Consideraciones para hacer una crítica constructiva
El presente artículo está basado en nuestra larga experiencia en la práctica clínica y en el libro “Tú puedes aprender a ser feliz” de Carmen Serrat-Valera y Alexa Diéguez.
Aprender a realizar críticas constructivas es fundamental para mantener relaciones saludables y transparentes. En este primer artículo abordamos cómo expresar nuestras emociones y pedir cambios de manera respetuosa y empática, promoviendo el entendimiento mutuo y la mejora continua en nuestras interacciones cotidianas.
Una oportunidad para el cambio y el aprendizaje
Con frecuencia en nuestras relaciones con los demás, con la familia, en el trabajo o con los amigos, se plantean situaciones difíciles. Por ejemplo: cuando un miembro de la familia es impuntual con frecuencia y sin causa justificada, cuando un hijo no respeta la hora de llegada por la noche a casa, cuando un hijo no cumple sus responsabilidades en las tareas familiares y un sinfín de circunstancias.
A priori dichos problemas no tendrían por qué tener un impacto negativo en la convivencia. Simplemente habría que hablarlo y llegar a soluciones y acuerdos, pero, la cuestión es que muchas personas no hablan del tema ni expresan cómo se sienten o cómo les gustaría que el otro se comportara, normalmente esto se debe al miedo al conflicto, por no saber hacerlo de forma amable y amorosa o porque piensan que no va a servir para nada.
Aprender a expresar nuestras emociones y saber pedir cambios al otro es muy importante, aceptando que podemos estar equivocados y pedir los cambios que consideramos importantes. Hacerlo es una condición necesaria para mantener relaciones cordiales sanas y transparentes con los demás. Saber pedir un cambio y hacerlo bien es imprescindible para no acumular emociones negativas y para mantener buenas relaciones.
También puedes enseñar a tus hijos como hacerlo y ser un modelo para ellos.
Si tienes dificultades para plantear tus críticas a otras personas, puede resultarte de gran ayuda este artículo. Otras personas han aprendido a hacerlo con este método, con grandes beneficios para su bienestar emocional, su salud y sus relaciones con los demás.
El punto de partida está en comprender, aceptar e interiorizar la idea de que nadie es perfecto y, sin embargo, todos somos capaces de cambiar y mejorar nuestro comportamiento para conseguir que nuestras relaciones con los demás sean más fluidas y gratificantes.
La crítica puede ser una habilidad de comunicación poderosa para mejorar el comportamiento personal e interpersonal. Cuando es constructiva, transmite información útil para que se pueda producir una modificación en la conducta, ya que se centra en las posibilidades de cambio y de mejora, más que en los fallos y los errores.
Hacer una crítica no es atacar o herir a la otra persona.
Hacer una crítica es pedir un cambio de conducta.
Antes de entrar de lleno en los pasos que debes dar para hacer una crítica constructiva, nos gustaría explicarte algunas ideas fundamentales que sería importante que interiorizases. Además, nos gustaría señalar que gran parte de las estrategias que te ofrecemos a continuación también resultan de gran utilidad para manifestar tus opiniones sobre cualquier asunto de la forma más adecuada o para aumentar la motivación de otras personas a la hora de acometer cualquier tarea.
Al enseñárselo a tus hijos les haces un precioso regalo que van a disfrutar de por vida.
Ten en cuenta: consideraciones previas a la crítica
1. Acepta a los demás como son y no pretendas que se comporten como a ti te gustaría o como a ti te parece correcto, lógico o razonable… Recuerda que en este mundo hay tantos puntos de vista como personas.
2. Plantéate la crítica sólo ante aquellos comportamientos de los demás que te afecten directamente. Si afectan a terceros, no expongas tu opinión a no ser que te lo pidan… e incluso así redobla todos los esfuerzos para hacerlo con tacto.
3. No tienes derecho a criticar si no estás dispuesto a elogiar o no estás dispuesto a recibir una crítica de esa persona. Si existe confianza, debe existir en ambas direcciones y no sólo para los aspectos negativos o mejorables de vuestra relación, sino también, y muy especialmente, para los positivos.
4. Critica el comportamiento y no a la persona en su conjunto.
5. Recuerda que el otro tiene derecho a no cambiar. Acepta que puede no estar de acuerdo contigo, que puede ver las cosas de otra forma o que, incluso, puede no querer hacerlo o no sentirse preparado para hacerlo.
6. No pierdas de vista que nadie es perfecto. Es cierto que te lo hemos repetido hasta la saciedad. Pero, una vez más, nos gustaría hacer hincapié en que aceptar esta idea fundamental te ayudará a ser más tolerante con los fallos ajenos y con los tuyos propios.
7. No acumules, no reprimas las ganas de hacer una crítica por miedo al conflicto. Si acumulas, acabarás estallando. Haz las críticas, pero hazlas bien. No te resignes a aguantar los comportamientos de los demás que te molesten. La resignación dañará tu autoestima y asumirás el rol de perdedor.
8. Sé tu mejor apoyo a la hora de hacer críticas. Puedes animarte a ti mismo a través de tu lenguaje interior: "tengo derecho a pedir un cambio", "tengo derecho a expresar mis emociones y deseos", "voy a prepararme para decírselo de la mejor forma posible y que lo reciba bien".
9. Trata de ser sensible al impacto que tu critica puede tener en el otro. Esta sensibilidad te ayudará a ser más empático y a esforzarte para criticar con afecto y con tacto.
10. Ten en cuenta que puedes ser un buen modelo para el otro por tu forma de hacer críticas. Esfuérzate por plantear la crítica como te gustaría que te la planteasen a ti. No lo dudes: si la planteas con cariño y sin infligir un daño innecesario, la otra persona sabrá valorarlo y lo tendrá en cuenta cuando deba pedir un cambio, ya sea a ti o a otra persona.
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