¿Qué entendemos por autoestima?
Este artículo es el primero de una serie que trata la autoestima. Nuestro objetivo es poder brindarte una guía en la que encuentres respuestas a las preguntas que te pueden surgir a la hora de educar en este valor, pautas sobre cómo cultivarlo y recursos prácticos en los que te puedes apoyar.
1. ¿Qué entendemos por autoestima? (estás aquí)
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¿Qué entendemos por autoestima?
El concepto de autoestima ha evolucionado y se ha ido enriqueciendo con el paso de los años.
Hasta ahora la autoestima se abordaba desde la búsqueda del alivio de la ansiedad que producía el cometer errores, no sentirse bastante valioso o rechazado por parte de los demás. Esto desencadena actitudes como por ejemplo, preguntarle a los demás nuestras cualidades o convencernos “a la fuerza” de que hacemos las cosas bien. Pero la realidad es que esto, es luchar contra las evidencias. Siempre tendremos alguna imperfección, alguien al que no le caemos bien o algo que mejorar.
Por eso en la actualidad la autoestima se trabaja desde otra perspectiva. Está más centrada en aceptarnos en nuestra totalidad, considerando el concepto de uno mismo como el resultado de la valoración de nuestros talentos y nuestras limitaciones. Reconociendo nuestra fortaleza y vulnerabilidad en igual medida.
Asumimos que somos frágiles y que podemos cometer errores como lo puede hacer cualquier ser humano pero que podemos aprender de ellos.
En esta definición se resume lo anterior:
La autoestima se define como la valoración que hacemos de nosotros mismos. Esta valoración se ve influida en gran medida por la aceptación o no de nuestros puntos fuertes y débiles y del concepto que tenemos de nosotros mismos.
Hablamos de una autoestima sana cuando tenemos una visión positiva de nosotros mismos. En esta valoración incluimos nuestras virtudes y talentos y nuestras limitaciones e imperfecciones, tomando una actitud compasiva y de aceptación. Y al contrario, hablaríamos de baja autoestima cuando la interpretación que hacemos sobre nosotros mismos es negativa y somos excesivamente críticos con nosotros mismos.
Pero no te olvides que hay que aceptar la imperfección y la fragilidad como elementos intrínsecos a la naturaleza humana y contemplar esta realidad con amabilidad hacia uno mismo. No podemos pretender ser perfectos o gustarle a todo el mundo. Siempre tendremos puntos débiles y no pasa nada. Asumir esta realidad, favorecerá que tu autoestima se mantenga estable.
¿Por qué es importante tener una autoestima sana?
La autoestima es un elemento esencial porque influye en el desarrollo social, afectivo e intelectual del ser humano. Analicemos como se traduce esto en el día a día:
Es un elemento básico para la felicidad. Apreciarse a uno mismo es ingrediente indispensable para ser feliz. Aceptarse con lo bueno y lo malo es liberador.
Repercute en el desarrollo de las habilidades sociales. Cuando uno está seguro de sí mismo, se siente más capaz de afrontar retos sociales. De hecho, se ha comprobado que los niños con una sana autoestima son menos tímidos y mejor aceptados y valorados por sus compañeros.
Mayor sensación de control. Las personas que tienen una autoestima sana suelen responsabilizarse más de sus actos. Es decir, tanto los éxitos como los fracasos los atribuyen a su comportamiento y características y no tanto a las circunstancias externas.
Mejora el rendimiento. Por ejemplo, el área académica tiene una gran importancia en la percepción global que tiene de sí mismo el niño o adolescente. No podemos olvidar que la mayor parte de su tiempo y esfuerzo lo dedican al estudio de modo que cuando los resultados son buenos, la percepción de sí mismo mejora y eso les motiva para seguir trabajando duro. Sin embargo cuando la autoestima está baja y tiene un pobre concepto de sí mismo, la motivación y capacidad de esfuerzo disminuye dando lugar a peores resultados. Esto que ocurre con los niños, también pasa con los adultos. Cuando nos creemos capaces, somos más productivos y los resultados son mucho mejores.
Aumenta la autonomía y seguridad en sí mismo. Para conseguir la independencia, el niño tiene que creer que puede lograr sus metas haciendo uso de sus propias fortalezas. Si cree que puede, dará el paso e irá siendo cada vez más autónomo. Además, cuando uno está seguro de sí mismo no le da tanta importancia a opiniones o juicios externos sino que se va guiando por su propio criterio y si falla, aprende de sus errores sin torturarse por haberlos cometido.
Desarrollan cualidades como la creatividad, ingenio o pensamiento crítico. La sana autoestima impulsa y motiva. Da alas. De hecho, los chicos que se sienten seguros no tienen miedo a salirse de vez en cuando de lo establecido y se atreven a innovar y emprender proyectos y aventuras nuevas.
Gestionan mejor los conflictos y situaciones difíciles. La autoestima sana ayuda a no centrarse en la culpa o el fracaso y a tomar una actitud más positiva y constructiva. Se orientan más a buscar soluciones o alternativas de mejora porque no se bloquean ante los errores.
Mejor salud y longevidad. Una buena autoestima hace que nos valoremos más y por tanto que cuidemos más de nuestra salud. De hecho, precisamente porque nos apreciamos, asumimos menos comportamientos de riesgo.
¿Cómo saber si mi hijo tiene una autoestima sana o baja?
Aunque no se pueden hacer generalidades, se ha comprobado que los niños y adolescentes con sana autoestima suelen compartir una serie de características, y los que la tienen baja, otras. Veámoslas:
Sana autoestima
Hacen amigos con facilidad. Les gusta relacionarse con los demás y disfrutan de la compañía de otros. Se sienten seguros y toman actitudes activas en sus relaciones.
Se sienten capaces. En general tienen iniciativa y curiosidad por probar cosas nuevas y enfrentarse a retos. Creen que pueden afrontar bien lo nuevo y se lanzan a experimentar.
Asumen mejor las responsabilidades. Consideran que tienen capacidad para desempeñar las tareas que les mandan, por eso no se bloquean o agobian ante sus obligaciones o las peticiones de los demás.
Son más decididos. No se dejan llevar tanto por las opiniones de los demás y se fían de su propio criterio. Son menos indecisos, suelen tomar buenas decisiones y resolver mejor los conflictos.
Reconocen sus errores y sus logros. Ni se avergüenzan de sus errores ni le quitan valor a sus logros. Se relacionan bien tanto con lo uno como con lo otro y aunque intentan mejorar y aprender de sus errores, no se machacan ante sus fallos.
Aceptan mejor las frustraciones. Aunque a nadie le gusta que las cosas salgan como no quieren, se enfadan menos y son más capaces de gestionar emociones negativas como la frustración, enfado o vergüenza.
Experimentan todo tipo de emociones, tanto las agradables como las desagradables pero en ambos casos, son capaces de controlar mejor sus emociones y no dejarse arrastrar por ellas.
Baja autoestima
Buscan llamar mucho la atención. Interrumpen, intentan agradar por todos los medios, tienen berrinches… Estas conductas son muy típicas de momentos concretos del desarrollo evolutivo por eso no siempre que aparezcan, significará que la autoestima sea baja.
Se relacionan poco con los demás. Creen que los demás piensan mal de ellos o que se van a dar cuenta de sus defectos por eso no participan mucho, evitan relacionarse con personas de su edad o prefieren jugar solos.
Son miedosos. Suelen tener muchos miedos pero sobre todo, temen equivocarse. Creen que no tienen capacidades suficientes y por eso no participan en clase o se mantienen en silencio durante las conversaciones.
Pueden estar tristes. Encuentran motivación en muy pocas cosas, se sienten inferiores a los demás, piensan que las cosas no les salen bien…
Son perfeccionistas y autoexigentes. Nunca creen que el resultado es bueno por lo que dedican un esfuerzo inmenso en hacer las cosas y eso les roba mucho tiempo. Aun así, con frecuencia pueden tener la sensación de no conseguir un resultado adecuado. Esta exigencia puede ser en un área de la vida o en varias.
Son muy negativos. La mayoría de las cosas les parecen mal, nunca están conformes, les irrita casi todo… Se acaban convirtiendo en compañías poco apetecibles e incluso en ocasiones pueden tener problemas con los demás por ser demasiado susceptibles o agresivos.
Detestan los cambios. No se sienten con recursos suficientes para hacer frente a los problemas y se bloquean ante nuevos retos. Prefieren mantenerse en su zona de confort y no salirse de sus rutinas.
Pero como decimos, son características generales y pueden estar motivadas por otras razones además de por tener una sana o baja autoestima. Aun así nos puede servir de guía para explicar determinados comportamientos.
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