Aprende a valorar lo que tienes
El presente artículo está basado en el libro “Tu puedes aprender a ser feliz” de Carmen Serrat-Valera y Alexa Dieguez.
“No es feliz el que más tiene, sino el que menos necesita”.
Proverbio
El artículo "Aprende a valorar lo que tienes" explora cómo la felicidad radica en apreciar lo que ya poseemos en lugar de desear constantemente más. Propone técnicas como practicar la gratitud, aceptar las realidades de la vida, disfrutar de los placeres simples y evitar el consumismo. Fomenta una actitud positiva, centrada en el presente y en las cosas esenciales, para encontrar bienestar y satisfacción personal.
Lo que dicen las investigaciones:
Según David Niven, las personas que poseen mucho tienen las mismas posibilidades de ser felices que aquellas que tienen poco. Sin embargo, las personas que están satisfechas con lo que poseen tienen el doble de probabilidades de ser felices frente aquellas que tienen mucho pero quieren más.
Aprender a valorar lo que tenemos en cada momento, en lugar de desear constantemente aquello que todavía no hemos conseguido o lo que hemos perdido es un requisito importante para disfrutar de bienestar y felicidad.. La felicidad depende, en parte, de esta actitud ante la vida. Una actitud que, no nos engañemos, es poco frecuente. La buena noticia es, sin embargo, que se puede aprender.
Diversas investigaciones y grandes filósofos han llegado a la conclusión de que los bienes materiales y la búsqueda constante de placer no dan la felicidad. Tanto en lo que se refiere a las posesiones como a los placeres de los sentidos, nos encontramos con el problema de que, dado el carácter insaciable del ser humano, por mucho que consigamos siempre querremos más. Es cierto que la sociedad en la que vivimos nos impulsa a consumir más y más y desear tener más de todo, haciéndonos creer que así se consigue la felicidad. Sin embargo, la realidad es bien distinta; al final nos pasamos la vida buscando la felicidad por caminos equivocados.
No queremos que entiendas que debes caer en el conformismo. Más bien tratamos de hacerte ver que si aprendes a desear lo que tienes, cambiará tu orden de prioridades y la importancia que darás a las cosas. Relativizarás la importancia de algunos asuntos que ahora sobrevaloras y cuidarás más aspectos vitales que tal vez en estos momentos tengas algo abandonados. Si lo consigues, lejos de detenerte, continuarás trabajando por consolidar y mantener una buena vida, en lugar de consumir tu tiempo soñando con esa vida mejor que nunca llega.
La felicidad no es un destino, es un modo de viajar.
Cómo aprender a disfrutar de lo que tienes
Abandona el deseo imperioso de tener más y más y más. Es probable que te cueste trabajo al principio, pero existen algunas técnicas sencillas que, a través de la práctica, pueden ayudarte a dar tus primeros pasos:
1. Toma la decisión de disfrutar de cada día.
Cuento
Un discípulo, admirado, preguntaba un día a su maestro cómo era posible que estuviera siempre en paz y satisfecho, mostrándose feliz. El maestro le contestó: “Todas las mañanas al levantarme, me pregunto que quiero ser? Y elijo ser feliz.
Cuando te levantes por la mañana, detente un rato frente al espejo, y repite las veces que haga falta: “Hoy voy a elegir ser feliz”. Parece simplista. Practícalo y verás su eficacia. Aunque te parezca mentira, este sencillo ejercicio ayuda a muchos de nuestros clientes a orientar sus pensamientos y su comportamiento en la dirección adecuada para conseguir su objetivo: sentirse mejor. En estas páginas te recomendamos múltiples recursos que han demostrado su eficacia para ayudarnos a disfrutar de plenitud y satisfacción con la vida: hacer cosas por los demás, darle a tu vida un propósito, practicar actividades que aumentan nuestras endorfinas, cultivar relaciones enriquecedoras y un sinfín de recursos.
Después, cultiva durante todo el resto del día tus emociones positivas. Intenta concentrarte en los buenos pensamientos (todos los tenemos) y busca el lado bueno de cada pequeño detalle y de cada persona que se cruce en tu camino. Todo, hasta lo más insignificante, tiene la capacidad de sorprender y transmitir pensamientos positivos si lo miramos con buenos ojos, con ojos inspirados. Sé amable con los demás, ofréceles un piropo, una sonrisa, y verás cómo recibes a cambio mucho más de lo que imaginas.
2. Toma conciencia de las veces en que te cuesta aceptar las tres realidades de la vida.
Observa cuándo te lamentas de tus circunstancias o desearías que tu vida fuera de otra manera. Aprende a repetirte que tu vida está bien tal como está, a hacer balance de sus aspectos positivos, a saborearlos y a tenerlos presentes en cada momento.
Observa también las veces que te lamentas de que los demás no se comporten como que tú desearías. Aprende a hablarte de otra manera: sería estupendo que fulanito se comportara de la forma que yo quiero, pero la realidad es que se comporta de esta otra manera, lo cual no está tan mal porque sería un aburrimiento que todas las personas nos comportáramos igual.
Por último, sé consciente de las veces en que te desesperas contigo mismo porque no eres aquello que te gustaría ser o no te comportas de la forma que consideras adecuada. Aprende a aceptar que estás bien como éstas. Evidentemente, puedes mejorar, y hacerlo puede ser una aventura maravillosa si aceptas tus limitaciones y no te castigas tanto por tus errores.
3. Acepta que la satisfacción de todos tus deseos no es sinónimo de felicidad.
Una de las ideas irracionales más comúnmente aceptadas es que ser feliz es igual a conseguir siempre aquello que se desea y que, por el contrario, no conseguirlo es una catástrofe. Sin embargo –no nos cansamos de repetirlo, el deseo es insaciable por definición: cuando satisfacemos uno, inmediatamente surge otro nuevo. Por tanto, mantén a raya tus deseos y trata de concentrarte en lo que tienes aquí y ahora.
4. Acepta los contratiempos que vayan surgiendo.
Tendemos a pensar que somos muy desgraciados cuando surgen problemas imprevistos. Sentimos que tenemos muy mala suerte y nos convencemos de que sólo a nosotros nos ocurren tantas desgracias.
El siguiente cuento budista no sólo nos demuestra lo importante que es aceptar los contratiempos como parte de la vida cotidiana, sino que ilustra perfectamente un hecho incuestionable: nadie se libra de ellos.
El cuento de Buda y la madre desconsolada
Una madre que se presentó ante Buda llorando desconsoladamente, llevando en brazos a su hijo pequeño que acababa de morir. La madre se arrodilló ante Buda y le suplicó que le devolviese la vida a su hijo. Buda, después de escucharla atentamente, le encargó que trajese una semilla de mostaza de una casa donde no hubiera muerto nadie. La mujer se apresuró a cumplir el encargo y se fue de casa en casa por toda la ciudad sin encontrar una sola vivienda donde no hubiera muerto nadie. Desconsolada, volvió junto a Buda y le contó su fracaso. Buda le respondió: tu amado hijo dormía ayer muerto en tus brazos, hoy sabes que todo el mundo llora contigo y tu dolor, al compartirlo con otros corazones, se hace más llevadero. Este es el bálsamo amargo que quería darte.
Este cuento refleja que nadie se libra de la pena, la humillación, la enfermedad y el dolor. Nadie se libra de la muerte. Descubrir que algunas cosas son inevitables y que a todos nos ocurre lo mismo nos ayuda a sentirnos mejor. Se trata de aceptar la vida con sus contratiempos y dificultades sin dejar de disfrutar a tope de ella.
5. Intenta escapar del consumismo.
Vivimos en una sociedad que nos impulsa a desear más y más bienes materiales. El mensaje que recibimos es ‘eres lo que tienes’. Obsérvate a ti mismo cuando te sientas mal por no poder comprar tal o cual cosa y aprende a cambiar de registro, a pensar que tienes más de lo que realmente necesitas y que el dinero y las posesiones no dan la felicidad. No olvides que tanta abundancia puede incluso conseguir que seas más infeliz si te impide valorar las pequeñas cosas de la vida.
Aprende a vivir de forma que el deseo de posesión no sea un obstáculo para disfrutar de todo lo que ya tienes. No creas que perdiendo ese afán vas a perder la motivación necesaria para mejorar. Más bien ocurrirá todo lo contrario, ya que podrás concentrarte en disfrutar de los pequeños detalles y en valorar los aspectos verdaderamente importantes de tu realidad.
6. Aprende a valorar cualquier cosa que la vida te ofrece como un regalo.
Aprende a observar la belleza, el amor y todas las maravillas que están a tu alcance día a día. La vida cotidiana está llena de magia y alicientes. Si no esperas nada en concreto de ella, la vida te colmará de sorpresas.
7. Cultiva los placeres baratos y asequibles.
Pocas cosas pueden hacer tan feliz a la gente como un buen libro y ¡que poco cuesta. Pero no todo el mundo tiene acceso a este privilegio, no por su escasez o precio, sino porque carece de uno de los tesoros más grandes: ¡el hábito de la lectura. Pero, no te lamentes, tú también puedes desarrollar este hábito si no lo tienes. ¿Cómo? Practicándolo. Y así puedes también aprender a disfrutar otros placeres sencillos y baratos: oír música, pasear…
8. Practica la gratitud.
Uno de los caminos más seguros para aprender a valorar lo que tienes es la práctica de la gratitud. Más adelante nos extenderemos a fondo sobre esta emoción tan sana. De momento, nos gustaría contarte que los psicólogos nos encontramos a menudo con gente que no sabe reconocer la cantidad de maravillas con las que la vida les ha colmado. Se lamentan de su situación y piensan que la vida les debería dar algo mejor.
La gratitud es un sentimiento de satisfacción, supone sentirse sanamente en deuda con alguien o con algo por la generosidad y amabilidad con que nos ha tratado. Si te cuesta sentirte agradecido por la cantidad de cosas que sin duda la vida te ha dado, aprende a mirar las cosas con los ojos de la abundancia en lugar de enfocarlas siempre desde la carencia.
No esperes situaciones extraordinarias para estar agradecido. Estar vivo, que salga el sol todos los días, la lluvia que riega los campos, poder abrir un grifo y que salga agua o disponer de un retrete son milagros y maravillas de la vida cotidiana por los que tenemos que estar agradecidos.
Identifica los momentos en los que eres desagradecido, te desesperas, te muestras insatisfecho y no eres capaz de ver nada bueno en tu vida. En cada uno de esos momentos, enumera todas las razones por las que debes estar agradecido y aprende a experimentar sentimientos de gratitud.
9. Comparte con otras personas los buenos momentos.
Cuando expresamos nuestra satisfacción, de alguna manera lo expandimos, lo prolongamos y, al tener que hacer el esfuerzo de describirlo, lo saboreamos mejor.
10. Guarda los buenos momentos en la memoria y recuérdalos de vez en cuando.
Recréate en los detalles, deja que vuelva a ti la sensación de satisfacción que te proporcionaron. No vivas este recuerdo como la pérdida de algo que ya ha pasado, sino como un tesoro que guardas en tu mente y en tu corazón para sentirte mejor siempre que lo necesites.
Charlie Brown, el famoso personaje de Schultz, decía que “la vida es como un helado: hay que aprender a saborearla”. Disfruta de las cosas que la vida te ofrece. Céntrate en ellas cuando sucedan, no te las pierdas. Muchas personas dejan pasar momentos agradables porque constantemente comparan unas cosas con otras: si están tomando un helado de fresa delicioso, piensan que, a pesar de todo, les gusta más el de chocolate; están pasando unas vacaciones muy agradables en Turquía y no dejan de repetirse que Egipto es mucho más impresionante, etc.
Ejercicio:
Observa y anota en tu cuaderno las veces que comparas lo que tienes con lo que tienen los demás y las veces que al hacer una actividad estás lamentando no estar haciendo otra. Si estás decidido a compararte con los demás. ¿Por qué no te comparas con los que están peor que tú?
Compara tu problema con los que puedan tener otras personas de tu ciudad: parados, enfermos de sida, personas sin hogar, etc. A lo mejor tienes alguno de estos problemas, pero también es bastante probable que no los tengas todos. Trata de analizar tu problema comparándolo con los de estos vecinos.
Cada vez que te sorprendas desarrollando este tipo de actitudes, háblate a ti mismo y, aplicando las técnicas que te hemos ofrecido anteriormente, trata de disfrutar de lo que haces en cada momento.
Acostúmbrate a vivir en el presente, concentrando toda tu atención y todos tus sentidos en lo que estás haciendo. Hazlo y verás la diferencia.
Compara tu realidad y todo lo bueno que tienes con tantas vidas en otros lugares del mundo. La situación de la mujer, la pobreza extrema, los pueblos que no tienen luz, agua corriente, alcantarillado, los niños y niñas maltratados, esclavos, abusados de mil maneras… Son infinitas las situaciones con las que te puedes comparar y descubrir ¡cuán privilegiad@ eres¡.
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