lo largo del día.
Deberá quedarse en la cama evitando un día de juegos, diversión y meriendas. Así le evitaremos posibles e interesantes ganancias asociadas a su estado de malestar. Conviene crear un ambiente sobrio y relajado. Tampoco habrá visitas de amigos, tendrá que estar en reposo o cama todo el día con solo comidas ligeras y nutritivas. Por supuesto acompáñale de cuentos, y actividades relajantes, en ningún caso pantallas. Es importante observar si el niño realmente está enfermo. En caso de ser cierto, sobrellevará bien esta convalecencia. Por el contrario, si la misteriosa dolencia desaparece cuando ha pasado la hora de ir al colegio puede ser indicativo de que era un pretexto. Observamos en consulta algunos padres aprehensivos que se agobian ante cualquier pequeño trastorno de su hijo y le permiten quedarse en casa con actividades y vacaciones extras.
Hay que descubrir las razones por las que el niño no quiere ir al colegio
En los más pequeñitos es normal porque se separan de los padres y de su zona de confort.
Con los mayores conviene hablar con el fin de averiguar qué es lo que le produce rechazo en la escuela. Una forma de hacerlo es preguntarle qué es lo que menos le gusta del colegio y que explique las razones y también buscar qué es lo que más le gusta del colegio.
También podemos indagar para ver si el niño lo que tiene miedo es a abandonar la casa. Es importante ayudar al niño a hacer frente a sus sentimientos, proporcionándole seguridad, cariño y comprensión, pero nunca ceder ante estas quejas en el caso de que sean falsas dolencias para evitar irse al colegio. Pero siempre hay que confirmar que sean falsas dolencia. Tampoco hay que extraer de la lectura de estas líneas que toda queja puede ser una falsa dolencia.
También puedes hablar con tus otros hijos y amigos y así conocer mejor lo que le está ocurriendo a tu hijo. A veces un hermano o un amigo te puede informar si está experimentando acoso escolar o cuál es la razón por la que rechaza el colegio.
Si su rechazo a ir a la escuela se alarga o repite en el tiempo, una buena idea es hablar con los maestros. Ya sea la dificultad de índole académico o emocional el maestro debe saberla. Probablemente te resulte de gran ayuda en la búsqueda de soluciones ya que puede observar su comportamiento en el centro escolar y promover que se sienta cómodo.
¿Cómo prevenir estas situaciones? He aquí algunas sugerencias.
Una idea puede ser estudiar con tu hijo el calendario escolar para ver los acontecimientos que despiertan interés e ilusión en él: “vais a hacer la función de Navidad, te vas a disfrazar de esto, vais a ir a visitar el parque de bomberos, me lo tienes que contar. Te vas a encontrar con fulanito y menganito a tus amigos, vamos a organizar que vengan a casa e invitarles a merendar.”
También podemos ayudarle a encontrar algo especial que enseñar y contar a sus amigos, por ejemplo, algo que le haya ocurrido durante las vacaciones o en el fin de semana: alguna foto de alguna excursión, algún libro o regalo especial, algún aprendizaje como aprender a nadar.
Otro recurso es hablar con él de sus preferencias en el cole, de las asignaturas que más le gustan, de su profesora preferida, de las actividades y deportes que realiza… Este pequeño truco puede ir generando una anticipación de actividades gratificantes en el colegio que va a influir en su estado de ánimo y a incrementar su afición por el cole.
Es importante, por otro lado, fomentar y fortalecer sus amistades en el colegio. Ayúdale a hacerse amigos y enriquece esas amistades invitándoles a casa. Consigue que vengan a jugar de vez en cuando aunque sea más trabajo para ti. Ponte de acuerdo con otras familias para hacer por turnos el papel de anfitriones Si tu hijo es lo suficientemente mayor para ello, puedes incitarle a que busque él mismo fortalecer sus amistades: “por qué no llamas a fulanito y le propones que venga a merendar y os llevo yo al cine esta tarde?”
El momento de la verdad: ¿Cómo llevar al niño al cole?
Seguro que lo que más te preocupa es la organización matutina antes de estar dispuestos a salir de casa. Con una mala actitud o con quejas, vestirse, lavarse, el desayuno o el trayecto pueden convertirse en situaciones muy incómodas. Algunas ideas para procurar que esto no suceda son las siguientes:
Garantiza que el niño haga su rutina matinal. Centra todos tus esfuerzos en que se haya vestido y haya tomado su desayuno convirtiendo todo ello en una rutina establecida y automática.
No es conveniente que tu hijo encuentre privilegios especiales por su resistencia a ir al colegio. Por ejemplo, si resulta que debido a su rechazo el niño es llevado al colegio por su padre, (y él lo considera algo excepcional o especial), esto ayudará a mantener la conducta de rechazo al colegio. Es mejor que si el niño está preparado a tiempo pueda desayunar con su padre y luego ir al colegio por su medio habitual.
Acuérdate de lo importante que es el poder de tu atención. No respondas a sus comentarios negativos sobre la escuela ni alimentes su actitud de rechazo. Puede estar bien mantener una conversación, escucharle y tener en cuenta y aclarar sus objeciones, pero otra reforzar permanentemente sus comentarios negativos. Por el contrario, hay que elogiar y reforzar los comentarios y acciones positivas.
Cuando las resistencias del niño son importantes conviene que lo lleve el progenitor menos emotivo. Con una actitud positiva le llevará hasta el colegio y lo dejará en manos de los profesores sin dar opción al niño a montar una rabieta, procurando una despedida afectuosa pero breve, (cuanto más breve mejor).
Los profesores deben estar informados y facilitarte el camino. Ellos son profesionales y su ayuda te resultara muy útil.
En caso de los más pequeños, cumplir con la propuesta del centro sobre el periodo de adaptación puede ayudarles a sentirse mucho más cómodos. En él, el niño puede pasar un par de horas o una hora por la mañana y otra por la tarde e ir incrementando gradualmente el tiempo de permanencia. Desde casa, los padres pueden contribuir a que el niño se familiarice con el colegio, por ejemplo, llevándole a la escuela fuera de horario o recorriendo repetidamente el trayecto hacia el cole para que le resulte conocido.
Conviene elogiar y reforzar los comportamientos positivos de asistencia a clase. Elogia cualquier comportamiento relacionado con la asistencia: vestirse, prepararse, ir al colegio, permanecer allí contándole los beneficios que tiene. O vete a buscarle a la salida del colegio y llévale una merienda especial.
También puedes establecer un sistema especial de recompensas. El niño puede ganar puntos si está preparado a tiempo para ir al colegio o si va a clase. No pienses que ya toda la vida le vas a tener que estar dando puntos. No es así. Una vez superadas las resistencias ya no son necesarios. El niño al asistir y enfrentarse a la situación que teme y disfrutar de los aspectos positivos de la experiencia conseguirá que se desvanezca poco a poco el miedo y que cada vez se sienta más cómodo.
Siempre que no haya problemas adicionales, lo cual es importante investigar, pero si dejamos al niño que se deje llevar de sus miedo y ansiedad y evite las situaciones estaremos preparando las condiciones para una fobia que luego será mucho más difícil de superar.
Mucho ánimo para abordar este tema. ¡Cuentas con nuestro apoyo! Y si tienes dudas consúltanos lo que necesites.
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