¿Cómo establecer rutinas?
El establecimiento de rutinas es muy importante en la vida del ser humano. Desde que somos pequeños, tener rutinas nos facilita enormemente la vida. Además, se ha comprobado que son muchos otros los beneficios que supone tenerlas. Veamos algunos de los principales:
Reducen la incertidumbre. Sobre todo en el caso de los niños pequeños, que están aprendiendo a desenvolverse en el mundo, las rutinas aportan seguridad al conocer qué será lo siguiente que vendrá en su día a día. De esta manera experimentan mucha más calma y tranquilidad.
Contribuye a un clima familiar positivo. Las rutinas nos indican lo que nos corresponde hacer y cuándo de manera que se previenen muchos conflictos familiares. Además, algunas rutinas tendrán que ver por ejemplo con tareas domésticas que repercuten positivamente en toda la familia. Se coopera más, se colabora más…
Son más autónomos y responsables. Con las rutinas se van adquiriendo pequeñas responsabilidad, tanto con uno mismo como con los demás, al mismo tiempo que se invita a hacerlas de manera autónoma fomentando su independencia.
Autoestima más sana. Relacionado con el punto anterior, los niños se sienten seguros de sí mismos a medida que van consiguiendo retos y van siendo más autónomos.
Se organizan mejor. Las rutinas estables que le dan orden y coherencia al día, contribuyen a que desarrollen la capacidad de organizarse y planificarse. Les ayuda a tener una percepción del tiempo más ajustada a la realidad.
Ahora bien, no siempre es sencillo implementar las rutinas. Y aunque no hay una única forma de hacerlo, hemos destacado algunos puntos que nos parecen muy importantes tener en cuenta.
1. Haz un listado de aquellas rutinas que te gustaría instaurar. Nuestro consejo es que reflexiones y escojas aquellas que son realmente importantes para ti. Debes asumir que si hay demasiadas rutinas que adquirir al mismo tiempo, es probable que no puedan cumplirse y que aparezca la frustración tanto en tus hijos como en ti.
A la hora de hacer este listado debes tener en cuenta la edad y las capacidades de tu hijo. Esto te permitirá introducir ayudas necesarias, plantear las cosas desde otro enfoque o incluso dejar algunas rutinas para más adelante.
Algunas rutinas básicas y que pueden trabajarse desde muy temprana edad son las relativas a las comidas, higiene o sueño. Con el tiempo, se irán incluyendo otras como puede ser los deberes y el estudio o algunas tareas domésticas.
2. Una vez seleccionadas, debéis ordenarlas según vuestros intereses o según la lógica temporal.
Este punto es interesante que lo hagáis juntos. Como siempre decimos, es importante que los chicos participen en este tipo de actividades para que se motiven y se involucren. Lo ideal es que lo plasméis en una tabla o cuadrante. Si tus hijos son pequeños, puedes ayudarte de imágenes que representen lo que tienen que hacer para que lo identifiquen fácilmente. Si son más mayores pueden dibujar ellos mismos las tareas o simplemente escribirlas.
Una vez que tengáis esto hecho, simplemente tenéis que ir indicando lo que va tocando hacer o si lo preferimos, animar a nuestros hijos a que sean ellos mismos los que revisen la tabla. También podemos hacer preguntas como: ¿qué toca hacer ahora?, ¿qué hacemos antes de jugar?, ¿qué hacemos después de comer?
A medida de que se van haciendo las tareas, se pueden ir señalando en el cuadrante y al final del día valorar cómo ha ido su cumplimiento. Reforzaremos y alabaremos los hitos conseguidos y por otro lado, analizaremos y buscaremos posibles soluciones a los problemas surgidos.
** Si tienes varios hijos te recomendamos que hagas una tabla por cada uno de ellos. Es importante que sea unas rutinas personalizadas y ajustadas a sus edades o capacidades.
3. Ajusta tus expectativas. Después de unas vacaciones o un periodo de relajación en las rutinas, se puede dar marcha atrás en los hábitos adquiridos previamente. Nuestro consejo es que des un poco de margen y tengas paciencia. Puede que tu hijo ya se lavara los dientes solo y que ahora tengas que repetirlo alguna vez o que se durmiera cada uno en su cama y que ahora haya un poco más de reticencias. Retoma aquellas rutinas que se han relajado o incluso olvidado y en unos días volveréis al punto en el que os encontrabais.
4. Prevé y prevén situaciones difíciles. En la línea de lo anterior, puede que el ritmo se enlentezca al haber olvidado algunas rutinas. Piensa qué situaciones pueden ser problemáticas y busca soluciones. Por ejemplo: si tu hijo se ha acostumbrado a levantarse tarde puede que le cueste madrugar y que haya tensiones antes de ir al cole. Puedes remediarlo poniendo el despertador algo antes para que haya margen para que se espabile, adelantando la hora de irse a dormir o dejando preparada la mochila y la ropa de ese día.
5. Se ejemplo. Normalizar las rutinas en casa es importante. Algo que funciona muy bien es que tus hijos vean que tú también sigues tus propias rutinas. Incluso si es posible, podéis realizarlas al mismo tiempo. Por ejemplo: mientras ellos se duchan puedes echarte tus cremas o cuando ellos se pongan el pijama, puedes ponértelo tú también.
6. Respeta las rutinas. Hay que dejar espacio a los imprevistos y ser flexible pero sin tomar por norma saltarse la rutina. Si nosotros favorecemos el incumplimiento total o parcial de la tarea, es poco probable que nuestro hijo la adquiera con facilidad.
7. Procura un ambiente familiar positivo. Todos los cambios conllevan sus tensiones por eso parece más importante que nunca mantener un ambiente positivo. Te animamos a que leas nuestra guía práctica sobre este tema.
Como decíamos al inicio, las rutinas son muy relevantes tanto para niños como para adultos. Aunque al principio saldrá poco espontáneo, es probable que a medida que se vayan repitiendo las rutinas y que se vayan aprendiendo habilidades, se automatizaran muchas de ellas y “salgan solas”. Es importante analizar los obstáculos para buscarles solución porque incluso aunque tu hijo tenga un temperamento rebelde, siempre hay otro camino que explorar.
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