Cómo puedes hacer que tus hijos sean más compasivos y bondadosos
¿Sabías que son muchos los estudios que confirman que el ser más amable y cultivar la bondad nos ayuda a ser más felices y a disfrutar de mejor salud? De hecho, numerosos investigadores se plantean si los actos altruistas son realmente desinteresados dada la cantidad de beneficios que obtenemos cuando somos amables con los demás.
Las personas más amables viven más tiempo y disfrutan de mejor salud.
Las personas que hacen voluntariado también experimentan menos molestias y dolores.
Ayudar a los demás protege la salud el doble, que el hecho de tomarse una aspirina protege la salud del corazón.
Hacer voluntariado a partir de los 55 años reduce la posibilidad de morir prematuramente en un 44 %.
Parece ser que ser amable es más poderoso que hacer ejercicio físico o que ir a la iglesia.
Incluso puede ser igual de beneficioso que dejar de fumar.
Y esto después de descartar todos los demás factores que influyen como son el ejercicio físico, el género, el hábito de fumar, el estado civil, las creencias espirituales y muchos otros más.
Ayudar a los demás produce lo que los científicos llaman “el subidón de los voluntarios”, lo que supone una sensación física muy especial. Ello es debido a que aumenta la dopamina en nuestro cerebro y nos genera una sensación de euforia.
La naturaleza ha producido estos resultados para que nos animemos a ser amables y generosos con los demás, lo que ha sido de gran ayuda en nuestra evolución, permitiéndonos sobrevivir como especie.
Si nunca lo has experimentado no dejes de hacerlo. No te creas nada, compruébalo por ti mismo. Son muchísimos los casos en los que el hacer voluntariado te ayuda a ser más feliz, a eliminar un estado depresivo y a mejorar tu relaciones con los demás, además de mejorar tu autoestima.
¿Es posible que todas estas cosas tan beneficiosas resulten de ayudar a los demás? Pues sí, efectivamente lo es. |
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Muchos psicólogos aconsejamos a nuestros clientes implicarse en actividades filantrópicas para ayudarles a salir de su depresión y hemos visto en muchísimas ocasiones un cambio importantísimo en su rumbo de vida y en el sentido de su existencia al implicarse en un voluntariado.
Esto resulta igual de cierto en los niños y adolescentes ¿Querrías privar a tus hijos de estos beneficios tan fáciles de conseguir, de esta forma tan sencilla y eficaz, de hacerles más saludables y felices?
¿Pero qué puedes hacer para inculcar y fortalecer este valor en tus hijos?
1. Del mismo modo que cuando enseñamos a cultivar otros valores, lo más importante es que tú mismo seas ejemplo de ese valor. Es decir, ser un modelo de amabilidad, de bondad, de generosidad y voluntariado para tus hijos.
Ser amable o hacer algo por los demás produce endorfinas, a nuestro cerebro le gusta y nos hace repetir ese comportamiento. Pero también las produce en la persona que recibe nuestro acto de bondad y las personas que lo observan. Esto es una evidencia de que siendo tú un modelo de amabilidad y bondad vas a contagiárselo a tus hijos. Muchas investigaciones confirman que los niños altruistas suelen tener un padre que comunica valores altruistas a sus hijos o también que han tenido un cuidador que deliberadamente les ha enseñado a ayudar a los demás.
Y algo muy importante, los padres que expresan emociones positivas hacia sus hijos y utilizan la disciplina positiva, lo que significa ser amable pero poner límites, contribuyen a que sus hijos sean bondadosos y que tengan relaciones más amables con los demás. Lo que no ocurre con los niños hiperprotegidos , consentidos e hiperregalados y que han aprendido a pensar solo en sí mismos.
2. Haz que tus hijos practiquen actos bondadosos: llevar juegos a un hospital infantil, repartir sus juguetes entre niños necesitados, acompañarte a llevar comida a personas necesitadas… Una forma de demostrar su responsabilidad es hacer que se involucren en el proceso. Por ejemplo: que lo den ellos, que pongan su nombre en el paquete que van a regalar o que incluso elijan qué quieren dar a estas personas. Por tu parte, puedes elogiar su entrega y generosidad pero no hay que recompensar de forma material estas ayudas.
3. Fomenta su resistencia y exponle a las necesidades ajenas. Puedes desarrollar la empatía en tus hijos viendo a otras personas que viven peor que ellos y que tienen necesidades que no están atendidas. Ponerse en el lugar de otras personas ayuda a conectar con ellas.
Muchos padres protegen a sus hijos del dolor y el sufrimiento ajeno, evitando que contemplen a otras personas en situaciones dolorosas o necesitadas. Esto no les beneficia, todo lo contrario, la compasión es una emoción positiva, directamente relacionada con la felicidad con el bienestar y la salud.
Dales oportunidades a tus hijos para sentir la compasión y enséñales que la compasión es un regalo, es una forma de dedicar su tiempo, su atención y su energía a los demás.
Es más, se ha comprobado que cuando exponemos a los niños al sufrimiento de los demás no solamente sienten compasión por ellos sino también gratitud por su situación y aprenden a valorar todo lo que tienen.
4. Otro ejercicio que puedes hacer con ellos es dar las gracias por todo lo que tienen y compararse positivamente con los que tienen menos. Valorar lo que se tiene y sentirse agradecido por ello, contribuye a ser más amables y compasivos.
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