Qué es lo que de verdad ayuda a tu hijo a ser más feliz
Aclarando conceptos: ¿qué es la felicidad? ¿podemos aprender a ser felices?
Son muchas las familias que contactan con nuestra Fundación y nos consultan sobre cómo mejorar la crianza y educación de sus hijos. Algunas nos transmiten un propósito claro: que sus hijos sean capaces de llevar una vida acorde con sus valores y que consecuentemente se conviertan en personas más felices.
Nuestro equipo de psicólogas ha recogido información sobre este noble objetivo, rescatando de las últimas investigaciones sobre psicología y ciencia de la felicidad, algunas claves para lograr que niños y adolescentes crezcan en un entorno que les aporte equilibrio y felicidad.
¿En qué consiste realmente la felicidad? ¿Es posible, a través de gestos sencillos, educar personas felices? ¿cuál es el camino más adecuado para lograrlo?
Te animamos a que sigas leyendo este artículo para lograr desvelar las respuestas a estas y muchas otras cuestiones relacionadas con nuestro objetivo: ayudar a los hijos a encontrar la felicidad.
¿Qué es y qué no es la felicidad?
Nos parece sensato comenzar por aclarar este aspecto. Se trata de una cuestión muy relevante. Tanto que lleva en el pensamiento humano desde los inicios de la filosofía en Grecia. El propio Aristóteles procuró definir los atributos de la felicidad, relacionándola con las virtudes humanas y la buena conducta. Desde esa época hasta los pensadores más actuales, numerosos autores relevantes han intentado dilucidar sus claves. Martin Seligman, por ejemplo, habla de tres dimensiones de la felicidad: la vida gratificante, (necesidades básicas y placeres inmediatos), la buena vida (desarrollo personal de nuestra potencialidad) y la vida con sentido, (encontrar un propósito).
De esta conceptualización extraemos nuestra primera recomendación general para hacer un hijo feliz:
Ayudarle a encontrar un proyecto de vida que tenga significado, en el que sienta que contribuye a mejorar el mundo.
Si tu hijo es capaz, con tu ayuda, de encontrar una ocupación que le resulte placentera y que tenga que ver con sus puntos fuertes y destrezas, en realidad será posible que halle el elemento que contribuya a su felicidad.
¿Se puede aprender la felicidad?
La mayoría de nosotros estamos convencidos de la importancia de ser felices. El asunto es saber cómo alcanzar dicha felicidad. Actualmente se sabe que existen ciertos determinantes genéticos y factores externos que determinan nuestra grado de felicidad, un asunto que normalmente no podemos cambiar. Sin embargo, se ha demostrado que un alto porcentaje de lo que hacemos y de lo que nos lleva a ser más felices depende de nuestra actitud ante la vida, de lo que hacemos, de aquello en lo que nos esforzamos y realizamos con pasión.
Hoy en día se conoce que ser feliz comporta numerosas ventajas, tanto en la parte más física de nuestro organismo, (se mejora nuestra salud), como en el ámbito psicológico, (aportándonos estabilidad y equilibrio mental). Pero ¿somos capaces con los conocimientos actuales de decidir qué sucede antes? ¿Cuidar nuestra salud nos lleva a estar más felices o, por el contrario, ser más felices nos lleva a ser más saludables? Lo que sí que parece es que existe una relación muy estrecha entre ambos conceptos: felicidad y salud.
10 recomendaciones que ayudarán a tu hijo a ser más feliz
En este apartado analizaremos contigo algunas de las estrategias más eficaces para la crianza de hijos felices. Empecemos por algunos objetivos de la educación de los hijos que les pueden ayudar.
OBJETIVO 1: Aprender a gestionar sus emociones.
Uno de los aprendizajes más significativos que deberá ir adquiriendo a lo largo de su desarrollo es el de la gestión emocional. Los seres humanos experimentamos en ocasiones una montaña rusa sentimental, en las que se superponen emociones agradables y emociones desagradables, en ocasiones muy intensas. Los padres, como resultado de nuestro afán por consolarles y protegerles, podemos intentar equivocadamente animar a los hijos a que se muestren felices, pase lo que pase. ¿Te has descubierto a ti mismo diciendo “no llores”, “no pasa nada”, “anímate, no es para tanto”? Estas expresiones, la mayoría de las veces bien intencionadas, pueden entorpecer que tu hijo entienda que sentir emociones intensas negativas a veces es razonable , e impedir también que se dé permiso para ser un ser humano, imperfecto y vulnerable.
Paradójicamente, tu hijo puede ser una persona muy feliz si es capaz de superar la exigencia personal y social de estar siempre feliz.
Sus experiencias vitales le deberían enseñar a aceptar que no pasa nada por tener emociones desagradables. Esto no es sinónimo de imperfección, sino de humanidad. Entender que somos seres vulnerables supone aceptar que en ocasiones tendremos emociones diversas. Y eso no es imperfección, sino la vida misma. Aceptarlas y escuchar el mensaje que dichas emociones tienen para nosotros supone un triple aprendizaje: por un lado, entender qué es lo que nos quiere decir. Por otro, plantearse qué es lo que te está sugiriendo cambiar y, finalmente, conseguir regular dichas emociones.
Te sugerimos que ayudes a tu hijo a identificar las emociones dolorosas y que le acompañes en su aceptación, dándole seguridad psicológica y permitiendo que aprenda que no pasa nada por cometer errores y ser imperfecto. Tú mismo lo eres también como padre o madre. Muchas veces esas emociones son el primer paso para crecer y mejorar.
OBJETIVO 2: Ser capaz de estar en calma.
Esta es otro de los aprendizajes fundamentales para emprender el camino de la felicidad. Durante la infancia son muchas las enseñanzas que puedes transmitir a tu hijo en este camino a la tranquilidad. Cuando somos niños, somos mucho más capaces de estar ensimismados y concentrados!
Ayúdale a desarrollar esta capacidad para la atención plena. Que vea la necesidad y la importancia de no hacer mil cosas a la vez. Permite que se entrene en esta habilidad y la desarrolle. Para los niños, es más sencillo disfrutar de actividades agradables que les permitan “fluir”. Esta abstracción, además de desarrollar su creatividad, es una forma de meditar, que le ayuda a estar en el presente, con plena atención.
¿Cómo? Facilítale un entorno tranquilo y relajado. Dale la oportunidad de que juegue o lea sin interrupciones, que aprenda a disfrutar de actividades agradables en soledad. Deja que piense “en sus cosas”. Desde la calma los pensamientos se ven de otra manera. Consulta más recomendaciones en nuestra web y más abajo, en el apartado de hábitos saludables.
En familia, simplifica. Busca momentos de diversión tranquilos, que permitan a tu hijo aprender a valorar las pequeñas cosas. Hay muchos estudios que demuestran las grandes ventajas de estos momentos sosegados en beneficio del desarrollo de su capacidad de atención y creatividad. Por el contrario, las últimas investigaciones muestran los inconvenientes del “niño hiper-entretenido” en el desarrollo evolutivo. Vargas-Llosa, además, advierte de los peligros de “la civilización del espectáculo”, aquella en la que la búsqueda del entretenimiento y la evitación de lo que nos perturba puede tener nefastas consecuencias para cualquier persona. Por todo ello, parece interesante programar actividades de ocio tranquilo ¡e incluso tiempo para no hacer nada!
OBJETIVO 3: Vivir el momento presente en familia.
Una de las claves para hacer hijos felices es disfrutar del mayor tiempo posible de calidad con los hijos. Si nos detenemos a reflexionar sobre los momentos que pasamos en familia, podemos tomar conciencia de que en muchas ocasiones los problemas del día a día, las obligaciones, las rutinas, nos impiden disfrutar del momento presente con los hijos. Esto hace que vayamos perdiendo poco a poco la conexión con ellos. Además, les damos un modelo inapropiado de cómo comportarse con su propia familia cuando la tengan en el futuro. Si queremos que nuestros hijos sean personas felices deberemos facilitar que pasen momentos de calidad en el hogar, en compañía de sus padres y hermanos. Abandona tus obligaciones por un rato, haz balance de lo verdaderamente importante y disponte a disfrutar de las pequeñas cosas en su compañía. Será un regalo para todos.
Pon en marcha algunas rutinas familiares interesantes que os ayuden a retomar la “conexión” y mejorar el clima de convivencia. Consulta nuestras recomendaciones para la realización de reuniones familiares y rutinas que desarrollen una sensación de predicción y apego seguro.
OBJETIVO 4: Disfrutar de relaciones personales saludables como preludio de la felicidad.
Unas relaciones sociales sanas son una gran protección y propulsan el desarrollo de la felicidad desde la infancia. Ayuda a tu hijo a que establezca relaciones personales robustas y duraderas, tanto dentro de la familia como con otras personas de su edad.
La idea del “hermoso enemigo”, como aquel amigo verdadero, aquella persona cercana que se preocupa por ti, te hace ver las dificultades y vulnerabilidades y te ayuda a aprender, refleja el concepto de amistad ideal. Un buen amigo será aquel que exponga a tu hijo las dificultades y los errores tal y como son. Unos padres o unos maestros honestos también podrán actuar de “hermosos enemigos”, ayudándole a ser mejor persona en todos los sentidos y contribuyendo a que crezca más feliz.
Es importante que tu hijo entienda que unas relaciones profundas no son aquellas que están ausentes de conflicto, sino aquellas que son capaces de afrontarlo adecuadamente. Los problemas entre amigos, bien arreglados, suponen un enriquecimiento mutuo y, la mayoría de las veces, un fortalecimiento de la relación de amistad. Ante las problemas o pequeños conflictos con sus hermanos, compañeros y amigos, anímale a que se esfuerce por actuar con amor y compasión. Intenta que sea capaz de poner en práctica sus valores, aprendiendo de las dificultades y creciendo con ellas.
OBJETIVO 5: Un uso adecuado y responsable de las tecnologías.
Son muchos los artículos y estudios que analizan la repercusión de las tecnologías en el desarrollo de niños y adolescentes, recomendando un uso moderado y responsable. Desde nuestra pequeña investigación sobre los factores que influyen en la crianza de hijos felices nos preguntamos si, en realidad, el uso de las tecnologías es un factor determinante. La respuesta es clara: todo depende de cómo se usen. Al igual que un cuchillo puede usarse para untar mantequilla o por el contrario para dañar a otros, las tecnologías pueden ayudarnos en nuestra persecución de la felicidad o todo lo contrario. Te planteamos a continuación algunas ideas para el análisis.
Observa si tu hijo puede “vivir sin ellas” o muestra una excesiva dependencia. ¿Pasa demasiado tiempo usándolas o pensando en hacerlo?
Reflexiona sobre tu propio papel en este asunto. ¿Estás continuamente pegado a una pantalla? ¿Sueles desconectar del momento presente para establecer conexiones remotas, profesionales, lúdicas, etc.? Recuerda que no hay mejor manera de educar que con el poder del ejemplo.
Plantéate si utilizas las tecnologías, (móvil, consolas, etc.) como un premio. ¿Podrías plantearle otras actividades gratificantes cuando hace algo bien?
¿Has usado alguna vez las pantallas como “niñera” porque necesitabas algo de tiempo para realizar obligaciones mientras que tenías a tu hijo entretenido? Te aconsejamos que no lo tomes como una costumbre. Hay mil maneras de entretenerse. Y de organizarse, para pasar tiempo de calidad con él y atenderle plenamente.
Las tecnologías son una herramienta más para conseguir objetivos personales como socializar, (video-llamando a un familiar que vive lejos o acompañando a un amigo que está enfermo, por ejemplo), obtener información relevante sobre algún tema de su interés, disfrutar de una película cargada de valores… Nuestra recomendación general es que gradúes la frecuencia en la que tu hijo usa las tecnologías y las redes sociales, regulando también lo que ve y el tiempo que pasa delante de las pantallas. ¡Recuerda las recomendaciones de los expertos!
OBJETIVO 6: Combinar la gratitud con el esfuerzo para propiciar la adquisición de valores.
Para nuestra fundación la educación en valores de los hijos es el faro que debería alumbrar cualquier propósito de crianza. Lograr que los hijos adquieran un sistema de valores equilibrado nos parece el más valioso objetivo a seguir, pues consideramos que estos valores pueden guiarle por la vida de forma consciente, haciendo de él una persona capaz de ser feliz y hacer felices a los demás.
¿Cómo hacer que los adquieran? Algunos autores le dan importancia a la práctica frecuente en el aprendizaje. El cultivo de los valores, ya desde niños, puede contribuir a que progresivamente se vayan impregnando en su comportamiento.
Muchos son los valores que nos orientan a la felicidad: la espiritualidad, el propósito, el amor y la generosidad, la austeridad... Pero en este artículo queremos rescatar dos que, según las últimas investigaciones parecen ser especialmente significativos. Por un lado, la gratitud, Por otro, el valor del esfuerzo.
Respecto a la gratitud, parece que las personas más felices son aquellas que se dedican a su práctica. Respecto al esfuerzo, las personas más satisfechas de sus logros, con mayor seguridad y confianza en sí mismas, son aquellas que tuvieron que esforzarse para conseguir lo que querían. Ayudar a tu hijo a reconocer y valorar lo que tiene, (practicar la gratitud) al mismo tiempo que se esfuerza y valora aquello que quiere alcanzar, (afrontar retos y esforzarse), nos parece una buena combinación que le oriente al camino de la felicidad.
En realidad, incluso los grandes logros se han conseguido con mucho esfuerzo. Ni siquiera los grandes genios tuvieron la suerte de librarse del esfuerzo para conseguir lo que querían. Muchos de ellos reconocen que su empeño responde a un 10% inspiración y un 90% de sudor y esfuerzo. ¿No crees que vale la pena transmitir a tu hijo este valor? Educarle en el esfuerzo le hará más libre y feliz.
Enséñale a esforzarse por lo que quiere conseguir, (un libro, una excursión con el colegio…). Premia su esfuerzo, (intelectual, físico…) ante dichos retos. Cualquier situación de su vida cotidiana puede ser útil para este fin. Ayúdale a entender que hay que ganarse las cosas, porque en la vida también es así.
(Si quieres aprender un poco más sobre estos valores, consulta o descarga nuestras guías gratuitas sobre valores en la web).
OBJETIVO 7: Mirar el lado positivo y desarrollar buenos hábitos.
Tal y como adelantábamos más arriba, poner el foco en los aspectos positivos de la vida puede contribuir al aumento de la felicidad. Nos parece un buen consejo que enseñes a tu hijos a disfrutar de lo que tiene, en lugar de estar lamentándose de lo que no tiene. Valorar lo que la vida le ha dado no está reñido con tener un propósito o con plantearse nuevos retos, sino todo lo contrario. Mirar la vida con ojos de asombro, valorando todo lo que tenemos, le ayuda a establecer objetivos nobles. Aquí encontrarás más información sobre el valor de la gratitud.
OBJETIVO 8. Ayudar a tu hijo a afrontar retos.
Ver crecer a un hijo implica muchas oportunidades para observar cómo se enfrenta a dificultades. Algunas serán problemas cotidianos de su desarrollo, otras serán dificultades más serias. Esto puede parecer un gran inconveniente en nuestro camino hacia la educación de hijos felices, pero en realidad no es así. Está demostrado que enfrentarse a la adversidad comporta numerosas ventajas.
¿Has oído hablar de la mentalidad de crecimiento? Muchos psicólogos actuales consideran el gran valor de los fracasos para poder crecer. Tu hijo tiene que aprender a fracasar, ya que cada fracaso puede conllevar importantes aprendizajes.
Nuestra recomendación es que le acompañes en sus fracaso, aportándole ideas (que no soluciones) para que consiga enfocar por sí mismo lo que realmente quiere conseguir.
No le des muchas ayudas, únicamente las más imprescindibles. Así podrás contemplar su esfuerzo con el convencimiento de estar ayudándole a crecer.
OBJETIVO 9. Desarrollar hábitos positivos en familia.
¿Qué buenos hábitos podemos desarrollar en familia? Además de las recomendaciones repartidas por este monográfico sobre felicidad infantil, te hacemos algunas propuestas:
Usa cualquier oportunidad cotidiana para practicar valores. Por ejemplo, escuchar a un músico que toca en un parque o en la calle para ganarse la vida, practicando la empatía, la admiración y la generosidad.
Considera la práctica la meditación como recurso individual o familiar para pensar desde la calma y encontrarte contigo mismo.
Enseña a tu hijo a ser agradecido. Enséñale también a perdonar a los demás.
Expresa gratitud en familia: durante la cena, en momentos en que estéis reunidos.
Anímale a escribir un diario personal, que le ayude a focalizar su espiritualidad y su propósito.
Enséñale a dar las gracias al levantarse y/o al acostarse. Algunas personas lo hacen con un diario de gratitud. Actualmente hay evidencias científicas que demuestran que, en muchos casos, estas prácticas son tan eficaces o más que el uso de psicofármacos, para mitigar la depresión.
Anímale a practicar ejercicio físico, haciéndole ver sus ventajas.
Disfruta tú mismo de la vida, valorando y agradeciendo lo que te ha sido dado.
OBJETIVO 10. Predicar el amor incondicional.
El entorno familiar es el mejor contexto posible para que un niño o un adolescente comprenda qué es el amor incondicional. En muchas de nuestras guías hacemos ver a las familias que, en realidad, el amor y la amabilidad de los padres no están reñidos con los límites. Es lo que en la actualidad se conoce como disciplina positiva: educar con límites desde el amor y el respeto. Precisamente porque quieres a tu hijo sabes que eso es lo bueno para él. Y puedes hacérselo ver desde el amor y la firmeza.
Una disciplina bien entendida será el caldo de cultivo perfecto para desarrollar todos los objetivos anteriores, orientándole a una vida feliz.
Esto es lo que NO AYUDA a tu hijo a ser feliz
En este apartado hemos querido reflejar algunas de las costumbres familiares que más dificultan el desarrollo saludable de los hijos.
CÓMO HACER UN HIJO INFELIZ EN CUATRO SENCILLOS PASOS
1. Fomenta su perfeccionismo emocional, animándole a que esté siempre feliz, le pase lo que le pase.
2. Dale cuantas experiencias y bienes materiales desee, en contra del valor de la austeridad.
3. Prémiale y gratifícale de forma incondicional, infravalorando la importancia de que se esfuerce para conseguir lo que quiere.
4. Soluciónale sus problemas de inmediato, sin darle la oportunidad de afrontarlos él mismo.
ERROR 1. En primer lugar, encontramos que algunas familias, como resultado de una idea de felicidad mal entendida, invitan a sus hijos a huir de las emociones desagradables que pueden experimentar a consecuencia de las experiencias cotidianas. ¿Cuántas veces les decimos “no te enfades”, “no estés triste”? Tal y como indicábamos en uno de nuestros objetivos, es mejor ayudarles a manejar emociones intensas. El enfado, la frustración, la tristeza, el miedo, la culpa… pueden ser en muchas ocasiones sanas y adaptativas, ya que advierten a tu hijo de que hay circunstancias que deben cambiar. Nuestro consejo es que no intentes evitárselas. No podemos pretender que siempre estén felices, como tampoco podemos conseguir que todo les salga bien. Esas emociones menos agradables forman parte de la condición humana y nos ayudan a evolucionar. Es más recomendable, por lo tanto, ayudar a tu hijo a aceptarlas y regularlas, sin fomentar un “perfeccionismo emocional” que solo haría esconder lo que realmente siente.
En realidad, las tecnologías y las redes sociales ya producen una influencia encaminada a ese perfeccionismo, mostrándole a tu hijo una felicidad ficticia en muchas ocasiones. Desde la psicología se conoce que la felicidad permanente no existe. ¡No experimentar emociones dolorosas no es posible! Una buena educación emocional puede contrarrestar esa sensación de desdicha que le puede producir a tu hijo compararse con personas tan perfectas, felices e ideales. Ayúdale a conseguirlo entrenándole en distinguir cuáles de sus emociones le sirven y cuáles no, y qué aspectos de su vida le están invitando a reconducir dichas emociones.
ERROR 2. Otro de los errores habituales que hemos encontrado en la crianza es la abundancia como medio de alcanzar la felicidad. Los bienes materiales no nos acercan a la felicidad. En ocasiones, todo lo contrario, ya que nos hacen depender de ellos para ser felices. Puedes tener de todo y ser infeliz y viceversa. “Lo pobres que son y lo felices que parecen” comentaba un hijo asombrado, cuando conoció a otros niños que vivían en el desierto marroquí con limitados bienes materiales.
Muchas familias gratifican a sus hijos muy intensamente con premios materiales. En ocasiones exagerados, olvidándose de la importancia de la austeridad como valor fundamental.
ERROR 3. Algunos padres olvidan también que educar en el esfuerzo es muy importante para que niños y adolescentes aprendan a valorar lo que tienen y lo que han conseguido por sí mismos. Un niño que se esfuerza para conseguir algo que desea intensamente, lo valora más, se siente más orgulloso de sí mismo en cada logro, tiene mejor autoestima y se ve más capaz de perseguir retos cada vez más difíciles. Creemos que los padres debemos darles esa oportunidad de crecimiento, no poniéndole las cosas demasiado fáciles. Mira aquí más ideas por edades para educar en el esfuerzo.
ERROR 4. Esto guarda relación con el último de los errores frecuentes que hemos encontrado asesorando a familias en su crianza: la sobreprotección. A veces, las familias, con la mejor de sus intenciones intentan ponerles a los hijos las cosas demasiado fáciles, impidiendo que aprendan a enfrentarse a dificultades. Creemos que los niños deberían aprender a enfrentarse a sus problemas de forma gradual. Esto también mejoraría su seguridad en sí mismos. Nuestro acompañamiento puede hacer que los hijos vean las dificultades como una oportunidad, que entiendan que son capaces de hacerse fuertes, resistentes, desarrollando esa cualidad tan importante para su vida adulta que es la resiliencia. Por eso, nuestro último consejo es que no le resuelvas aquellas situaciones en las que, con algo más de tiempo y/o esfuerzo, él mismo es capaz de encontrar una solución. Tal y como decía María Montessori: “Cualquier ayuda innecesaria es un obstáculo para un niño”.
Lo que puedes aprovechar para ti mismo y para convertirte en un modelo de felicidad
¿Se puede educar hijos felices desde la propia felicidad? Claramente, sí. A lo largo de este monográfico hemos recogido algunas de las recomendaciones más interesantes sobre la felicidad. A nuestro modo de ver, y a modo de conclusión, creemos que una de las claves es intentar poner en práctica nosotros mismos todos estos objetivos y recomendaciones. Procurar llevar una vida más simplificada y acercarnos al verdadero concepto de felicidad como padres contribuirá a criar hijos más felices.
Darnos permiso, además, para ser padres imperfectos, lo suficientemente buenos, asumiendo que podemos cometer errores en la crianza y enmendarlos de forma acorde a nuestros valores supondrá así mismo un poderoso ejemplo de lo que supone el crecimiento personal.
Si deseas encontrar alguna recomendación más específica sobre la educación en valores o unos hábitos de convivencia en familia más saludables, te animamos a que consultes nuestras guías y artículos al respecto, descargables de forma gratuita en nuestra web. Estamos seguros de que te podrán acompañar en la fascinante tarea de educar.
#Familia #Padresehijos #Emociones #Espiritualidad #Relacionessociales #Ambientepositivo #Austeridad #Autocuidado #Gratitud #Nuevastecnologias
Copyright (c) 2022 Educamos en Familia
Nos reservamos todos los derechos