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RECUPERANDO EL VERDADERO SENTIDO DEL DÍA DE LOS DIFUNTOS

Estos días en los que se acercan las fechas de la celebración de Halloween y del Día de Todos los Santos nos invitan a reflexionar sobre su sentido y sobre la repercusión que en nuestra cultura tienen los actos que se realizan a su alrededor. Si bien creemos que son oportunidades para hablar de duelo, también desde el punto de vista psicológico, encontramos que su verdadero sentido se ha visto difuminado, convirtiéndose poco a poco en una colonización de la cultura americana que, aunque puede resultar muy divertida se aleja de su origen y significado. 



En pocos días nuestras calles se llenarán de disfraces macabros y proliferarán las fiestas que, desmitificando la muerte (e incluso relativizándola), pretenden acercarnos al verdadero destino del ser humano, a lograr comprender que nuestra naturaleza consiste en estar en este mundo de paso, de forma temporal y pasajera... Pero ¿realmente estas fiestas tal y como se nos presentan nos conectan con esa reflexión? ¿Puede este talante frívolo ayudarnos a reflexionar sobre su verdadero sentido y resultarnos útiles?


No parece contrastado que sea así. Este tipo de celebraciones basadas en disfraces y teatralizaciones sobre la muerte en forma de calaveras, esqueletos y fantasmas parecen no contribuir a desmitificar la muerte de una manera sana, ya que el ambiente que se ha generado a su alrededor se asemeja más a un carnaval que a una verdadera deliberación sobre la vida. Encontramos únicamente una ventaja psicológica en todo ello (a modo de excepción) y es la siguiente: la celebración de Halloween expone a los niños a la temática sobre la muerte y genera emociones desagradables como el miedo.  Aunque podemos encontrar otras alternativas cotidianas para su fomento, como profesionales de la psicología entendemos que esta exposición es útil y beneficiosa para ayudarles a la regulación emocional. Incluso les puede enseñar a mirar frente a frente a la muerte entendiéndola como parte de la vida. 


Sin embargo, últimamente su influencia, lejana a la tradición cristiana, adopta un carácter comercial y lúdico que poco tiene que ver con sus orígenes.  Por ello creemos que esta perspectiva reduccionista que se limita únicamente a disfrazarse, hacer gamberradas o ver películas de terror hace que pierda su verdadera identidad y carácter espiritual.


La celebración de Halloween es ancestral y procede de las culturas celtas y anglosajonas. Se trata de una práctica pagana que, con el paso de los años, se ha ido cristianizando. Aparecen así la festividad del 1 de noviembre, Día de Todos los Santos y del 2 de noviembre, Día de los Fieles Difuntos. Su objetivo se centra en mantener viva la memoria de quienes ya no están físicamente presentes y reafirma el vínculo que se mantiene con ellos a través del recuerdo, la tradición y el amor.


Nuestra sociedad occidental, potencialmente tanatofóbica, evita habitualmente hablar de la muerte. Sin embargo, todos y cada uno de nosotros experimentaremos, a lo largo de nuestra vida, muchos duelos. Perderemos a personas importantes y significativas para nosotros y tendremos que elaborar esa falta. Aun así, son muchas las ocasiones del día a día en las que evitamos intencionadamente hablar de nuestra relación con la muerte y de las personas que hemos perdido. ¿No crees que, bien aprovechada, la celebración del Día de Todos los Santos podría ser una estupenda ocasión para ello?


El duelo, cuya palabra procede de la misma raíz que la palabra “dolor”, define muy bien ese proceso a través del cual elaboramos esas pérdidas, normalmente de forma sana y natural, aprendiendo a vivir sin la persona que se ha marchado. Las teorías psicológicas actuales entienden el duelo como un proceso constructivo, activo y personal en el que el doliente lidia con emociones muy intensas, que son fruto del amor que sentía hacia la persona fallecida. En este proceso el doliente aprende a recolocar emocionalmente al fallecido, disponiéndose a vivir sin él, pero estableciendo una conexión espiritual y duradera con esa persona, con su legado y con las experiencias compartidas.


Efectivamente, el dolor que experimentamos cuando alguien querido muere es, como citan algunos expertos de duelo, la otra cara del amor. Tanto hemos amado, tanto nos dolerá perder a esa persona. Los psicólogos que realizan el acompañamiento en duelo reconocen la importancia de aceptar estas emociones dolorosas y aprender a transformarlas en emociones positivas relacionadas con el amor y la gratitud.


Durante el luto, los dolientes necesitan momentos de soledad, momentos de interioridad y calma en los que reflexionar sobre lo ocurrido y recordar a la persona que ya no está. Pero, además, a las personas en duelo les ayuda compartir su dolor, hablar de lo sucedido y honrar la figura de su ser querido. Esto les ayuda a ir aceptando y elaborando lo sucedido y a organizar su vida presente y futura, en una delicada oscilación en la que el dolor se combina con aprender a vivir un nuevo capítulo vital después de lo ocurrido. Las personas creyentes obtienen la ventaja de saber que la separación es transitoria y encuentran alivio al comprender que se volverán a encontrar con sus seres queridos más adelante. 


En este contexto, la celebración del Día de Todos los Santos no debería perder la esencia que la define como una oportunidad para reflexionar sobre la mortalidad y sobre nuestra presencia pasajera en este mundo. Efectivamente, incluso para los más pequeños de la familia, dichas festividades pueden ser provechosas si hablamos en familia del sentido y propósito de nuestra existencia y sobre la muerte como parte de la vida





Estas fechas nos invitan también a conectar con nuestros valores personales y familiares, ya que nos dan el contexto adecuado para hablar de la muerte y recordar a las personas que ya no están, honrar su memoria y hablar sobre el legado que han dejado en la familia a través de sus enseñanzas y vivencias.


Si quieres huir de la frivolidad de estas fechas y contribuir a que esta conmemoración cobre su verdadero sentido en tu familia te animamos a no dejarte invadir por la moda de Halloween que, si bien puede resultar divertida, nada tiene que ver con nuestras propias tradiciones. Mucho más sano y recomendable supone recordar las experiencias positivas con el fallecido y agradecer por ellas, hablar y recoger vivencias que os ayuden a reencontraros con la memoria de nuestros seres queridos


Puedes, por ejemplo, disponer durante estos días un pequeño altar con fotografías, flores frescas o velas, que recuerden a esa o esas personas importantes para vosotros que ya no están. Este u otro detalle honrará a los difuntos, manteniendo presente su recuerdo.


También puedes dedicar algo de tiempo a la reflexión, la oración y la meditación, así como a documentarte sobre personas que viven en contacto con la muerte y que evidencian su sentido natural y trascendental. A modo de sugerencia te dejamos dos vídeos en los que puedes encontrar algunas ideas, todas ellas relacionadas con un interés científico en demostrar que la muerte no es el final



Otra manera de ayudar a los miembros de tu familia a conectar con la pérdida es la participación en celebraciones religiosas o espirituales en las que podáis compartir vuestros sentimientos y vuestro vínculo con las personas fallecidas de la familia. En todas las culturas existen fórmulas para compartir el duelo y se ha observado que estos rituales resultan muy útiles en su elaboración, (recordemos, por ejemplo, el dolor de no poder compartir el duelo durante la crisis de la COVID-19). Los rituales de duelo colectivo nos ayudan a compartir el dolor y también la felicidad de haber compartido la vida con alguien querido. Fomentan, además, el respeto y la conexión con la muerte, contribuyendo a su comprensión como parte de la vida. 

En definitiva, tú puedes hacer que Halloween sea algo más que una fiesta. Puede suponer una oportunidad para recordar, reflexionar, conectar y agradecer. Cada familia tiene sus costumbres y tradiciones para estas fechas. A algunas personas les ayuda visitar un cementerio, comer y compartir en familia alrededor de la mesa o reunirse al abrazo de personas allegadas. Incluso una sencilla llamada telefónica puede ayudar a un familiar que ha quedado viudo. Probablemente, este tipo de actividades orientadas hacia el respeto y el recuerdo te podrán ayudar a sobrellevar mejor el revuelo y la jocosidad de estos días, combinando el simbolismo de estas celebraciones con su verdadero propósito. 




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