PRINCIPIO 5. APRENDEMOS DESDE LA EMOCIÓN
Los seres humanos estamos definidos por aquello que sentimos. La psicología ha demostrado que la emoción está muy ligada al aprendizaje, de modo que las emociones agradables, (por ejemplo, estar tranquilos o ilusionados) facilitan que las personas aprendan más y mejor, no solo de cuestiones académicas, como las ciencias o las matemáticas, sino también respecto a situaciones sociales. Hoy en día los adelantos en neurología lo corroboran. La emoción determina el pensamiento y, por lo tanto, el aprendizaje, influyendo en el razonamiento, la memoria, las decisiones que tomamos, etc.

Cuando un niño o un adolescente se siente emociones agradables como ilusión, curiosidad, alegría o motivación por aprender a hacer algo nuevo o por mejorar su comportamiento, su sistema estará comprometido para hacerlo con mayor rapidez. Por eso es tan importante educar desde la calma y a través de un ejercicio de disciplina amable y respetuosa, en el que tu hijo pueda desarrollarse desde un vínculo seguro.
Sucede lo contrario si tu hijo está invadido por emociones intensas desagradables. Un niño atemorizado o frustrado tendrá más dificultades para mejorar, por lo que aquellos intentos de educar que parten del miedo o de las amenazas suelen tener peores resultados. Un niño asustado es más probable que pueda bloquearse, actuar con torpeza o precipitación.
Recuerda que somos partidarios de educar con disciplina, una disciplina firme, en la que se establezcan límites y se moldeen los comportamientos incorrectos o inadecuados, con normas que ayuden a los hijos a mejorar cada día. Pero la disciplina no está reñida con el amor y el respeto a los hijos, sino todo lo contrario. Cuando nos sentimos bien aprendemos mejor. Y este hecho pone en relevancia la importancia de establecer un vínculo sano entre padres e hijos, un nexo de unión y de amor en el que eduquemos desde el ejemplo, les acompañemos al aprendizaje de nuevos comportamientos y les corrijamos con cariño y firmeza aquellas cosas que no hacen bien, (sin herirles y sin dañar su amor propio).
Conseguir un vínculo de apego adecuado es fundamental, por lo que hemos desarrollado algunos artículos específicos sobre este tema que puedes consultar en nuestra web. También puedes encontrar consejos prácticos para desarrollar un apego seguro con tus hijos.
Sin embargo, un buen vínculo parental no es garante de una educación exenta de dificultades. El asunto es que, desafortunadamente, durante la crianza la familia estará expuesta a muchos momentos en los que tendremos que corregir, poner límites, reconducir comportamientos de los hijos, etc. Y todo ello hará que las emociones desagradables como el enfado, la tristeza o el miedo salgan a flote y protagonicen momentos del día a día en familia. Entiende estas situaciones como necesarias. Estaría muy bien poder educar siempre desde la felicidad o la calma, pero ya sabemos que esto no es posible. Las dificultades cotidianas son grandes oportunidades para moldear el comportamiento de los hijos y por lo tanto no deberíamos evitarlas. Que tu hijo sienta emociones desagradables cuando hace algo mal o las cosas no le salen como le gustaría es bueno y, además, supone una oportunidad para que aprenda y mejore y se fortalezca. Es por eso por lo que no deberíamos evitárselas. Si quieres que tu hijo aprenda, ayúdale a escuchar esas emociones para que aprenda a regularlas, sacando conclusiones de las situaciones incómodas que se le presenten, por ejemplo, un fracaso en un examen o un desengaño amistoso. No le evites a toda costa, las experiencias que la vida naturalmente le presenta y que generan emociones desagradables. Mejor ayúdale a gestionarlas y atravesarlas de tu mano y con tu apoyo.
Si estás interesado en leer más sobre esto puedes revisar estas y otras entradas en nuestra web:
Después de aceptar la importancia y utilidad de las emociones desagradables en el día a día de los niños, nos parece práctico y beneficioso compensar estas con la oportunidad de que los hijos vivencien situaciones cargadas de sentimientos agradables, como la calma, la ilusión, la gratitud, la admiración o la alegría.
Recuerda que un ser humano se construye desde la emoción, desde el apego y el amor. Por ello, te animamos a que procures la búsqueda de dichas emociones agradables durante la convivencia familiar y le ayudes a gestionar y atravesar las desagradables. ¿Cómo?
Promoviendo un ambiente familiar positivo. (Claves para conseguir un ambiente familiar positivo: parte I y Claves para conseguir un ambiente familiar positivo: parte II)
Estableciendo una conexión positiva con tus hijos.
Combatiendo el estrés familiar con sentido del humor.
Cultivando tradiciones y costumbres familiares como pilar para conseguir una familia fuerte.
Practicando el optimismo en familia.
Como ves, la educación familiar consciente es esa maravillosa combinación entre momentos difíciles, de esfuerzo y aprendizaje y otros en los que disfrutaréis de vivencias maravillosas e inolvidables. En todas estas situaciones las emociones juegan un importante papel en el desarrollo y aprendizaje de tus hijos.
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