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Hacer algo por los demás

“Sé y siento que hacer el bien es la felicidad más auténtica de la que el corazón humano puede disfrutar”.

Jean-Jacques Rousseau

  

“Mientras te afanas en mejorar las vidas de otras personas, la tuya propia se

eleva a las más altas dimensiones

Robin Sharma

 

“El que más sirve, más cosecha, emocional, física, mental y espiritualmente”. Proverbio oriental



Lo que dicen las investigaciones:
Muchísimas investigaciones demuestran que el trabajo altruista, hacer cosas por los demás gratuitamente, contribuye a la felicidad al disminuir el aburrimiento y aumentar la percepción de que se tiene un propósito en la vida y se está trabajando por él. Parece ser que los voluntarios tienen el doble de probabilidades de sentirse felices con ellos mismos que los que no lo son.
Otras investigaciones han descubierto que la satisfacción respecto a la vida aumenta en un 24% gracias a la actividad altruista.
En un programa experimental de investigación se estableció una relación entre la felicidad y el comportamiento servicial. Al ayudar a otros, creamos lazos positivos con la gente y mejoramos la imagen que tenemos de nosotros mismos. El programa comprobó que aquellos que tenían más oportunidades de ofrecer su ayuda se sentían mejor consigo mismos.

El cuento de la diferencia entre el cielo y el infierno:


Érase una vez un hombre que fue a visitar el cielo y el infierno. Cuando llegó al infierno vio un gran puchero lleno de un potaje buenísimo. Sin embargo, los seres allí presentes se estaban muriendo de inanición debido a que los únicos cubiertos que tenían para alimentarse eran unas cucharas con un mango larguísimo, que no les permitía doblar el brazo para llevarse la comida a la boca.

Después se fue al cielo, donde también había un gran puchero con un potaje buenísimo y los mismos cubiertos con un brazo muy largo. Sin embargo, los habitantes del cielo estaban sanos y bien alimentados y se mostraban contentos y sonrientes. El hombre preguntó muy sorprendido cuál era la razón, y el guía que lo acompañaba le contestó: "En el cielo las personas han aprendido a alimentarse las unas a las otras".

Crea un pequeño cielo en la Tierra preocupándote de dar y compartir con los demás.


Existe una relación clara entre la felicidad y el altruismo. Numerosos estudios han demostrado que aquellas personas que se consideran a sí mismas más felices suelen practicar con más frecuencia conductas altruistas que las demás. También parece ser que cuando uno ha experimentado un suceso que le hace sentirse feliz le resulta más fácil ser generoso de forma desinteresada con los demás.


“Ayúdese a sí mismo ayudando a los demás”.
Lou Marinoff

 

Nos proporciona más felicidad dar que contabilizar lo que los demás nos dan. Hacer algo por lo demás hace que nos olvidemos de nosotros mismos, hace que dejemos de mirarnos el ombligo, hace que seamos capaces de descubrir lo privilegiados que somos en comparación con muchos otros y nos permite disfrutar de una relación muy especial con la persona a la que ayudamos.

 

Hacer algo por los demás consigue que nos consideremos parte de la  gran familia humana, hace que nos sintamos unidos a ella.. Hacer algo por los demás desarrolla y despierta lo mejor de nosotros mismos. La mayoría de las religiones coinciden en la importancia del amor a los demás para la plena realización personal y para alcanzar la verdadera felicidad. También coinciden en considerar el egoísmo y el egocentrismo como una de las principales causas de sufrimiento personal. 


“Si contribuyes a la felicidad de otras personas, encontrarás el verdadero bien, el auténtico significado de la vida”.
Dalai Lama

Matthieu Ricard, monje budista, asesor personal del Dalai Lama e hijo del conocido filósofo frances Jean-François Revel, analiza en su libro “En defensa de la felicidad” si la bondad rige el comportamiento humano o sí, por el contrario, es el egoísmo lo que nos gobierna y lo que hace que podamos sobrevivir, tal y como afirman algunas corrientes filosóficas. “Los teóricos de la evolución sostuvieron durante mucho tiempo que los genes favorables a un comportamiento egocéntrico tenían más probabilidades de ser transmitidos a las generaciones siguientes. Como los individuos portadores de estos genes hacen pasar sistemáticamente sus intereses por encima de los de los demás, tienen más posibilidades de sobrevivir y de reproducirse que los altruistas”. Pero Ricard no comparte ese punto de vista. Para él, como para el resto de los budistas, la bondad es connatural al ser humano, la llevamos en los genes.


“El futuro de la humanidad depende de que los seres humanos exploren su propio interior, porque a partir de ese momento se dedicarán a servir a los demás”.
Arnold J. Toynbee

Otros investigadores han llegado a la conclusión de que los individuos altruistas, si se encuentran solos y tienen que enfrentarse a grupos de individuos agresivos y sin compasión por los demás, se acaban extinguiendo. Pero cualidades como el altruismo, la solidaridad y la cooperación, practicadas de forma colectiva, ayudan a sobrevivir al grupo. Incluso parece ser que encierran ventajas para la supervivencia de la especie frente el egoísmo puro y duro. El psicólogo del comportamiento Daniel Bastón ha publicado diversos trabajos que reflejan las revisiones que ha hecho de distintas publicaciones sobre este tema. Bastón sostiene que el ser humano es capaz de ejercer un autentico altruismo generoso y desinteresado, y que este puede ser un rasgo claro y permanente de personalidad en muchos individuos.


“Todos los que son desgraciados lo son por haber buscado su propia felicidad; todos los que son felices lo son por haber buscado la felicidad de los demás”.
Shantideva

 

Para Dan Baker, el altruismo encierra una gran paradoja: dar es recibir. Cuando ofreces algo a otra persona de forma desinteresada, sales ganando. Eres tú el que obtiene más satisfacción, luego recibes más de lo que das. Baker nos cuenta que en un estudio sobre el altruismo llevado a cabo en la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard se puso a los participantes un documental sobre la Madre Teresa de Calcuta, pensado para inducir sentimientos de altruismo y generosidad. A continuación, se midió el nivel de inmunoglobulina A de los participantes, y había aumentado. La inmunoglobulina A es un componente del sistema inmunitario que disminuye con la ansiedad. Por tanto, el estudio demuestra que el altruismo es un antídoto contra la ansiedad y mejora nuestro sistema inmunológico.

 

El doctor Harold Bloomfield, psiquiatra formado en la Universidad de Yale que actualmente es Catedrático Adjunto de Psicología en la Unión Graduate School, sostiene que el hábito regular de ayudar a los demás una vez por semana puede ser tan importante para la salud y la longevidad como hacer ejercicio físico regularmente y llevar una buena alimentación. Además, el altruismo tiene efectos positivos para la comunidad en la que se practique y, por extensión, para el mundo en general.

 

Martin Seligman, del que ya hemos hablado en otros capítulos, demostró en una investigación cómo la felicidad que acompaña al comportamiento altruista es mucho más profunda que la simple satisfacción que obtenemos al cultivar determinados placeres. Para confirmarlo, pidió a sus alumnos que se divirtieran, que practicaran actividades gratificantes (salir con amigos, ir al cine, tomar un helado…) y observaran cómo se sentían. En otro momento, les pidió que se implicarán algún tipo de actividad filantrópica y que observaran también sus propias sensaciones. Los alumnos afirmaron que, después de realizar actos de bondad espontánea, se sentían mejor durante el resto del día, estaban más pendientes de los demás y se comportaban de forma más amable con todo el mundo. Su comportamiento, a su vez, hacía que los demás se preocupasen más por ellos, confirmándose así el principio de reciprocidad, que ya habían demostrado muchos otros estudios de psicología. De acuerdo con dicho principio, si das, recibes.


Los beneficios del altruismo:

  • Aumenta la vitalidad y protege el corazón y el sistema inmunitario.

  • Practicado de forma regular, aumenta espectacularmente la esperanza de vida.

  • Es un magnífico antídoto contra el ombliguismo. Nos ayuda a apartar la atención de nuestro propio universo y de nuestros problemas.

  • Ayuda a mejorar el estado de ánimo, aumenta el optimismo y enseña a valorar lo que se tiene.

  • Mejora la autoestima, pues ayuda a apreciar los propios conocimientos, talentos y  habilidades.

  • Ayuda a relativizar los problemas personales.

  • Permite a cada persona aportar su granito de arena para mejorar el mundo.


Parece ser que los beneficios de practicar el altruismo residen más en el proceso que en los resultados del mismo. Dicho de otra forma, los beneficios tanto para quien ofrece la ayuda como para quien la recibe surgen de la relación que se produce entre ambas partes mientras la actividad altruista tiene lugar, y no tanto de si se soluciona o no el problema en cuestión.

 

El altruismo es un propósito personal de quien lo practica y no un sistema reglado. Es altruista quien colabora sistemáticamente con una ONG o realiza cualquier tipo de trabajo voluntario de forma regular, pero también quien realiza actos de generosidad y amabilidad en su día a día. En todo caso, no es una actividad que exija mucho tiempo. Según el Dr. Harold Bloomfield una hora a la semana de trabajo voluntario es suficiente para disfrutar de los beneficios que reporta el altruismo.

 

Aunque en algunas personas surge de forma espontánea, sin necesidad de que se lo propongan, es posible aprender a cultivar el altruismo. Sólo hay que decidirse a hacerlo y ponerse manos a la obra. Una vez que se empieza, es fácil continuar. Los buenos sentimientos que genera y la satisfacción que reporta el contacto con las personas a las que se ayuda sirven de motivación y de aliciente para continuar.

 

Si el altruismo todavía no forma parte de tu vida pero estás interesado en practicarlo, no esperes más: simplemente, ponte en marcha. No es necesario que te creas todo lo que hemos dicho, es mejor que lo compruebes por ti mismo. A continuación, te proponemos un ejercicio que puede servirte de gran ayuda en tu camino hacia el disfrute de los beneficios de hacer algo por los demás.




Ejercicio: Comprueba por ti mismo la diferencia entre el placer que obtienes a través de las actividades gratificantes y la satisfacción de ayudar a los demás.

– Elige una serie de actividades que te resulten gratificantes. En el capítulo dedicado a las actividades placenteras de este libro encontrarás una lista con algunas de las más representativas: ir al cine, disfrutar de una buena comida… Elige las que más te interesen y llévalas a cabo durante una semana, a razón de al menos una cada día, y observa cómo te sientes cuando las haces. No cabe la menor duda de que van a influir positivamente en tu estado de ánimo y que vas a sentirte mejor mientras las realizas, pero es probable que el efecto no se prolongue después.

– Plantéate ahora hacer algo por los demás. Puedes visitar a una persona mayor, llevarle algo que sepas que le va a gustar y darle conversación durante un rato, hacer algo que sepas que resultará agradable para alguien a quien aprecies, colaborar en algún trabajo voluntario. Dedica un rato todos los días durante una semana y observa cómo te sientes. Podrás comprobar que tu sentimiento de satisfacción es mucho más profundo que cuando simplemente disfrutabas de algún placer, y también más duradero. Posiblemente, tu satisfacción irá acompañada de sentimientos de autoestima y mayor reconocimiento de tu valía personal.


Poniéndolo en práctica

Ahora que has comprobado la importancia de hacer algo por los demás, ahora que ya sabes cómo influye el altruismo en tu felicidad y en tu crecimiento como persona, puedes elegir dedicar un tiempo a ayudar desinteresadamente a otras personas y ponerte manos a la obra para decidir qué, cómo, dónde y cuándo. Cuando elabores tu plan de acción, ten en cuenta los siguientes aspectos:

 

1. Ten en cuenta tus preferencias, aficiones, valores y filosofía de vida.  También es importante elegir actividades que estén en consonancia con tus intereses y tus habilidades para que te sientas más cómodo y seas capaz de mantener vivo el entusiasmo.

 

2. Estudia tus talentos naturales. Pregúntate a ti mismo: ¿qué se me da mejor hacer?, ¿dónde puedo aportar más y resultar más útil?, ¿qué puedo compartir con los demás? Aprovecha tus recursos y tus cualidades. Quizá puedas enseñar lo que sabes. Por ejemplo, una amiga mía (Carmen Serrat-Valera), experta en Historia del Arte, organizaba visitas a los museos para mujeres con escasos recursos económicos de una zona deprimida de Madrid.

 

Otra clienta ayudaba a distintos vecinos o amigos en sus necesidades particulares: hacía la compra a una vecina imposibilitada, acompañaba a personas con miedo salir a la calle para ayudarlas a superar poco a poco su temor. Y una tercera daba clases a hijos de emigrantes para facilitar su integración escolar. Estas actividades ayudaron a todas estas mujeres a superar la depresión, a sentirse útiles, a mejorar su autoestima e incluso a superar cierto aislamiento social. ¿Por qué no pruebas tú algo parecido? El concepto de trabajo voluntario es tan amplio como tú quieras que sea.

 

3. Observa las necesidades de tu entorno. Puedes visitar al trabajador social de tu distrito o de tu centro de salud, o puedes dirigirte al ayuntamiento, a una ONG, a un centro cultural, a un centro de la tercera edad o a cualquier otra institución del lugar donde vives. Seguro que te informarán de las actividades en las que puedes colaborar o de las necesidades locales más acuciantes. Algunos ayuntamientos publican una guía de ONG’s u organizaciones para el voluntariado. Hazte con ella.

 

4. Coméntalo con tus amigos. Cuéntales que deseas colaborar en algo y el tipo trabajo que te gustaría hacer. Posiblemente descubras que otras personas de tu círculo social tienen los mismos intereses y están llevando a cabo labores altruistas. Aunque no sea así, es más que probable que apoyen tu decisión y que te sugieran múltiples ideas y caminos para llevar a cabo tu propósito.

 

5. Las desgracias personales, o simplemente las necesidades especiales de tus amigos o seres queridos pueden ser una oportunidad para desarrollar tu altruismo. Por ejemplo, si un amigo se ha separado o ha enviudado recientemente, seguro que puedes echarle una mano de muchas maneras: sacándolo de casa, llamándolo por teléfono a diario para que no se sienta solo, colaborando para que se adapte a sus nuevas necesidades. O si alguien de tu entorno está pasando dificultades económicas, puedes proponerle que coma en tu casa a diario, invitarlo a pasar las vacaciones con  tu familia, mover todos tus contactos para que encuentre un trabajo que le proporcione más ingresos, etc.

 

6. Observa modelos significativos para ti. Analiza qué personajes de la historia y del mundo actual han contribuido a aliviar el dolor en este mundo y cómo lo han hecho. Las personas cuya labor admires pueden ser una fuente de inspiración para ti: la Madre Teresa de Calcuta….. etc.

 

7. Entusiásmate con una idea, con un ideal para mejorar este mundo y únete a personas que lo compartan. Hay miles de causas maravillosas por las que luchar y volcarse en esta vida. Encuentra la tuya.

 

8. Descubre tu propio camino para hacer algo por los demás y disfrútalo. Céntrate en ver el modo en que puedes aportar, ayudar, contribuir en la relación que estableces con los demás. No te preocupes por los resultados ni te minusvalores si piensas que tus conocimientos y habilidades te impiden obtener grandes resultados. No tienes que cambiar el mundo tú solo. Lo verdaderamente importante, lo que va a reconfortar a las personas a quienes prestes tu ayuda es tu actitud, tu calor, tu presencia, el interés que demuestras al acercarte a ellas, al comprenderlas y acompañarlas. No te plantees el altruismo como una competición: disfrútalo. Te ayudará a sentirte útil y encontrarás una gran satisfacción.

 

9. Presta atención: tu oportunidad se puede presentar en cualquier momento. Cuando veas la tele, leas el periódico o incluso cuando vayas al cine estate atento, porque puedes encontrar sugerencias interesantes. Una vez que hayas tomó la decisión de prestar un servicio a los demás, verás que las oportunidades se presentarán por sí solas. Mantén tu mente y tu corazón abiertos para aprovecharlas. Muéstrate flexible. No rechaces nada de entrada. Tómate tu tiempo para analizarlas y no descartes a priori ninguna posibilidad. Eres capaz de hacer más cosas de las que crees, pero si no lo intentas, nunca lo sabrás.

 

10. No te dejes vencer por el miedo a lo desconocido. Quizá pienses que tú eres diferente, que tu manera de ser te impedirá disfrutar de los beneficios del altruismo. Puede que no te veas relacionándote así con otras personas y que incluso sientas cierto miedo al pensar en afrontar esas tareas y situaciones nuevas para ti. Es normal. A todo el mundo le ocurre al principio. Acuérdate de que la única forma de superar nuestros miedos es afrontarlos, y afrontarlos aceptando al miedo como compañero de viaje. Lánzate, no esperes más, no lo pienses más, empieza hacer algo por los demás y pronto descubrirás los resultados tan gozosos que te reporta.

 

“Yo misma (Carmen Serrat-Valera) he experimentado el miedo que surge al afrontar una tarea desconocida cuando empecé a hacer trabajo voluntario. Fue hace unos cuantos años, cuando una monja seglar de una zona deprimida del extrarradio de Madrid me pidió que fuera dar cursos a las mujeres del lugar. En un primer momento, la idea me asustó, ya que había hecho prácticas por allí cuando estudiaba psicología, y recordaba una zona con un índice muy elevado de drogas y marginación, un entorno muy complicado y hostil. Pero me dije a mí misma que por probar no perdía nada y que siempre estaba a tiempo para decir que no si no me sentía a gusto. Y acudí a impartir una primera conferencia. Desde entonces he estado yendo con asiduidad durante 6 años, hasta que me pidieron ayuda en otra ONG”.

 

11. Si no te decides, pregúntate por qué no estás dispuesto. Si eres de aquellos que no están dispuestos a compartir sus cualidades y fortalezas. Si te las guardas para ti sólo. Si en vez de mirar la vida con los ojos de la abundancia, dar las gracias y revertir en la sociedad algo de todo lo que has recibido, miras tu situación con los ojos a la carencia. Si eres de aquellos que anhelan lo que no tienen, que se comparan con los demás, pensando siempre que a ellos la vida les ha dado menos, estás lejos de alcanzar la felicidad. Sentimos decírtelo de forma tan directa, pero es así. No queremos hacerte daño, sino animarte a que lo reconozcas, ya que reconocer una situación es el primer paso para estar en condiciones de cambiarla. Si te sientes desgraciado e insatisfecho, pierdes tu tiempo en lamentarte por tu situación y no haces nada por cambiarla, difícilmente alcanzarás la felicidad. Si eres de los que esperan a que los demás les resuelvan la vida y llenen su vacío interior, te costará alcanzar el objetivo de ser feliz. Si te ves reflejado en alguno de estos grupos, tú más que nadie necesitas hacer algo por los demás. Reflexiona y decídete. Tú también puedes.

Recuerda:

– Asume tus responsabilidades. Tú eres la única persona que puede hacerte feliz y aquí te estamos ofreciendo una herramienta que te ayuda a lograrlo. Ayuda a todo el mundo, ¿de verdad crees que a ti no? – Lánzate, entrégate a fondo con todo tu corazón y con todos tus sentidos. No escatimes entusiasmo, generosidad y dedicación. No te arrepentirás. No podrás cuantificar todo lo que te aporta ayudar a los demás. Anímate a cambiar tu vida, a mejorarla hasta un punto que ahora te resulta impensable. No hace falta que te lo creas, compruébalo por ti mismo.


Si te interesa leer el libro completo lo puedes encontrar en el siguiente link. Advertimos que la publicación puede no reflejar todos los nuevos descubrimientos de la ciencia ya que esta avanza muy rápido, pero las nuevas nociones os irán apareciendo en la página.




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