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CUANDO AMAR NO ES SUFICIENTE PARA EDUCAR BIEN

No tenemos la menor duda de que tienes los mejores deseos a la hora de educar a tus hijos. Quieres que sean felices y también deseas que sean ciudadanos responsables y trabajadores, que tengan buenas relaciones con los demás… Pero, como ya hemos dicho en otras ocasiones, cuando nacemos no venimos con manual de instrucciones. Cada niño es único y diferente. Sin embargo, sabemos que querrías hacerlo lo mejor posible.


Tú quieres protegerle, pero no asfixiarle, sino verle crecer. Quieres entrenarle, pero no impedirle desarrollarse. Quieres amarle, pero no mimarle. Quieres enseñarle a desarrollar una conciencia y unos valores, pero no hacerle sentir culpable indebidamente. Quieres que desarrolle la compasión por los demás, pero sin dejarse manipular por otros. Quieres que sea independiente y autosuficiente, pero también que sea considerado con los demás.   Quieres enseñarle a luchar por sus objetivos, pero deseas que coopere con otros y que cuide sus relaciones. Y así un largo etc.

No siempre es fácil hacer todo esto y, en cualquier caso, tus hijos querrán ser más independientes cada vez, e irán tomando más sus propias decisiones, acercándose a aquello que quieren ser. No quieres perder tu influencia, pero tampoco puedes impedir la gran influencia del entorno.


En esta escuela de padres encontrarás algunas herramientas que te ayudarán a sentirte mejor y con más autoconfianza en lo que estás haciendo. Las ideas que en ella te transmitimos te resultarán útiles y han recibido el respaldo de la ciencia.



Algo que puede hacer tu labor educativa más fácil y con mejores resultados es concentrarte en aspectos importantes para el desarrollo de tus hijos como son los valores (la responsabilidad, la honestidad, el esfuerzo, el respeto), la confianza en sí mismo (respetando siempre dichos valores), el respeto a los demás, las habilidades sociales, la gestión emocional para aceptar los contratiempos, la posibilidad de afrontar las adversidades y la realidad y la capacidad para comunicarse de forma no violenta y compasiva. Si le ayudas a crecer sobre estos pilares tendrá mucho camino ganado.


En el capítulo sobre “el poder del aprendizaje y las leyes del comportamiento” te vamos a enseñar los principios básicos para lograrlo. Estamos convencidos de que tú puedes aprender estos principios y ayudarte de ellos para la educación de tu hijo. Resulta a veces más sencillo de lo que pensamos.


Por supuesto que es más difícil aplicarlos en un mundo como el que nos rodea, en el que muchas corrientes educativas convierten al niño en el rey de la casa: Un hijo lleno de derechos al que se le evita que se frustre lo más mínimo, creándole unas expectativas de lo que va a ser su mundo real en un futuro que desafortunadamente no se va a corresponder con la realidad. La vida no es un viaje gratis en hotel de cinco estrellas. Y a veces cuando la vida nos lo enseña, cuando nos muestra su cara real, nos puede resultar mucho más doloroso aceptarlo si no lo hemos ido viendo antes poco a poco.


En un estilo educativo en el que los padres pierden el derecho a tener tiempo para ellos, a descansar, a no ser los criados de sus hijos… se nos olvida enseñar a cada uno a ocupar su lugar, asumiendo sus responsabilidades. Y es esta forma de educar, en la que renuncias a necesidades importantes tuyas, la que hace que al final aborrezcas una empresa tan fantástica como es la de la crianza, e incluso decidas que ya no quieres tener más hijos, privándote de las maravillas de formar una familia.

Ante todo esto, recuerda que, si quieres hacerlo bien, necesitas tiempo para ti, para cuidarte y disfrutar de la vida: salir con amigos, practicar tus hobbies, hacer ejercicio físico, leer… Ese tiempo te dará la frescura y vitalidad necesarias para afrontar los retos de una buena educación.

Ten en cuenta que tú también eres persona, un ser humano con emociones y necesidades. 
Acepta tus emociones, sin rechazarlas, recordando que son parte de tu humanidad. No puedes evitar tener sentimientos desagradables a veces, pero sí puedes cambiar tu forma de ver las cosas y lo que te dices a ti mismo.
Y cuídate respetando tus necesidades. 

Acepta que eres imperfecto, que cometes errores. Por mucho que te empeñes siempre vas a cometer alguno, lo que no significa que tengas que tirar la toalla. Eres humano. ¡Bienvenido a la gran familia humana! No te exijas más de lo que puedes dar. No existe el padre perfecto ni el hijo perfecto.


No te olvides de ti mismo, no pierdas el niño que hay en ti. Maneja tu sentido del humor, aprende a gestionar las cosas cuando no salen como tú quieres. La vida también tiene que ser divertida. No te olvides de sonreír cada día y de, incluso, reírte de ti mismo y de los pequeños contratiempos.




Por supuesto que habrá días y momentos malos. Cuando ocurra, trátate con cariño y paciencia, recodándote que los humanos tropezamos varias veces en la misma piedra y que esto es nuestra forma de aprender. Los errores encierran una lección.


Por ello, vas a ver que en esta escuela de padres hacemos cierto énfasis en cómo resolver problemas. Esto te podría hacer pensar que los niños son solo una fuente de dificultades y preocupaciones. Y no es así. Los hijos pueden ser una fuente inmensa de gratificación para toda la vida. Ello depende cómo les eduques, los valores que les enseñes, la relación que establezcas con ellos. Educar es cansado, pero compensa. Todos sabemos que es mucho más fácil dejarles hacer lo que les dé la gana, pero ninguno queremos una bomba de relojería que tarde o temprano se puede volver contra nosotros.





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