La importancia de ser paciente
La paciencia se podría definir como la capacidad para tolerar, desde la calma, las distintas contrariedades, molestias o esperas que la vida nos pone por delante.
En un mundo en el que la inmediatez se ha convertido en una constante, parece más necesario que nunca cultivar la paciencia. Hemos llegado a un punto en el que hemos normalizado conseguir de forma rápida muchas de las cosas que necesitamos (o que creemos necesitar). ¿Te apetece mucho leerte un libro? Lo compras por internet y escoges la opción de envío urgente. ¿Necesitas contarle a alguien algo? Le llamas inmediatamente, aunque esté en la otra punta del mundo. ¿Quieres comer algo pero no te apetece cocinar? Haces un encargo a domicilio y en poco tiempo tienes la comida servida en la mesa. Sin duda, este tipo de avances nos han mejorado la vida pero también nos conduce a experimentar altas dosis de frustración cuando las cosas no ocurren al ritmo que nos gustaría.
Además, esta tendencia a la inmediatez nos impide en muchas ocasiones valorar y disfrutar de la vida. Nuestra capacidad de asombro y regocijo puede ir desapareciendo si buscamos la inmediatez continuamente. También puede llegar a dificultarnos la capacidad para afrontar los retos con éxito debido a las prisas y la impaciencia.
Nos gusta mucho esta reflexión:
“La paciencia no es sólo la habilidad de esperar, sino la habilidad de tener una buena actitud mientras se espera” Joyce Meyer
Sin duda define muy bien lo que para nosotros es la paciencia y la actitud que debemos tener para conseguirla.
No te preocupes si te consideras una persona impaciente. La buena noticia es, que es un valor que podemos trabajar y fortalecer. En esta guía te contaremos cómo conseguir que tanto tú como tus hijos, ganéis en paciencia.
¿Por qué es importante practicar la paciencia?
Hemos recapitulado algunos de los principales beneficios que la paciencia nos aporta. Veamos uno por uno:
Nos ayuda a tolerar mejor los contratiempos. Así es. La paciencia aporta calma y perspectiva cuando las cosas no salen como esperábamos. La frustración se reduce y nos enfocamos hacia posibles soluciones constructivas.
Contribuye a que tomemos mejores decisiones. Entrenar el cerebro en paciencia nos ayuda a reducir la impulsividad. Nos permite tomar las cosas con más perspectiva y ver las situaciones de forma más objetiva. De esta manera, las decisiones serán más racionales y probablemente, más acertadas.
Mejora las relaciones interpersonales. Una de las principales fuentes de conflicto en las relaciones con los demás tiene que ver con la impaciencia. Ser impacientes genera problemas frecuentes con los demás. Nos lleva a ser muy autoexigentes y a alterarnos si las cosas con los demás no van al ritmo que esperamos. Por el contrario, la paciencia contribuye a que seamos más respetuosos y compasivos con las personas.
Se reducen los conflictos. Las personas pacientes gestionan de forma más eficaz sus emociones y no se dejan arrastrar por ellas. El enfado, la impulsividad, la angustia… se controlan mucho mejor, lo cual contribuye a que el afrontamiento de situaciones difíciles se realice de forma óptima.
Nos protege de experimentar problemas de salud mental. Se ha demostrado en diversos estudios, que las personas pacientes tienen menos probabilidad de presentar problemas como la depresión, problemas de sueño, estrés y otras emociones desagradables (frustración, impotencia…)
Nos permite gestionar mejor las preocupaciones. La impaciencia nos conduce a darle vueltas y vueltas a las cosas. Tenemos la necesidad de encontrar respuestas a nuestras inquietudes de forma inmediata para evitarnos el malestar que genera el no tener todo bajo control. A medida que hacemos esto, nos vamos alejando de la realidad y cada vez es más difícil gestionar nuestras preocupaciones. La paciencia nos aporta sosiego y calma, estados muy necesarios para resolver las dificultades y no obsesionarnos con ellas.
Nos ayuda a respetar las normas con más facilidad. Una de las causas más frecuentes para saltarse normas es la impaciencia. Para adherirse a las normas es esencial tener la capacidad de posponer la gratificación y para eso necesitamos la paciencia. En el ámbito familiar seguro que te has dado cuenta de esto. Por ejemplo cuando se quieren levantar de la mesa antes de tiempo porque quieren volver a jugar. La paciencia sin duda es un aliado estupendo que facilita respetar las normas.
Toleramos mejor la incertidumbre. Precisamente uno de los motivos de la impaciencia es la aversión del ser humano a la incertidumbre. Es un escenario en el que no nos gusta estar y por eso hacemos lo que sea para salir de él. La paciencia nos ayuda a sobrellevarla mucho mejor. Al tener interiorizado que las cosas y procesos llevan sus tiempos, toleramos la incertidumbre sin grandes problemas.