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“Screenagers” o adolescentes adictos a las pantallas


“Avance”, “comodidad” o “utilidad” son algunas de las palabras empleadas para definir la presencia de los móviles en nuestras vidas. A través de ellos tenemos de una forma inmediata acceso a internet (redes sociales, correos electrónicos, búsqueda de información o localización de una dirección concreta en el mapa, etc.). El móvil nos permite pedir ayuda ante alguna emergencia (policía, grúa, localizarnos rápidamente en un accidente a través de GPS..), nos facilita trabajar en situaciones donde sin él no sería posible (enviar correos, documentos..) o nos sirve de entretenimiento y contacto con los demás (chatear, escuchar música, ver vídeos, organizar viajes, planes, cenas, etc.).

Muy pocos dudan de todas las ventajas que puede traer el móvil, pero…¿y las desventajas?, ¿qué pasa si en lugar de un uso se convierte en un abuso?. Puede que esta pregunta nos lleve a analizar la cantidad de tiempo que pasamos delante del móvil… aunque, quizás, sería más acertado preguntarnos cuánto tiempo podríamos permanecer sin él.

Es muy difícil detectar cuándo hacemos un uso incorrecto de nuestro móvil. Sobre todo, porque está presente en muchas situaciones que, desgraciadamente, consideramos normales. No nos sorprende ver a familias enteras comiendo en un restaurante alrededor del móvil, o padres que dejan el móvil a sus hijos para que no molesten. Nos hemos habituado a hacer numerosas actividades mientras usamos el móvil: caminar por la calle, ver la TV, comer, conducir, etc.

Graham (responsable del Servicio de Adicción a la Tecnología del Hospital Capio Nightingale de Londres) “invita a los padres y a los niños a mirar la tecnología con los mismos ojos que la comida… Igual que hay alimentos saludables y comida ‘basura’, hay una relación saludable y otra realmente tóxica con la tecnología. Esa base se empieza a crear desde edades tempranas, al igual que ocurre con la obesidad. Por eso conviene tener muy en cuenta los síntomas, y empezar a tratarlos lo antes posible, antes de que nuestros hijos se conviertan en ‘screenagers’ (adolescentes de la pantalla)”.

Síntomas como nerviosismo, estrés, ansiedad, rendimiento académico bajo, falta de sueño, aislamiento, falta de atención o la necesidad de estar en contacto permanente aparecen cuando no tienen su dosis diaria de móvil. Retirar el móvil supone la aparición de agresividad, irritabilidad, cambio de humor, chantajes, mentiras, etc., por no estar conectados. Y es que necesitan estar en contacto permanente. Se vuelven adictos a la interacción, a estar “cerca” de sus amigos.

Investigaciones recientes relacionan la actitud de la familia en casa respecto a la tecnología como un factor importante en la relación del niño con ella. Si un niño ve a sus padres pegados al móvil, harán lo mismo. Somos los adultos los responsables. Responsables de poner límites y normas al uso del móvil como lo hacemos con otros temas importantes como pueden ser los estudios, beber alcohol, hora de llegada a casa, etc. Nuestro deber es hacer de modelos adecuados, predicar con el ejemplo.

El móvil debe ir acompañado de un equilibrio en el tiempo de ocio y de entretenimiento y una serie de normas para facilitar un uso razonable. A continuación describimos algunas pautas que pueden ser de interés:

  • Dedicar un tiempo exclusivo a las relaciones sociales. A veces las actividades extraescolares y una ajetreada agenda no facilitan un tiempo para pasar tranquilamente con los amigos.

  • Favorecer el deporte, y mejor si es en equipo (fútbol, baloncesto..).

  • Cuidar el ocio educativo y tiempo libre (contacto con la naturaleza, juegos de mesa….).

  • Limitar el tiempo que pasan delante del móvil. Establecer una norma en la cantidad de horas que pasa delante de un móvil para ayudarles a gestionar y priorizar los momentos más importantes en los que conectarse.

  • Comer con el móvil apagado o ponerlo en no molestar

  • Estudiar sin la presencia del móvil y fomentar la lectura.

  • Vigilar las aplicaciones que se descargan y los contenidos inadecuados de los que puedan hacer uso.

  • Sacar los móviles de las habitaciones antes de ir a dormir.

Cuando hablamos de normas, muchos padres comentan que se sienten desbordados por no saber cómo limitar el uso del móvil. Para facilitar esta tarea hay aplicaciones disponibles para descargar en tu móvil como el Screentime (desarrollado por un padre de tres hijos, Steve Vangasse). A través de este programa los padres pueden conocer cuánto tiempo real gastan tus hijos en el móvil y en qué programas invierten ese tiempo. El programa te permite:

  • Poner un límite diario en el que tus hijos pueden estar enganchados al móvil de tus hijos (30 min, 1 hora…tú decides.).

  • Seleccionar una franja horaria de tiempo en el que poder bloquear el móvil: tiempo para dormir, comer, de escuela o el tiempo que desees que tu hijo no esté conectado.

  • Bloquear aplicaciones no deseadas (Instagram, Clash Royale, Snapchat…).

  • Además, la aplicación te envía un registro en el que detalla tiempo de uso, las aplicaciones visitadas por tu hijo y las instalaciones de nuevos programas realizadas.

  • Permite hacer llamadas y recibir llamadas si no lo bloqueas, por lo que tu hijo puede ir con el móvil al colegio, en salidas o donde quiera limitando únicamente el uso a las funciones que hayas decidido.

Ya no es necesario hacer de detective pidiéndoles que dejen el móvil o preguntándoles qué hacen con él. A través de este tipo de aplicaciones, son ellos los que piden más tiempo de uso de móvil y desde tu móvil aumentas tiempo o desbloqueas los programas que desees.

Como decíamos al principio, regalar un móvil puede ser una comodidad o avance…siempre y cuando siga respetando un espacio y tiempo que compartir con los amigos, la familia o dedicar a otro tipo de actividades. Nosotros, los padres, decidimos cómo queremos que el móvil transforme a nuestros hijos.


 

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