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Comportamiento desafiante ¿qué es y cómo gestionarlo?

Lo primero que queremos aclarar es que durante los primeros años de vida (hasta los 4 años aproximadamente), es normal manifestar comportamientos desafiantes. Esto se debe entre otras cosas a que cuando los niños comienzan a percibirse como “personas”, buscan cierta independencia de sus padres y satisfacer sus necesidades de forma autónoma. Y aunque ya tienen capacidad para tomar algunas decisiones e incluso tener opiniones propias, no tienen las herramientas adecuadas para hacerlo bien. Se dejan llevar por sus impulsos y deseos, dejando de lado la parte de razonamiento lógico que aún está muy inmadura.



Si por algo se caracteriza esta etapa es por la necesidad de autoafirmarse. Esto quiere decir que tu hijo está comenzando a afianzar su personalidad. Necesita defender sus deseos y por eso desafía con frecuencia. De alguna manera, la palabra “NO” comienza a ganar protagonismo hasta convertirse en la primera respuesta para cualquier sugerencia. Por ejemplo: “Ponte el pijama”- “NO”; “Recoge tus juguetes”- “NO”; “Vamos a ver una peli”-“NO… Y así podríamos seguir enumerando infinidad de ejemplos.

El “NO” lo emplean no sólo para negarse a algo, también cuando están cansados, enfadados o incluso ante situación que podrían beneficiarles.

Esto se debe a que como decimos, no tienen el grado de madurez ni el nivel de lenguaje suficiente para hacerlo de otra manera.

Entendemos que esta actitud es agotadora y que tu paciencia tiene un límite. Es totalmente normal que te sientas desbordado y que en ocasiones, pierdas los papeles. Quizás te consuele saber que es una etapa y como todo, acaba pasando. Tu hijo no lo hace para fastidiarte ni para desestabilizarte, de hecho, en el fondo ni siquiera te está desafiando a ti sino a las normas y límites. Está definiendo su personalidad y para eso tiene que desligarse de los padres y establecer sus propias reglas del juego. Todo esto como ya hemos comentado, de una forma muy precaria ya que no tienen ni habilidades ni recursos para hacerlo correctamente.


¿CÓMO GESTIONARLO?

A continuación, os exponemos algunas pautas que están pensadas para daros la confianza y habilidad de gestionar mejor esta situación mientras disfrutáis de los maravillosos años de la primera infancia.


1. No etiquetes a tu hijo

Esta actitud negativista no es un capricho de tu hijo. Por decirlo de alguna manera, no puede evitarlo.

Aunque es algo pesado para los padres, forma parte de su periodo natural de maduración. Hay que evitar etiquetar a los niños como “egoistas” “exasperantes” o “rebeldes”. Etiquetar es generalizar, además no queremos cambiar a nuestros hijos sino ciertas conductas o actitudes.

Seguro que ya conoces el efecto nocivo de las etiquetas por lo que te animamos a que cuando tengas que reprender, critiques el comportamiento y no a la persona. Por ejemplo, lo adecuado sería decir “Lo que has hecho no ha estado bien” en lugar de “Eres malo”


2. Valida sus sentimientos

Como ya hemos mencionado, el grado de inmadurez es grande por lo que la inmadurez de sus reacciones también lo serán. Una buena forma de afrontar sus actitudes desafiantes es validando sus emociones o posiciones. Por ejemplo: “Sé que no te gusta lavarte los dientes. Entiendo que te molesta tener que dejar de jugar para hacerlo”. Si te das cuenta en el ejemplo, no criticamos sus emociones y tampoco entramos directamente a criticar el comportamiento. Lo primero que debemos hacer es procurar es que se sienta entendido y no juzgado.




3. Importancia de los límites

Una vez que hayas validado sus emociones, hay que recordar la norma o limite y mantenerse firme. Siguiendo el ejemplo anterior, “pero tienes que lavarte los dientes porque es importante que mantengas tu boca limpia y sana”. Decir las cosas y actuar en consecuencia es más efectivo que amenazar o repetir órdenes. Ser consecuentes y constantes es la única manera de que las soluciones sean eficaces.

Si lo consideras oportuno, puedes ofrecer alguna alternativa pero sin saltarte la norma. Por ejemplo: “¿Quieres lavarte los dientes antes o después de ponerte el pijama?” Ofrecer alternativas aceptables les ayuda a reducir el comportamiento desafiante al percibir que tienen algo de control sobre la situación.


Antes de avanzar, queremos que tengas en cuenta algo importante. Asegúrate de que tu hijo tiene capacidad para hacer o entender lo que le estás pidiendo.

No es extraño que el niño desafíe porque falta de comprensión o habilidad. En estos casos, además de enseñar de forma más tradicional, puedes hacerlo mediante el juego. Por ejemplo: Escenificar la hora de la cena para practicar modales.


4. Céntrate en lo importante

En ocasiones el exceso de órdenes provoca que desafíen mucho y que aumente la probabilidad de que digan que no. Nuestro consejo es:

  • Dar menos instrucciones y poner un límite al número de peticiones u órdenes. Céntrate en lo que es realmente importante para ti.

  • Cuando lo hagas, explícalas paso a paso asegurándote de que te entienden.

  • Muy importante definir con palabras sencillas y comprensibles lo que queremos. Con voz sosegada y firme, sin levantar la voz.

  • Atrae su atención a través del contacto físico (cogerle la mano, acariciarle la cabeza…), mírale directamente… Los niños se distraen con mucha facilidad, conviene mirarlos a los ojos mientras se les pide algo.



5. Deja espacio para que tu hijo exprese sus emociones

A veces las conductas desafiantes esconden emociones como el enfado o la rabia. Utiliza estos momentos, para ayudarle a gestionar sus estados internos de forma correcta. Además, no siempre que tus hijos te digan “no” o tengan un comportamiento más desafiante será debido a la etapa en la que se encuentran. Pueden tener necesidades no cubiertas que intentan comunicar y a las que debemos prestar atención.


Una forma para permitir la expresión de emociones y necesidades es a través de las preguntas. Por ejemplo: “¿Qué es lo que te molesta?”, “¿Por qué no quieres hacer tal cosa…?”, “¿Cómo te sientes?”… De esta forma podrás conectar con tu hijo y comprender mejor qué le está pasando.


Reñirles cuando están enfadados no es de gran ayuda. Pueden volverse más agresivos y desafiantes. Una de las estrategias más eficaces es ayudarles a calmarse a través de tu escucha y comprensión.


No obstante debes recordar que para calmar a tu hijo, tienes que estar calmado tú. Si necesitas ayuda para conseguirlo, te recomendamos que veas este vídeo de nuestra “Escuela de familias”.



6.Elogia comportamientos deseables

Una sonrisa, un abrazo, un comentario positivo… Pequeños gestos que valoran y reconocen los comportamientos deseables. Por ejemplo: “Me gusta cuando respondes así”, “Te has comportado muy bien”…


Como siempre decimos, tan importante es corregir lo mejorable como reconocer lo que está bien hecho.


7. Enséñale otras formas de responder

Como hemos comentado, que digan tantos no puede ser debido a su escaso vocabulario. Te aconsejamos que cuando comprendas que puede responder de otra manera, le ayudes a expresarlo. Por ejemplo, sustituir el no por: ¿Puede ser que lo que te pase es que… “prefieres otra cosa?”, “… no te apetece ahora?”, “…estás cansado?” Con estas interacciones le ayudas a enriquecer su vocabulario y por tanto mejorar su comunicación.




En esta línea, se ha comprobado que cuando los padres utilizan un vocabulario más extenso y no abusan de los noes, los niños pueden adquirir antes otras formas de expresión. No hay que olvidar que somos modelos para nuestros hijos. Si queremos que amplíen su repertorio de respuestas, pueden hacerlo a través de nuestro ejemplo.


8. Favorece su autonomía

Como hemos dicho, estas reacciones desafiantes están motivadas en gran medida por su necesidad de autoafirmarse. Una forma de canalizar de forma constructiva esta necesidad es a través de la autonomía. Puedes observar en qué momentos se comportan de forma rebelde y dejar que tomen pequeñas decisiones en ese área, responsabilizarles de alguna tarea… Cosas que tienen poca importancia para ti, pero una gran trascendencia para ellos.


Si necesitas completar esta información, te animamos a que leas el artículo “¿Cómo promover la autonomía?”


9. Acudir a un especialista

Aunque como hemos repetido esto es una etapa, es cierto que hay algunos niños que presentan reacciones mucho más intensas o que se mantienen más allá de lo esperado. A veces estas reacciones normales, pueden convertirse en patrones de comportamiento más difíciles de gestionar. Nuestro consejo es que si te sientes desbordado o si consideras que tu hijo presenta conductas demasiado intensas y que no responde a pautas como las anteriores, acudas a un psicólogo infantil. Podrá ayudarte en tu caso concreto y juntos encontraréis la fórmula para afrontarlo.


Estos consejos son útiles y pueden ayudarte mucho. No obstante, tendrás que armarte de paciencia ya que no es una etapa fácil.

La buena noticia es que no es eterna. Habrá momentos más duros que otros pero con tu ayuda y teniendo en cuenta estas pautas, tu hijo superará con éxito esta fase de su desarrollo.


Nos gustaría conocer tu opinión sobre este tema. Te leeremos en comentarios.


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