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La caja de cristal


El día del cumpleaños de Silvia se acercaba. Estaba muy ilusionada preparando la fiesta.

Al fin se despertó: ¡El día había llegado!


Su madre y su padre abrieron la puerta de la habitación y le entregaron una gran caja con un enorme lazo.


-Felicidades hija

- Gracias, ¡qué caja tan enorme.!


La abrió y cuál sería su sorpresa al encontrarla llena de pelotas de tenis. Sus padres la preguntaron:

-¿Está llena?

-Sí-contestó Silvia


Entonces cogieron una caja llena de bolitas de caramelo y la echaron dentro de la caja grande. Las bolitas ocuparon los huecos vacíos. Sus padres volvieron a preguntar lo mismo:

-¿Está llena?

-Sí, claro-volvió a contestar.


Por último, añadieron un puñado de arena, que llenó totalmente todo el espacio que quedaba.


¡Ahora sí que está llena! ¡No cabe nada!


Silvia estaba asombrada. No sabía la clase de regalo que sus padres habían comprado este año para ella. A pesar de todo, ella vio el cariño con que sus padres lo hacían y eso es lo que importaba. Entonces les dijo:


-Es un regalo muy original.


Con las pelotas jugaré al tenis. Los caramelos me los comeré poco a poco. Y con la arena... como no estoy en la playa, pues haré un paisaje en una cartulina.

Sus padres se rieron y le explicaron:


-Como eres mayor hemos querido enseñarte algo.

-Las pelotas que en principio habían llenado la caja, representan las cosas importantes de tu vida: Conocer a Dios, tus padres, tus hermanos, tus estudios, tu salud…

-Los caramelos representan las cosas agradables: jugar con tus amigos, jugar a tu deporte favorito, ir al cine. Es importante, pero no imprescindible.

-La arena se mete entre los huecos llenando aún más la caja. La arena representa las cosas menos importantes como la ropa de moda, los juguetes caros o las deportivas de marca. Si metemos primero la arena no habría sitio para las cosas importantes.

-¿Has entendido lo que te queremos explicar?-preguntaron los padres de Silvia-.

-Creo que sí-contestó Silvia-. Primero tengo que hacer en mi vida las cosas importantes, luego las divertidas y por último las cosas que, aunque no tenga, no pasa nada, no importa que las metas en la caja, aunque también caben.

-Lo has entendido muy bien-contestaron los padres de Silvia-. Además, no te ha importado que el regalo sea una caja de cristal con caramelos, pelotas y arena.

- ¡Claro que no! -Dijo Silvia-. Es una caja muy bonita de cristal. Puedo meter muchas cosas.

-Pues mete estos pendientes que tanto te gustaban.

- ¡Al fin me los habéis comprado!

-Creo que el mejor regalo es tener unos padres como vosotros.


Lo que es importante... lo primero. Iremos llenando los huecos poquito a poco con pequeñas cosas. Si damos más importancia a las cosas materiales y llenamos nuestra vida de caprichos, no caben después las que son verdaderamente importantes.

Cuando recibimos un regalo debemos fijarnos en el cariño con que nos lo hacen, el precio no es lo importante.


Lo importante no es el valor material de los regalos, es el cariño que nos demuestran al hacerlos y la compañía de nuestra familia.

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