¿Qué hacer con el niño perfeccionista que se frustra con facilidad?
¿Quieres poner solución a los enfados por frustración de tu hijo? ¡Sigue leyendo! Desde la Fundación Educamos en Familia te damos algunos consejos para gestionar mejor su frustración
Hay veces que los niños reaccionan con enfado, con pataletas, llorando, o desanimándose y desistiendo de su tarea cuando no son capaces de hacer las cosas como ellos quieren, ya sean los deberes del colegio, o cualquier otra tarea como un puzzle o una construcción de Legos.
Cuando son muy pequeños no son capaces de aplazar lo que les resulta gratificante y cuando sus esfuerzos no tienen el resultado deseado o inmediato se cansan, enfadan y acaban abandonando la tarea.
A medida que van creciendo aprenden a tolerar mayores dosis de frustración, siempre que se lo permitamos y que no les sobreprotejamos para ahorrarle ese malestar. Si les dejamos afrontar sus propios problemas, y dificultades irán aprendiendo a tolerar mayores dosis de frustración y a buscar otras formas de resolver sus problemas
Puedes ayudar a tu hijo de muchas maneras:
Te ofrecemos unas sugerencias útiles y practicas que nos ofrece el psicólogo Stephen Garber.
- Lo primero es darte cuenta del origen de su frustración.
Si este es el caso de tu hijo, te aconsejamos averiguar por qué el niño se comporta así, qué presiones ya sean internas o externas está sufriendo.
Quizá sea cansancio. Asegúrate que duerme lo suficiente. La mayoría de los niños cuando están cansados lloran y se frustran con mayor facilidad o encuentran más difíciles los obstáculos naturales de la vida.
- Revisa su horario. ¿Está excesivamente cargado? Hoy día todos los padres queremos que nuestros hijos hagan muchas cosas y a veces las tareas extraescolares pueden llegar a desbordarles. No te olvides que para un niño es igual de importante descansar, jugar, estudiar o aprender cosas nuevas. Si ves que está agobiado por las tareas extraescolares, nada como que se las recortes.
- Otra causa puede ser que el niño sea excesivamente perfeccionista, que se plantea unas metas y objetivos poco realistas.
- Enséñale a identificar sus emociones. Es muy importante que el niño comprenda que le está pasando y tú puedes ser de gran ayuda enseñándole a identificar estas emociones y a expresarlas de forma apropiada. Hazle preguntas del tipo ¿cómo te sientes ahora? ¿qué te preocupa?, ¿qué temes que puede pasar si no acabas esta tarea?, ¿qué consecuencias puede tener no acabar la tarea o no hacerla perfecta?
- En ocasiones las presiones vienen del exterior a veces son los propios padres los que presionan al niño exigiendo el máximo rendimiento en las tareas escolares y en las tareas extraescolares. Exigen al niño notas extraordinarias en todas las asignaturas, que además sea un buen deportista, toque un instrumento, etc… En otras ocasiones son los maestros o la escuela. En este sentido es muy importante hablar con el profesor y coordinarse con el colegio para ofrecer al niño la ayuda necesaria por ambas partes
- Hazte consciente de tu lenguaje no verbal. A veces podemos mostrar, sin darnos cuenta señales de desaprobación o de impaciencia cuando el niño no hace las cosas como nosotros queremos que las haga.
- Y finalmente, es muy importante que el niño tenga oportunidad de hacer cosas en las que se desempeña bien. Para ello es bueno conocer sus talentos, lo que se le da bien y dejarle que practique esas habilidades con éxito. Esto le hará sentirse bien y mejorará la confianza en sí mismo
Posiblemente analizando las fuentes de presión habrás descubierto ya muchos recursos para reducirla y prevenir altos niveles de frustración.
A continuación te ofrecemos algunos recursos que puedes enseñar a tu hijo y que le ayudarán a manejar su frustración:
1) Enséñale técnicas de relajación o mindfulness para niños. Todos rendimos más y nuestro ánimo está mejor cuando estamos relajados. La respiración abdominal también nos ayuda a no dejarnos desbordar por las emociones.
2) Valida sus sentimientos de frustración. “Pedro yo te entiendo, a lo mejor este dibujo no te ha salido todo lo bien que tú querías pero lo importante es que te has esforzado y has buscado dar lo mejor de ti. Otro día te saldrá mejor”.
3) También puedes enseñarle a conocerse mejor. Explícale las características del perfeccionismo, que es causa de que nunca estemos contentos con lo que hacemos. Que lo prioritario es participar, esforzarse y no es tan importante el resultado.
Ayuda a tu hijo a descubrir las posibles situaciones frustrantes y a buscar soluciones alternativas. Por ejemplo: si tiene un partido de fútbol lo importante no es sólo ganar. Explícale las ventajas de jugar, de pasarlo bien, del ejercicio físico, de ir mejorando cada día. Si está haciendo un puzzle no encuentra una determinada pieza, “Puedes buscar otra y seguir por otro lado, si la has buscado durante un tiempo, a lo mejor el próximo día más descansado y en otro momento seguro que la encuentras”
4) Practicar con el ejemplo. Como siempre te insistimos, lo importante es que seas un buen modelo. Si ellos te ven enfadarte o hablar mal cuando las cosas no te salen como quieres, tendrán buenas razones para hacer ellos lo mismo.
5) Enséñale a hablar consigo mismo con un auto diálogo constructivo. “Bueno si no lo logro esta vez voy a seguir intentándolo, pero no he de olvidarme que estoy haciendo un puzzle para pasarlo bien y que esto no es una carrera de vida o muerte”
6) Ayúdale a pedir ayuda. Hay niños a los que les cuesta pedir ayuda, lo ven como una señal de debilidad. Enséñale a tu hijo a pedir ayuda, aunque siempre es mejor que enseñes a tu hijo a intentarlo por sí mismo, a buscar la solución primero por su cuenta y una vez que lo ha intentado el solo, puede pedir ayuda
7) Analizad juntos las consecuencias reales de no hacer las cosas todo lo bien que desearía. Que aprenda a no magnificar las consecuencias: “Que pasa si tardo más tiempo en hacer un puzle o qué pasa si en este partido de fútbol no he jugado tan bien como me gustaría, no pasa nada, cada vez que juego estoy aprendiendo, estoy mejorando, o si este examen no me ha salido tan bien como esperaba?.”
8) Quizá puedas exponerle en casa a situaciones en las que no haga las cosas de forma perfecta y comprobar que las consecuencias no son terribles.
Si está haciendo un dibujo no tiene porque salirle perfecto y que aprenda con tu acompañamiento a disfrutar por hacer las cosas y no por el resultado.
Aprovecha alguna actividad conjunta para ver que no es tan importante la perfección. La cocina es una oportunidad para esto. Podéis hacer unas croquetas, unas rosquillas o una tortilla y comprobar que pueden estar muy ricas, aunque no sean perfectas y que se puede ir mejorando con el tiempo.
En la actualidad muchas familias, cuando juegan a juegos de mesa lo hacen sin que gane ni pierda nadie lo que puede ser un truco para eliminar la experiencia incómoda de perder en el niño, pero como ya imaginarás, esto no ayuda a que aprenda a tolerar su frustración.
Es bueno, por ejemplo que, jugando al parchís, a las damas o a la oca aceptar que uno gana y otro pierde y que experimenten y gestionen la experiencia de perder.
Hacerles ver que es un juego, que lo importante es divertirte jugando, que no pasa absoluta nada por perder y que experimenten y normalicen esa experiencia.
9) Es muy importante recordarle al niño lo importante que es la constancia y el esfuerzo, elogiarle por ello y no tanto los resultados ni el éxito.
10) También es útil enseñarle a dividir las tareas en pasos pequeños que puede llevar a cabo de una en una. Aumenta la sensación de éxito y la motivación.
11) Si su frustración tiene que ver con el ámbito escolar, puedes enseñarle técnicas de estudio. Subrayar, hacerse resúmenes, mirar las palabras importantes en el diccionario le puede ayudar en sus tareas.
Esperamos que estas ideas te resulten útiles para ayudar a tu hijo a gestionar mejor su frustración. Pero recuerda que la mejor forma de aprender a hacerlo es a través de las propias experiencias frustrantes.
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