NO TE CONFUNDAS: CASTIGAR NO ES PEGAR. El castigo físico esta totalmente desaconsejado
Pese a que el castigo es una herramienta muy útil en la crianza para cambiar comportamientos inadecuados, se trata de una técnica que hay que saber aplicar. Amplía la información sobre el castigo en este artículo. A lo largo de los siglos, algunas familias han hecho uso de los castigos de forma inadecuada y desmesurada, utilizando la violencia verbal (insultos, gritos) y física (empujones, cachetes, etc.). Afortunadamente, los tiempos están cambiando. En la actualidad se respetan mucho más los derechos infantiles y es menos frecuente presenciar un trato vejatorio y violento de un adulto hacia un niño.
Este es el quinto artículo de la colección: ESCUELA DE FAMILIAS. Una serie de artículos en los que damos pautas y recursos para hacer frente a los problemas cotidianos en la educación.
En este artículo analizamos la indudable ineficacia del cachete y otros castigos físicos como recurso para educar. Como podrás comprobar, se han documentado muchas desventajas y consecuencias indeseables asociadas a estas prácticas. Sabemos que resulta poco necesario, pero pensamos que es importante comprender, desde el punto de vista de la psicología, los inconvenientes que tanto desaconsejan utilizar el castigo físico en niños y adolescentes.
¿POR QUÉ LA PSICOLOGÍA ARGUMENTA QUE EL CASTIGO FÍSICO NO SE DEBERÍA UTILIZAR?
Para empezar, el castigo físico (golpear, zarandear o dar un azote a un niño) no es algo necesario ni útil si tu objetivo es educar. Existen muchos otros recursos.
No es un recurso que nos ayude a acabar con la mala conducta. Los niños no aprenden a portarse bien. Es probable que el aprendizaje consista seguir haciéndolo, pero sin ser descubiertos.
Tampoco facilita el aprendizaje de habilidades, ya que lleva a los niños a ser retraídos e inseguros.
Con el castigo corporal fomentamos la agresividad en los niños. Los hijos aprenden más de lo que hacemos que de lo que les decimos, por lo que es probable que entiendan que el castigo físico es una opción a la hora de relacionarse, (con sus hermanos, con amigos e incluso con vosotros mismos).
Los niños aprenden a utilizar el castigo con otras personas. Al agredirles les transmitimos la idea de que pegando se solucionan los problemas.
Con el castigo físico, algunos niños desarrollan un carácter desafiante, agresivo y con poco autocontrol.
¿QUÉ DESVENTAJAS TIENE EL USO DE LA VIOLENCIA PARA EL AMBIENTE FAMILIAR?
El castigo físico genera hostilidad y resentimiento hacia la persona que agrede, (en este caso sus padres).
Los padres somos sus figuras de protección y afecto. Deberíamos enseñarles, pero no agredirles. El castigo físico altera el sistema de apego familiar, convirtiéndolo en un apego inseguro.
La práctica de castigos físicos en la familia fomenta entre padres e hijos una relación hostil, apareciendo emociones como el rencor, el odio, el miedo y el rechazo.
Cuando los padres usan el castigo corporal y la violencia verbal, se dificulta la comunicación familiar.
Los niños que son agredidos se acostumbran, por lo que el castigo físico tiene que ser mayor cada vez. Esto nos puede llevar a maltratar aún más al niño.
Cuando los hijos van creciendo, los castigos físicos suelen hacerse también mayores, lo que puede desembocar en situaciones de violencia intrafamiliar, con adolescentes que se “defienden” o agreden física y verbalmente a sus padres o hermanos.
¿POR QUÉ SE USA LA VIOLENCIA PARA EDUCAR?
Muchas veces, este tipo de situaciones en las que se escapa un cachete o te descubres a ti mismo zarandeando a tu hijo, son el resultado de no estar interaccionando desde la calma. Es fundamental estar tranquilo a la hora de educar. Y sabemos que en ocasiones es difícil.
La violencia normalmente aparece cuando proyectamos nuestro enfado en ellos. Muchos padres que dan una bofetada a sus hijos son muy conscientes de que no es correcto. Lo hacen porque pierden el control.
Por otro lado, otros padres que gritan o golpean a sus hijos para corregirles lo hacen porque no son capaces de utilizar otros recursos. No saben hacerlo de otra manera o no se sienten incapaces.
Algunos padres se encuentran desbordados por las situaciones familiares, personales, laborales… y no son conscientes de la importancia que tiene el distanciar el estrés adulto de los momentos de crianza. En nuestra web hemos escrito algunos consejos sobre este tema: Qué hacer para que el estrés que sufres no impacte en el desarrollo de tus hijos.
En cualquiera de los casos, tomar conciencia de lo inadecuado de esta práctica nos ayuda a intentar replantearnos qué está pasando, cómo podemos trabajar en nuestro propio autocontrol y adquirir otras herramientas más eficaces y sensatas.
Si en alguna ocasión se te ha “escapado” un cachete o has sentido que te comportabas con violencia hacia tu hijo, intenta analizar los motivos que te llevaron a ello y valora cómo podrías hacerlo mejor. Sabemos que, en la crianza, siempre queremos educar desde nuestra mejor versión, pero también es cierto que los padres perfectos no existen. ¿Qué puedes hacer en estos casos?
Practica la compasión hacia ti mismo. Todos nos equivocamos.
Valora la situación desde una culpa sana que te ayude a no repetir lo que ocurrió.
Estudia y recurre a otras técnicas de crianza más positivas (y, por cierto, más eficaces), que te ayuden en la difícil tarea de educar.
En nuestra sección de escuela de familias Escuela de Familias Online | Educamos en Familia podrás encontrar recursos eficaces.
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