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CÓMO INFLUIR POSITIVAMENTE EN EL COMPORTAMIENTO DE TU HIJO


Si nos lees habitualmente sabrás que llevamos un tiempo trabajando intensamente en la elaboración de recomendaciones y directrices para una crianza positiva de los hijos en el entorno familiar. Estamos convencidos de que los padres son los últimos responsables de la educación de sus infantes y adolescentes. Solo vosotros tenéis la facultad de influirles poderosamente para moldear su comportamiento y actitudes hacia la vida. Y esta influencia es la mayor posible. El hogar es el mejor laboratorio para criar hijos sanos y con valores. Socialmente habrá otros agentes, pero, si desde la familia las bases de un buen comportamiento están bien establecidas, todo será mucho más sencillo. Siendo así, instituciones como la escuela, la iglesia o los grupos de iguales, las redes y medios de comunicación, los “influencers” a pesar de su enorme poder en la vida de nuestros hijos … se convertirán en actores secundarios dotándonos a los padres del verdadero y legitimo protagonismo de la educación de los hijos



Influir positivamente en tu hijo

Este hecho es un gran privilegio, pero también una gran responsabilidad. Seguro que te has preguntado cómo educar, cómo influir en su desarrollo de la mejor manera posible. Para ello, y como punto de partida, creemos fundamental que padres y educadores entiendan cómo funciona el comportamiento desde el estudio científico del mismo y asimilen y comprendan los principios básicos del aprendizaje: cómo aprendemos los seres humanos nuestro comportamiento y, en concreto, cómo dichos aprendizajes se producen en la infancia y la adolescencia y cómo seguimos aprendiendo durante toda la vida. Este será el sustrato que nos ayude a aplicar correctamente la multitud de herramientas y técnicas disponibles que podrás encontrar en nuestra escuela de padres.


Sí. La gran mayoría de nuestros comportamientos son aprendidos. Pocos han de ver con la genética. Recuerda, por ejemplo, las clásicas historias de niños pequeños criados en la selva por otras especies, como la del “niño salvaje de Aveyron”, acaban “copiando” el comportamiento de estos animales y no aprenden el lenguaje ni siquiera la bipedestación. O cómo un niño inmerso desde el nacimiento en un idioma se convierte en hablante nativo del mismo. Todo, casi todo lo que hacemos, decimos, sentimos… tiene que ver con nuestra relación con el entorno. Comprender este hecho es una buena noticia a la hora de educar, ya que nos indica que, con un poco de técnica, podemos influir en el comportamiento de los más pequeños. 


De hecho, creemos que es prácticamente imposible no hacerlo. En realidad, queramos o no, estamos influyendo en nuestros hijos desde su primer minuto de vida. Los humanos somos muy permeables a la observación y bastantes de las cosas que hacemos o decimos son el fruto de imitar a aquellos que nos rodean. Por lo tanto, he aquí nuestro primer consejo: cuida tu comportamiento y tu actitud ante la vida. El ejemplo es una brillante manera de influir. 


Esta toma de conciencia y de responsabilidad nos anima conducirnos hacia nuestro principal objetivo: la educación en valores. Con la convicción de que la crianza de los hijos va mucho más allá de darles seguridad, buenos hábitos de vida o buenos aprendizajes académicos. Nada de esto es suficiente si no les inculcamos buenos principios y valores. Los valores son las verdaderas piedras preciosas de la educación. 


Por lo demás, resulta sencillo aplicar las leyes de la psicología del aprendizaje si entendemos bien algunos principios básicos. Como verás en cada uno de ellos, estamos muy condicionados por los antecedentes y consecuencias de nuestro comportamiento. Aunque inicialmente ello pueda parecer simple o mecanicista, te pedimos que confíes en las múltiples aplicaciones prácticas de estas sencillas leyes de aprendizaje. No serás el primero en hacerlo. Numerosas profesiones ya utilizan estas estrategias para lograr ser más eficaces. 


El arte de aprender. De ello trata esta serie de artículos, ya que nuestra pretensión es intentar dar una visión clara y sencilla de cómo aprende el ser humano.  ¿Estás preparado?


  • Lo primero que deberías conocer es el gran potencial de aprendizaje que tiene el ser humano. En el artículo “Principio 1: el poder del aprendizaje” podrás entender hasta qué punto moldeamos nuestra genética y forma de ser a través de las experiencias que tenemos desde niños. 


  • Si bien es cierto que aprendemos cosas nuevas desde el nacimiento, tenemos que tener en cuenta que nuestro desarrollo evolutivo y también cognitivo es progresivo e influye en el aprendizaje. Te hablamos de ello en nuestro artículo “Principio 2: Cada aprendizaje a su tiempo”.


  • Por otro lado, lo que sucede antes (contexto y situación) y lo que ocurre después (las consecuencias) de nuestro comportamiento probablemente determina lo que hacemos. Te lo explicamos en un artículo fundamental titulado “Principio 3: Todo tiene un contexto y una consecuencia, querámoslo o no”. En él exponemos algunas leyes de la psicología algo teóricas pero que sorprendentemente se usan mucho en la práctica. 


  • Sabemos que para ti puede ser especialmente útil ayudar a tu hijo a dejar de comportarse de manera inadecuada, así que hemos preparado unas líneas sobre cómo hacerlo. Las hemos titulado “Principio 4: Deshacer lo aprendido lleva algo más de tiempo”. 


  • Sería demasiado reduccionista no reflexionar sobre el papel de nuestros sentimientos en todo esto ya que, además de conducta, estamos hechos de emoción. ¿Influyen las emociones en el aprendizaje? Podrás descubrirlo en el artículo “Principio 5: Aprendemos desde la emoción”. 


  • Y para terminar, hemos querido resaltar el papel del aprendizaje moral en la crianza de los hijos, analizando la importancia de la educación en valores al servicio de la crianza de los hijos. Por ello, y como abanderados de uno de los propósitos que define nuestra fundación, te animamos a leer el “Principio 6: Educar también es transmitir principios y valores”. 


Nuestro consejo es que los leas en el orden en el que te los presentamos. Seguramente les encontrarás más coherencia y sentido. Esperamos que te ayuden a entender por qué tu hijo se comporta como se comporta y cuáles son las herramientas a tu alcance para influir en él.  


 

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