Qué hacer para que el estrés que sufres no impacte en el desarrollo de tus hijos
Como ya sabemos, el estrés parental tiene repercusiones desfavorables en el crecimiento y desarrollo de los hijos, ya que distorsiona los estilos de crianza más deseados. Sin embargo, existen algunas actitudes cotidianas que nos pueden proteger del estrés. ¿Cuáles puedes adoptar tú para mejorar tus sensaciones a la hora de educar? Revisa una a una estas píldoras antiestrés.
Entrena tu optimismo. Saber encontrar el lado bueno de las cosas, afrontar algunas dificultades con sentido del humor, te puede ayudar a relativizar las dificultades, evitando también que las alimentemos y convirtamos en problemas. Puedes encontrar más información en nuestra guía sobre el optimismo
Trata de sentirte eficaz en tu labor. Dialogar en pareja y servir de apoyo mutuo contribuye a aceptar que, la mayoría de las veces, podemos llegar a ser padres lo suficientemente buenos, pero que no es necesario que seamos perfectos.
Sed justos a la hora de analizar vuestros éxitos y fracasos. Si todo lo que sucede mal a nuestro alrededor lo atribuimos a nuestra responsabilidad y todo lo bueno que sucede lo atribuimos a la buena suerte o a otros factores, probablemente nos sintamos desdichados y poco capaces de afrontar nuevos retos. Seguro que puedes encontrar cualidades personales que te han hecho alcanzar tus objetivos. Te animamos a que reflexiones sobre ellas, ya que tendrás una mayor sensación de controlar lo que pasa a tu alrededor.
Trabaja tu mentalidad de crecimiento. Analizar nuestros errores desde la motivación de mejorar nos llevará a pasar de la “preocupación” por lo sucedido a la “motivación” de que no vuelva a ocurrir.
Cultiva tu autoestima y resiliencia (capacidad para sobreponernos a situaciones difíciles y resolver problemas, sacando de ellos un aprendizaje). Si te apetece profundizar en consejos concretos, visita nuestra guía sobre resiliencia
Gestiona tus emociones en pareja. Compartir cómo nos sentimos y ayudarnos mutuamente a gestionar y regular dichas emociones y contribuirá a afrontar más calmadamente los retos de la crianza.
Busca apoyo social en el entorno, personas e instituciones que nos animen, orienten y apoyen en nuestras labores de crianza. Si nuestras amistades tienen hijos de la misma edad, podemos compartir con ellos nuestras inquietudes, e incluso hacer turnos de crianza que nos den algo de margen para cuidar de nosotros mismos y de la pareja. Si la familia extensa vive cerca probablemente estén encantados de echar una mano. Si nos sentimos afines a la escuela o el instituto de nuestros hijos, nos sentiremos seguros. Si hay otras instituciones que están cerca de nosotros para reafirmar nuestra labor, (la iglesia, los grupos parroquiales, scouts, o clubes sociales), probablemente nos sentiremos acompañados.
RECOMENDACIONES PARA TI, EN TU PAPEL DE PADRE O MADRE.
1. Dedica algo de tiempo a cuidar de ti mismo. Cuidar tu salud, alimentación, sueño, hacer algo de deporte… resulta a veces fundamental para estar más capacitado a la hora de cuidar de los demás. Además, en cierto modo, los hijos buscan en sus padres modelos a imitar, por lo que, practicando los autocuidados, estarás educando en el ejemplo.
2. Aplica en ti mismo estrategias personales para combatir el estrés.
Las que te proponemos a continuación son algunas ideas básicas para conseguir llevar una vida más tranquila y habitualmente suelen tener un efecto gratificante en los padres estresados. En realidad, algunas de ellas también pueden practicarse en pareja e incluso en familia.
Caminar, hacer deporte.
Meditar.
Estar en contacto con la naturaleza.
Dejar a un lado las tecnologías.
Practicar la gratitud.
Cultivar aficiones personales.
Recuerda que poner en práctica todas estas estrategias no solamente es bueno para ti. Dedicándote tiempo, verás mucha autonomía en tus hijos y predicaras con tu ejemplo hábitos saludables.
3. Esfuérzate para tratar de fortalecer la relación de pareja.
Muchos matrimonios pasan momentos de estrés e incluso desencuentros a propósito de la crianza de los hijos. ¿Te has planteado lo difícil que resulta a veces encontrar momentos para el diálogo, la toma de decisiones, compartir inquietudes o preocupaciones, llegar a acuerdos, tener tiempo de intimidad…?
Principalmente durante los primeros años de crianza, la acumulación de tareas y responsabilidades hace que sea sencillo distanciarse, ya que nuestros roles han cambiado, y procuramos ser buenos en este desempeño tan importante que supone la paternidad.
Siempre es gratificante cultivar ese vínculo amoroso que nos ha llevado a la parentalidad y redescubrir en nuestra pareja un apoyo, un amigo y confidente, alguien con mis mismos objetivos con el que comentar dificultades y, por supuesto, anécdotas y momentos divertidos con los hijos. Para ello os aconsejamos:
Buscar en el día a día momentos para conversar y realizar actividades de adultos. Muchas parejas se “reencuentran” cada día cuando los hijos ya están durmiendo, dedicándose un tiempo a conversar y compartir inquietudes. Otras, comen juntos fuera de casa una vez a la semana, antes de recoger a los hijos del colegio.
Planificar, de vez en cuando, momentos de ocio en pareja, sin la presencia de los hijos. Algunos padres hacen una escapada una vez al mes, o aprovechan el campamento de verano de sus hijos para viajar en solitario y disfrutar de ocio de adultos. Como expertos en terapia familiar, nos parece que una cita semanal solos es imprescindible Esto supone para la pareja, (y también para los hijos) una botella de oxígeno que nos ayuda a continuar con el día con una actitud más optimista. Prueba a planificarte con la familia extensa o haciendo turnos con amigos en la misma situación. Juntos y solos podréis probablemente descubrir que, a veces, es interesante dejar de correr, parar, respirar y reencontrarse.
Revisa el blog de nuestra web para encontrar algunas otras claves sencillas para mejorar vuestra conexión, como por ejemplo, este artículo ¿Conoces las 7 reglas para vivir felizmente en pareja? (educamosenfamilia.com)
4. Trabaja en la aceptación de limitaciones y circunstancias parentales, comprometiéndote con tus principios y valores como padre. A veces no consiste en querer ser el padre o la madre perfectos. Estas pretensiones o autoexigencias solo pueden generarnos frustración, ya que como seres humanos es muy poco probable que lleguemos a la perfección. Prueba a cambiar tus “deberías” sobre la crianza por reglas personales más realistas, humanas y alcanzables.
Mira la diferencia:
Reformular tus “deberías” o autoexigencias, te puede ayudar a ser padre o madre lo suficientemente bueno. Algo que está más acorde con nuestra condición humana, ¿no crees?
5. Pide ayuda cuando lo necesites. Como referíamos anteriormente, es importante contar con personas e instituciones que apoyen y compartan nuestro proceso de crianza: los centros educativos, los grupos parroquiales, los scouts u otros grupos sociales y deportivos… pueden suponer grandes soportes en la crianza.
Otro recurso puede ser contratar, para momentos puntuales o concretos del día, a personas de vuestra confianza para la realización de las tareas escolares o el desarrollo de actividades de ocio en casa, (manualidades, juegos de mesa…). En estas ocasiones, un vecino o familiar adolescente, un estudiante universitario con gran motivación o un cuidador cualificado pueden realizar una labor excelente y pedagógica a la vez.
CONSEJOS PARA SEPARAR TU ENTORNO LABORAL DEL FAMILIAR.
Evitar el estrés en el trabajo es, a veces, tarea compleja. ¿Cuántas veces los padres se enfrentan a la crianza de los hijos después de un largo día de responsabilidades? En ocasiones cuesta encontrar el balance adecuado entre trabajar y disfrutar de una vida personal y familiar. Una de las claves está en saber distinguir y separar un ambiente del otro, dándole la importancia oportuna a cada cual a su tiempo. He aquí algunos consejos.
Controla tu trabajo, sin dejar que el trabajo te controle a ti. Haz una buena planificación, ponte metas diarias alcanzables y realistas y ofrécete alguna pequeña recompensa por su cumplimiento, (te sentirás más motivado y productivo).
Prioriza las tareas más importante o urgentes, sé honesto con tus superiores, (o contigo mismo) sobre tus posibilidades y pide ayuda cuando sea necesario.
Aprovecha el tiempo de trabajo, esfuérzate y recompénsate por ello. Pon música si es posible, (te hará estar más concentrado y calmado), haz descansos saludables, cultiva la creatividad y el optimismo.
Comunica tus necesidades familiares con asertividad, con el fin de lograr la mejor conciliación familiar posible: Negocia un horario flexible o reducido (si tienes hijos pequeños y puedes permitírtelo), expón razonada y adecuadamente tus reticencias a alargar el horario laboral, a reuniones imprevistas o a jornadas que no te permitan dedicarte como te gustaría a ejercer la parentalidad.
Antes de llegar a casa, haz una pausa saludable. Puedes volver del trabajo escuchando música tranquila, parar unos minutos antes de entrar en casa para “resetear” tu mente… Asegúrate de caminar o conducir despacio. Te ayudará a cambiar de registro.
Practica las visualizaciones positivas sobre la convivencia en el hogar. Recrea en tu imaginación momentos de tranquilidad, ocasiones en las que todos los miembros familiares están calmados y disfrutando de la compañía mutua. Imaginar la familia en armonía te dispondrá a estar menos alerta, focalizar tus objetivos y abordar de manera más calmada los imprevistos o problemas que puedan surgir.
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