¿Cómo entrenar en la resiliencia desde el ejemplo?
Hay muchas cosas que los padres pueden hacer para entrenar su propia resiliencia desde lo cotidiano. La mayoría de las veces tiene que ver con la actitud con la que nos enfrentamos a los problemas. Te sugerimos algunas propuestas:
1. Nuestra primera sugerencia es plantearnos si nosotros mismos somos personas resilientes. Se trata de un ejercicio de reflexión personal que también se puede compartir y dialogar en pareja. Te proponemos que revises tu repertorio de habilidades y destrezas, analizando cuáles son tus principales “puntos fuertes” y también tus debilidades. Puedes recogerlo por escrito y analizar cuáles son los resultados.
Te puede ayudar también revisar cómo te enfrentaste en el pasado a situaciones que supusieron una dificultad. Cuando rememoramos nuestra biografía, podemos elegir lo que queremos contar. Algunas personas optan por listar todas las dificultades que tuvieron en su vida y otras son más capaces de analizar qué supusieron esas dificultades en su desarrollo y aprendizaje. Intenta analizar aquellos momentos de cambio, experiencias importantes o giros en el rumbo de tu historia que recuerdas como significativos. Puedes escribirlos e incluso representarlos en una línea del tiempo. Ahora saca tus propias conclusiones:
¿Qué aprendiste de ellos?
¿Cómo volverías a actuar si estuvieras en una situación similar?
¿De cuáles de estas situaciones te sientes agradecido?
¿En qué te ayudo ese problema?
¿Qué papel jugó ese reto en tu historia personal?
Esta actividad te puede ayudar a canalizar y entender qué emociones experimentaste en algunas épocas de tu vida y qué fortalezas adquiriste para enfrentarte a las dificultades. A veces, esta reflexión incluso puede ayudarte a ver cuáles son tus herramientas para afrontar problemas presentes y futuros. También podéis compartirlo en pareja.
2. Date permiso para la imperfección, pero no te acomodes en ella. ¿Sabías que un modelo imperfecto que es capaz de evolucionar funciona muy bien como ejemplo de aprendizaje? Piensa qué pueden aprender tus hijos de unos padres que aprenden de sus errores, asumen sus limitaciones, se esfuerzan en superarlas y lo consiguen. No tendrán ningún pretexto para ponerse ellos mismos manos a la obra.
3. Actúa como ejemplo. Muestra a tu hijo tu forma de actuar de modo que transmitas confianza en ti mismo y optimismo, haciéndole ver que tú también eres capaz de afrontar como adulto los retos y situaciones difíciles que se te presentan en el día a día. Puedes por ejemplo relatarles tu preocupación ante una prueba médica y cómo has conseguido afrontarla, o cuáles son tus retos en el trabajo y cómo intentas aprender de las dificultades que se te presentan… Habla con él sobre estos aspectos si tiene la edad suficiente para ello.
4. Plantéate retos personales que supongan salir de vez en cuando de tu zona de confort. Enfréntate a situaciones nuevas o distintas que supongan un crecimiento personal y pongan a prueba tu espíritu de superación. Estarás además educando a tus hijos en el ejemplo.
Estudia algo nuevo.
Busca actividades culturales o de ocio que te puedan aportar conocimientos y habilidades nuevas, (individual o en pareja).
Intenta afrontar un miedo diario o algo que te resulte difícil de realizar y que forme parte de tu vida cotidiana, (enfrentar una entrevista de trabajo, subir a lugares altos, permitir que tu hijo duerma fuera de casa…). Verás como lograrlo te ayudará a sentirte más seguro de ti mismo y a recuperar el control. Serás, además, un ejemplo a seguir.
5. Pon a prueba tus emociones y pensamientos en relación a situaciones difíciles del día a día. Deja de mirarlas como un problema y empieza a considerarlas una oportunidad para crecer y aprender cosas nuevas. Es posible que esto te ayude a afrontarlas con un mayor optimismo.
6. Analiza tu estilo de apego. Revisa las siguientes cuestiones para asegurarte de que das una respuesta a sus necesidades que está más ajustada a su desarrollo y que les va a permitir crecer con muchas más habilidades.
Lo que facilita la resiliencia…
¿Eres capaz de transmitir amor y seguridad? Estos son dos pilares básicos para el desarrollo de la resiliencia. Es fundamental que tus hijos sientan que su familia es un entorno seguro y donde se les quiere.
¿Se atreven tus hijos a pedirte ayuda o buscarte cuando tienen un problema? Recuerda que el objetivo de la crianza es que exploren y sepan manejarse en el mundo que les rodea, (resolviendo progresivamente sus problemas por sí solos). Pero que cuenten con nuestra ayuda es importante. Deberían saber que, a cualquier edad, pueden contar con sus padres para ayudarles o aconsejarles.
¿Les ayudas cuando tienen un problema sin resolverles tú la situación?, ¿Lo haces únicamente con los apoyos estrictamente necesarios? Si queremos criar hijos resilientes, deberíamos animarlos a enfrentarse a la adversidad desde el amor, pero aportándoles la ayuda mínima. Resístete a resolverle tú los problemas, pero sí aconséjale sobre cómo hacerlo y anímale a que explore y busque alternativas.
Cuando les dejamos enfrentarse a la adversidad, podemos pensar que no estamos siendo buenos padres, pero no es así. Acuérdate de tu objetivo. Les estamos ayudando a sobreponerse a las dificultades.
Lo que entorpece el desarrollo de la resiliencia…
Un modelo de crianza autoritario, en el que no se razonen las normas y los límites en casa, dificulta que los niños tomen decisiones por sí mismos, limita su criterio personal y no les anima a comprender la razón de las cosas. Estamos muy a favor de las normas, pero te animamos a que les hagas comprender su necesidad. Que cumplan con sus obligaciones por miedo o con poco convencimiento no ayuda a que más adelante puedan decidir cuál es la mejor manera de actuar.
Darles a entender que sus problemas son poco importantes o que no te interesan tampoco ayuda. ¿Has pensado alguna vez “este problema es una tontería”? “¿Son cosas de niños?”. Probablemente lo son, pero cuando tu hijo los expone manifiesta también su dificultad para afrontarlos. Intenta buscar momentos de calidad con tus hijos y escuchar sus problemas, sin resolver, sin juzgar, animándole a que “piense en alto” o tome decisiones sobre cómo debe resolverlos. Esto le dará muchas estrategias.
Por otro lado, ser demasiado laxo o protector con los hijos también hace difícil que los niños y adolescentes adquieran la autonomía suficiente para manejarse en la vida. ¿En alguna ocasión has pensado que le resuelves demasiado la vida?
A veces, sufrimos o sentimos mucho miedo de que nuestros hijos se vean envueltos en peligro, y esto es algo normal y comprensible. Pero en todas las especies animales sucede: las madres hacen que sus crías sean capaces de sobrevivir y adaptarse a su medio.
¿Sabías, por ejemplo, los águilas lanzan a sus aguiluchos a los acantilados para que intenten volar? Lo hacen planeando a su lado para luego recogerles, pero esto hace que fortalezcan sus alas y que estén cada vez más preparados para volar por sí solos. ¿No es fantástico?
Recuerda que cada dificultad es una oportunidad. A través de nuestras grietas o defectos es como somos capaces de aprender. En ocasiones es necesario “rompernos” para poder aprender.
“Todo tiene una grieta. Así es como pasa la luz”. Leonard Cohen.
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