Reglas de oro para conseguir lo que te propones y adquirir una firme autodisciplina
1. Aceptar las cosas como son: el trabajo puede ser aburrido, si comes mucho engordas, madrugar es un incordio y cuesta mucho trabajo, en ocasiones a pesar de estar cansado hay que seguir adelante… No merece la pena que pierdas el tiempo quejándote por cosas que forman parte de la vida cotidiana de cualquier persona activa, por lo injusta que es la vida. No malgastes tu tiempo y tu energía pensando que los demás son mejores y tienen más suerte o convenciéndote de que nunca vas a conseguir lo que realmente deseas. El primer paso para manejar y afrontar la realidad es aceptarla.
Las cosas son como son, pero tú puedes trabajar para que tu vida sea como tú quieres.
2. Aceptar que el aburrimiento forma parte de cualquier actividad en algún momento. Si no aprendes a tolerar el aburrimiento en el trabajo, nunca te comprometerás lo suficiente como para alcanzar los niveles más altos e interesantes del conocimiento, y lo mismo se puede aplicar a todas las facetas de la vida.
Algunas personas abandonan las tareas pesadas en cuanto aparece el aburrimiento. Sin embargo, no podemos pretender que una actividad nos resulte atractiva y divertida en todo momento. El esfuerzo no sólo trae consigo el desarrollo de nuevas habilidades, sino que ayuda a que tareas que a priori parecían aburridas puedan proporcionar disfrute. En lugar de rendirse al experimentar aburrimiento, es más rentable trabajar el doble para acabar con él y conseguir crear un interés renovado por la tarea que se está realizando. Si combates el aburrimiento con esfuerzo, comprobarás que aquello que te parecía árido y pesado no era para tanto, y verás lo bien que te sientes por haberlo afrontado.
Aprende a manejar el aburrimiento:
Anticípate a él. Cuando supongas que una determinada actividad necesaria para conseguir tus objetivos va a aburrirte, analiza por qué te conviene afrontarla y hazte el firme propósito de no posponerla.
No pierdas de vista una verdad incuestionable: el aburrimiento forma parte de la vida. En casi cualquier actividad que desarrolles surgirán momentos de aburrimiento.
Aburrirse no es terrible. Le pasa a todo el mundo.
Si perseveras en una actividad y trabajas más durante las fases de aburrimiento, pronto alcanzarás la otra orilla con un renovado interés y podrás descubrir cosas maravillosas y fascinantes en la tarea que tienes entre manos. Si abandonas, nunca sabrás lo que hubieses encontrado.
3. Lucha contra el miedo al fracaso y el perfeccionismo, que pueden impedirte en muchas ocasiones trabajar por lo que deseas. Huye de la idea de que si algo no va a salir perfectamente es mejor no hacerlo. No existe nada más imperfecto ni mayor fracaso que no intentar hacer lo que deseas hacer. Disfruta haciendo las cosas sin sobrevalorar los resultados.
Es mucho más importante hacer las cosas que hacerlas a la perfección.
De hecho, es normal equivocarse al principio y, a medida que uno va adquiriendo experiencia, ir mejorando. Los seres humanos aprendemos a través del ensayo y el error, es decir, mejoramos porque intentamos hacer las cosas, aprendemos de nuestros errores y volvemos a intentarlo hasta que nos salen aceptablemente bien. Incluso los mejores se han equivocado al principio. No te dejes la piel en tu intento por ser siempre perfecto, la vida puede ser estupenda aunque no todo te salga bien… siempre y cuando seas capaz de aceptarlo.
El éxito y el fracaso son conceptos relativos, todo depende de cómo los definamos. Los que ven un cierto fracaso en cada error, se sienten abatidos, deprimidos e inferiores porque han definido que el éxito es igual a la perfección. Por el contrario, los que son optimistas respecto a sus conductas y se sienten bien consigo mismos entienden que el éxito es alcanzar objetivos razonables paso a paso. No se trata de jugárselo todo a una carta. La vida no es todo o nada.
4. No te escudes en las excusas y el autoengaño. Las personas con poca disciplina se dan todo tipo de excusas para justificar su pereza, sus dificultades para esforzarse y sacrificarse en pos de un objetivo: los fumadores que se sienten incapaces de dejar de fumar se dicen que de algo hay que morir, los que trabajan el mínimo indispensable y no prosperan se convencen de que nadie les ha dado todavía la oportunidad que merecen, los que llevan una vida desordenada mantienen que hay que rebelarse contra la existencia cuadriculada que nos impone la sociedad, etc.
5. Arriésgate, no te dejes llevar por el miedo que, con frecuencia, nos mantiene inactivos. Afrontar todo aquello que temes te puede ayudar a lograr tus objetivos. Elizabeth Kübler-Ross, considerada una de las más importantes especialistas en los cuidados paliativos y el afrontamiento de la muerte, decía que, al preguntar a los enfermos terminales qué les hubiera gustado hacer en la vida, muchos contestaban: “Arriesgarme más”.
6. Tal y como hemos visto en el apartado anterior, plantéate metas y objetivos, desarrolla un plan para conseguirlos y trabaja duro.
Ten en cuenta tres palabras clave: constancia, paciencia y perseverancia.
7. Primero el trabajo y después el placer. Cuando tengas varias cosas que hacer, empieza por la que más te desagrade. De esta forma podrás saborear la satisfacción que proporciona haber terminado una tarea ingrata y estarás en condiciones de disfrutar y de recompensarte con las cosas más apetecibles que te quedan por hacer. Quizá te sorprenda descubrir que algunas actividades que has estado posponiendo requieren mucho menos tiempo del que esperabas, y probablemente también descubras el gran placer de dar por zanjadas las tareas pendientes.
8. No dejes que se acumulen los descuidos o las postergaciones. Si no permites que se produzca el primero, estarás en mejores condiciones de evitar que se produzcan un segundo y un tercero. Si te das permiso para el primer descuido, aumenta la vigilancia, no pierdas de vista que el alivio que supone evitar una tarea ingrata es una importante recompensa. En los siguientes intentos la pereza será aun mayor. Evitar una tarea ingrata supone una recompensa inmediata, pero también implica sentimientos de frustración a medio y largo plazo. Por el contrario, afrontar las tareas pesadas supone tolerar una frustración inmediata y obtener una recompensa a medio y largo plazo.
9. Aprender a enfrentarte a tareas ingratas no quiere decir que debas sobrecargarte. Tratar de acabar una tarea muy pesada y que requiere mucho tiempo de trabajo no es fácil. El mero hecho de pensar en ello puede hacer que te desanimes y te eches para atrás. Incluso intentarlo puede ser contraproducente porque te puede resultar demasiado aversivo y tedioso, dejarte un recuerdo desagradable y predisponerte en contra de semejantes empeños en futuras ocasiones. Es mejor que te plantees dedicarle cada día un tiempo limitado, el que tu consideres razonable, ¿a lo mejor una hora o media? Cosecharás la satisfacción de haber trabajado diariamente para cumplir tu objetivo y el haber afrontado esa tarea hará que la próxima vez te resulte menos tediosa. Además, la suma de una cantidad suficiente de medias horas puede significar que consigas lo que te propones.
Escalón tras escalón puedes subir una gran escalera.
10. Programa incentivos que te animen a seguir adelante. Cada vez que cumplas un objetivo, procura concederte un premio inmediato y lo suficientemente poderoso como para mantenerte al pie del cañón.
11. Rodéate de los compañeros de viaje adecuados. Si quieres ser una persona con autodisciplina, rodéate de gente que también la tenga. El ejemplo y el apoyo de los demás serán alicientes muy importantes. Por el contrario, los amigos que posponen las tareas pesadas, que buscan el placer fácil e inmediato, pueden empujarte a olvidar tus objetivos y a minar tu fuerza de voluntad.
Rodearse de las personas adecuadas no quiere decir necesariamente que debas cambiar tu entorno actual, salvo que verdaderamente resulte una mala influencia para ti. Se trata más bien de que busques aliados. Por ejemplo, si decides dejar de fumar, trata de convencer a tu pareja de que lo deje también para que os podáis ayudar el uno al otro. Si quieres adquirir el hábito de hacer ejercicio físico, intenta quedar con un amigo para hacer deporte. Quema tus naves: si algo te cuesta mucho trabajo, comprométete con alguien para que sea más complicado dar marcha atrás.
12. Familiarízate con la idea de que sufrir de vez en cuando es inevitable. Además, ciertas dosis moderadas y adecuadas de dolor nos ayudan a madurar, nos fortalecen, nos vacunan contra sufrimientos futuros y nos ayudan a desarrollar recursos. La gente que acepta el sufrimiento como parte normal de la vida es la que menos sufre, mientras que los que a toda costa tratan de evitar el dolor son los que más padecen. Sé estoico, soporta el dolor con deportividad. A veces no tendrás más remedio que pagar ese precio por conseguir lo que te propones, por crecer y desarrollarte. El dolor que te pueda producir enfrentarte puntualmente a cosas molestas puede ahorrarte mucho sufrimiento a medio y largo plazo.
Algunos principios que te animarán a luchar por lo que deseas según Alex Rovira:
Atrévete a ser un soñador, pero un soñador práctico que trabaja con ahínco para convertir sus sueños en realidades.
Nunca pierdas la esperanza y no olvides nunca tus propósitos. Sólo estarás vencido cuando tú mismo te convenzas de que lo estás y renuncies a tus sueños.
Acepta los retos que te propone la vida. No los contemples como problemas, sino como oportunidades para crecer.
Huye del miedo al fracaso, que mata tus ilusiones y te ata de pies y manos . El fracaso no es negativo si te ayuda a aprender y te da fuerzas para tratar de hacerlo mejor la próxima vez. No hay peor fracaso que no luchar por aquello que deseas.
Hay mucho poder dentro de ti, aprovéchalo trabajando por lo que te propones con entusiasmo, perseverancia y paciencia.
El poder que llevas dentro te permite transformar la realidad y crear nuevas circunstancias para que tu vida sea distinta, mejor, más cercana a aquello que siempre has soñado.
Si piensas que no puedes, no podrás. Si crees que no te atreves, no te atreverás. Si te convences de que vas a fracasar, fracasarás.
Superar las dificultades no es más fácil para el más listo, el más fuerte o el más ágil, sino para el que cree que puede superarlas.
Desconfía de los caminos fáciles y rápidos hacia tus objetivos. Todo aprendizaje requiere esfuerzo y, en consecuencia, sólo es posible que hagas bien aquellas cosas que has aprendido a hacer bien. Incluso cultivar los talentos innatos cuesta trabajo y requiere perseverancia.
13. Planifica tu tiempo y distribúyelo con lógica en función de tus metas y objetivos. Lleva un registro de tus actividades diarias para comprobar si tu realidad es compatible con el proyecto que pretendes poner en práctica. Distribuye tu tiempo, hazte un calendario personal y piensa de antemano a que quieres dedicar tu tiempo. Ponlo por escrito. Esta tabla te sirve de modelo, adáptala a tus necesidades:
14. Familiarízate con la agenda y aprende a usarla. Apóyate en las notas para recordar lo más importante. Cuando te surja una idea valiosa, no te olvides de apuntarla, de este modo no se te olvidará y podrás relajarte y dedicarte a otra cosa. Einstein solía apuntar las ideas que se le ocurrían mientras navegaba plácidamente por los lagos suizos.
15. Controla tu impulsividad. Piensa bien las cosas antes de decidirte a hacerlas, aunque con cuidado porque tampoco interesa que les des tantas vueltas que al final seas incapaz de ponerlas en práctica. Aplica la técnica de resolución de problemas y toma de decisiones siempre que tengas dudas a la hora de tomar una decisión.
16. Todo con moderación, no pases de la falta de autodisciplina a los trabajos forzados. Cierta flexibilidad te permitirá ser más creativo y disfrutar de tu crecimiento.
17. Disfruta de una vida equilibrada en la que no descuides ninguna faceta. Aprende el sabio arte de compaginar el trabajo con el descanso y el ocio.
18. Rediseña tu ambiente para que te ayude a conseguir lo que te propones. Cuando no hemos desarrollado suficientemente el músculo de la autodisciplina o cuando la tarea a la que nos enfrentamos requiere de nosotros especial esfuerzo es bueno apoyarse en el entorno. Estudiar en una biblioteca ayuda a no distraerse y concentrarse. Tener en la nevera y despensa la comida adecuada nos ayuda mantener una dieta saludable. El entorno también nos ayuda a conseguir nuestras metas.
Si eres estudiante o debes estudiar para mantenerte al día en tu profesión, hazlo siempre en el mismo lugar (te concentrarás más fácilmente cuando te encuentres allí) y evita hacer otro tipo de actividad en tu lugar de estudio. Aparta de tu vista todos aquellos objetos que puedan distraerte, ordena tu mesa de trabajo (el orden favorece la concentración y evita que pierdas tiempo buscando cosas). Elige un lugar bien visible y ponte recordatorios a modo de mantras que refuercen tus objetivos.
Ulises y la isla de las sirenas
Tomándole la mano, y con voz suave y persuasiva, Circe, la de las divinas trenzas, advirtió a Ulises de los peligros que, cuando se hiciese a la mar de nuevo, le acecharían al pasar frente a las costas de la isla de las sirenas.
"Sus cantos son dulces y deliciosos –le vino a decir–, poderosamente seductores. Si tú y tus hombres os dejáis embelesar por ellos y cometéis la imprudencia de acercaros a las playas de su isla, quedaréis detenidos en ellas y os controlarán de tal modo que jamás podrás alcanzar tu meta más dulce y deseada: regresar a tu patria y fundirte en estrechos abrazos con Penélope".
Ulises escuchó con atención los sabios consejos de Circe y le aseguro que él, curtido como estaba en la adversidad, sería capaz de dominarse.
No dudaba Circe de las habilidades de Ulises para privarse momentáneamente de un placer inmediato con tal de poder alcanzar una meta demorada pero más placentera. Pero conocía también que el intenso atractivo del canto de las sirenas podía anular sus esfuerzos de autocontrol y hacerle olvidar las prudentes advertencias. Por eso sugirió a Ulises algunas estrategias que harían más efectivas sus buenas intenciones y su capacidad para dominarse.
Le aconsejó, en efecto, que pasaran frente a la isla sin detenerse y que, antes incluso de llegar a sus inmediaciones, los hombres se taparan bien los oídos con cera para no oír los cantos. En cuanto a él, si deseaba darse el gusto de oír el delicioso canto, en tal caso haría que sus hombres le atasen bien atado al mástil de la nave, y debería advertirles muy seriamente de que, aunque se lo rogase o mandase, ellos no le desatarían, porque si lo hacían la tentación de dirigir la nave hacia las playas de las que salían las dulces voces podía ser irreprimible.
Cuando ya con la aurora soltaron amarras y se hicieron a la mar, y la nave alcanzó la isla de las sirenas, Ulises y sus hombres pusieron en práctica el plan aconsejado por Circe. Las sirenas, advertidas de su presencia, se entregaron a sus melodiosos cantos.
Ulises pudo comprobar el impacto emocional tan vehemente que producían en su corazón aquellas voces. Observó su incontenible deseo de seguir escuchándolas, incluso llegó a hacer a sus hombres gestos suplicantes para qué le soltasen las ataduras, pero estos no lo hicieron, ayudándole así a dominarse.
Para hacerse más tolerable la privación del placer de acercarse, pensaba en lo hábiles que estaban siendo sus hombres y pensaba sobre todo en la recompensa más apetecible, Penélope. Se sentía satisfecho de poder contar con el recurso y la compañía de sus hombres y se sentía orgulloso de ser el valiente, prudente e ingenioso Ulises que todos conocían y que todos esperaban que siguiera siendo. "Ulises, lo estás haciendo bien. Te mereces la recompensa final”, se decía para sus adentros.
Y cuando ya por fin la nave se alejó de la isla de las sirenas, Ulises comprobó que sus habilidades para darse aliento y los cambios diseñados en su entorno habían sido efectivos. Había evitado hábilmente los riesgos de quedarse para siempre retenido en la pradera de la isla de las sirenas, donde habría de aguardar la inexorable muerte calcinado por el sol. Había valido la pena seguir los sabios consejos de Circe.
Ulises, comprendiendo que su voluntad podía ser vencida por el canto de las sirenas, pidió ayuda y se hizo atar para no ser subyugado por su canto.
Miguel Costa y Ernesto López, “El uso de metáforas en psicología clínica. Técnicas de modificación de conducta”, edición de Francisco Labrador
Resumiendo: La autodisciplina en ocho pasos
El siguiente procedimiento te puede ayudar a conseguir el autocontrol que tanto necesitas. Se trata de un sistema bastante similar a la estrategia de resolución de problemas que vimos en el capítulo dedicado a los obstáculos que te impiden ser feliz, por lo que esta vez seremos mucho más breves.
1. Observa y anota tu comportamiento actual durante una o dos semanas para saber si pospones o evitas el cumplimiento de ciertas tareas. Anota qué circunstancias facilitan el logro de tus objetivos y cuáles lo dificultan.
2. Define lo que deseas cambiar de forma concreta y operativa. Recuerda: cuanto más generales sean los cambios que te propongas, más difícil te resultará llevarlos a cabo. Es mucho más sencillo abordarlos si previamente los has definido de forma precisa, ya que sabrás qué tienes que hacer en cada momento para conseguirlos.
3. Define tus objetivos de forma realista. En un principio, plantéate retos asequibles y fáciles de conseguir.
4. Establece criterios de evaluación precisos que te indiquen claramente cuándo has alcanzado tus objetivos.
5. Elabora un plan de acción para lograr tus objetivos. Infórmate, consulta, pide ayuda. Busca apoyos y aliados.
6. Establece un tiempo para empezar y otro para terminar. Es importante que marques un plazo realista pero inamovible (salvo que surjan cuestiones de fuerza mayor) para no caer en la tentación de posponer tareas y decisiones.
Las ranas que cayeron en un depósito de nata
Este cuento sirve para explicar y enfatizar el valor de la perseverancia en la acción. Las personas que no se rinden fácilmente tienen muchas más posibilidades de alcanzar sus metas.
Dos ranas cayeron en un depósito de nata.
– “Nademos”, dijo una.
– “Imposible –dijo la otra–. Esto es demasiado blando para poder saltar y demasiado espeso para poder nadar. Si hemos de hundirnos, que sea cuanto antes”. Y se dejó morir.
Sin embargo, la otra rana siguió pedaleando toda la noche y a la mañana siguiente se encontró reposando en una sólida mantequilla y comiéndose las moscas que acudían.
Miguel Costa y Ernesto López, “El uso de metáforas en psicología clínica. Técnicas de modificación de conducta”, edición de Francisco Labrador
7. Prepara tus circunstancias para que tu plan resulte más sencillo. Algunas situaciones facilitan la consecución del comportamiento deseado. Por ejemplo, estar en una biblioteca ayuda a estudiar. Por el contrario, aléjate de las situaciones que te empujen al comportamiento no deseado. Si estás dejando de fumar, no te conviene estar con fumadores o tomar un café después de comer si ese era uno de los momentos en los que más disfrutabas del tabaco.
8. Establece consecuencias positivas que te sirvan de incentivos para hacer lo que tienes que hacer y consecuencias negativas que te disuadan de posponer la puesta en práctica de tu plan de acción.
Javier se planteó fortalecer sus hábitos de estudio. Decidió estudiar dos horas cada tarde. Si lo cumplía, se premiaba saliendo a dar una vuelta en moto con los amigos. Este incentivo le ayudó a estudiar cada tarde. Si no cumplía con su tiempo de estudio no podía salir con los amigos. Entregó las llaves de la moto a su madre, para garantizar el cumplimiento del pacto que había hecho consigo mismo.
Recuerda:
Invariablemente, detrás de cualquier éxito existe un valor: autodisciplina. La autodisciplina es el ingrediente básico que necesitas para conseguir lo que te propones.
Para conseguir lo que te propones debes aprender a posponer la satisfacción inmediata de tus deseos y necesidades. No pierdas de vista tus objetivos dejándote llevar por las apetencias del momento.
Acepta las cosas como son. Para alcanzar tus metas sólo cuentas con tu esfuerzo, no esperes a que el mundo y los demás cambien para facilitarte las cosas.
La voluntad no es algo que se tiene o no se tiene. Es algo que se aprende y se desarrolla. Ponte incentivos por cumplir tus metas y castigos por no cumplirlas y prepara las condiciones que faciliten tu esfuerzo. De este modo, estarás desarrollando tu fuerza de voluntad.
En la vida es imprescindible aprender a soportar el aburrimiento. Muchas actividades tediosas proporcionan importantes gratificaciones a largo plazo.
Huye del miedo al fracaso y el perfeccionismo, grandes obstáculos en el camino hacia tus metas y tu felicidad. Arriésgate, apuesta por ti mismo, no temas.
Elabora un plan de acción para lograr tus objetivos y cúmplelo, pero no olvides ciertas dosis de flexibilidad: en la vida surgen imprevistos.
Evita el autoengaño (una cosa son los imprevistos y otra muy distinta las excusas) y no pospongas las tareas desagradables. De lo contrario, sólo obtendrás insatisfacción.
Aprende a organizar tu tiempo. Trabaja por tus objetivos, pero no te sobrecargues ni abandones las demás parcelas de tu vida.
No te olvides de premiar tus logros. Aprende a felicitarte por hacer las cosas bien y por ser capaz de luchar por lo que te has propuesto.
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