Beneficios de ser solidarios
Todos hemos sido solidarios o hemos necesitamos la solidaridad de alguien en algún momento. El ser humano está programado para dar y recibir y nos sentimos bien cuando lo hacemos. Entonces, ¿por qué a veces nos cuesta tanto?
Una de las razones es que cada vez se promueve más el individualismo. Tendemos a concentrarnos en pequeños grupos cerrados (clase social, ideología política, religión, nivel cultural…) que nos separan del resto, del que es diferente. El que practica el individualismo no puede ser solidario al mismo tiempo, porque ser solidario implica conexión con el mundo que nos rodea. Servir a los demás de forma genuina entendiendo que todos somos iguales en esencia.
Podemos encontrar miles de razones para alimentar nuestro egoísmo pero después de ver todos los beneficios que supone ser solidarios, no habrá más excusas para no practicar la solidaridad.
Está al alcance de cualquiera
Es fácil y sencillo. Podemos ser solidarios con pequeños gestos: ceder el asiento en el autobús, donar ropa o juguetes, visitar a personas enfermas, ayudar en casa… Padres e hijos podemos encontrar cientos de situaciones en las que ser solidarios.
Nos humaniza
Vivimos en una sociedad que promueve lo artificial y superficial. En ocasiones nos obsesionamos con dar la imagen que se nos impone (la más delgada, el más guapo, vestir de marca, la más estilosa…) y se nos olvida invertir tiempo en nuestro interior. Los actos de solidaridad nos reconectan con el medio en el que nos movemos. Nos recuerdan que todos somos miembros de la gran familia humana y nadie se queda fuera por no cumplir con el patrón establecido. Nos ayudan a crear una imagen más completa por dentro y por fuera de nosotros mismos y de los demás.
Mejora la autoestima
Al compartir nuestro tiempo, bienes, capacidades… con otros, sobre todo si éstos están en situaciones poco favorables, nos sentimos útiles y necesarios. Valoramos todas nuestras virtudes (capacidad para escuchar, resolver problemas, aconsejar, hacer reír, esforzarnos…) que hacen posible esos gestos. Nos damos cuenta de que poseemos muchas cualidades y que al ponerlas al servicio de los demás, se multiplican.
Durante la infancia y adolescencia se construye la imagen de uno mismo que es el cimiento de la autoestima. No dudes en involucrar a tus hijos en causas sociales (voluntariados, ayudar a compañeros con los estudios…) porque además de hacer el bien, se sentirán útiles y valiosos y eso influirá positivamente en su autoestima.
Contrarresta tendencias poco deseables
Las personas solidarias son menos competitivas, vengativas, egoístas, individualistas… Además se dan cuenta cuando se están dejando llevar por estas tendencias y le ponen remedio antes de alguien salga perjudicado.
Fomenta cualidades y valores positivos
Cuando somos solidarios aparece la compasión, generosidad, empatía, optimismo… Valores que en muchos de nosotros pueden estar adormecidos y que por arte de magia comienzan a brotar. ¡No te creas nada. Ponlo en practica y comprúebalo por ti mismo!
Nos ayuda a socializar
La solidaridad implica participación en la sociedad. Nos conecta con causas y personas con las que charlar y a las que conocer. Nos permite descubrir distintos tipos de personas con distintas realidades. Y por otro lado nos empuja a poner en práctica habilidades tan importantes como la escucha, hablar con personas desconocidas…
Valoramos más lo que tenemos
Con mucha frecuencia nos sentimos insatisfechos con lo que tenemos o con lo que somos. Parece que nada es suficiente, que cuando hemos conseguido algo estamos planteándonos otro reto sin disfrutar de lo que hemos logrado. En nuestros hijos esta insatisfacción permanente es fácil de observar cuando “piden y piden” aún teniendo cosas en abundancia.
Pues bien, se ha comprobado que las personas que practican la solidaridad, se sienten mucho más agradecidos con lo que tienen y valoran no solo lo material sino lo personal y espiritual. Tener una familia, un techo bajo el que dormir, estar sanos, tener fe… Esto es gracias a que la solidaridad, como hemos comentado anteriormente, nos reconecta con la humanidad. Salimos de nuestra burbuja para ver el mundo como realmente es y eso nos ayuda a relativizar y a valorar lo que la vida nos regala.
Ser solidario está al alcance de todos. Todos tenemos algo que ofrecer. No te pases la vida mirándote el ombligo y pon al servicio de los demás tus fortalezas y virtudes.