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Cómo hablar para que tus hijos te escuchen y cómo escuchar para que tus hijos te hablen


Para que haya una buena relación familiar es esencial el diálogo. La comunicación entre padres e hijos normalmente está salpicada de pequeñas dificultades que, aunque superables, suelen dar lugar a conflictos y obstaculizan enormemente que se pueda conversar de forma civilizada.

Es frecuente encontrar padres e hijos frustrados por no poder mantener una conversación sin acabar discutiendo o enfadados. Seguro que te suenan frases típicas como “no me escuchas”, “sólo sabes echar broncas”, “me estás rayando” o “es imposible tener una conversación normal en esta casa”. Puede que la buena comunicación no sea el punto fuerte de muchas familias pero es algo que se debe y se puede aprender.

Si este es tu caso no desesperes porque aunque hablar con los hijos en ocasiones es misión imposible, existen algunos trucos que pueden facilitarte la tarea. Veamos algunos de ellos:

Escoge el momento y lugar adecuado

Esto es esencial. Si quieres que tus hijos te escuchen debes buscar un lugar en el que no haya otras distracciones y un momento en el que ambos estéis tranquilos y con tiempo suficiente para no interrumpir la conversación.

Se claro

Intenta no enrollarte mucho e ir directamente al grano. Los hijos suelen considerar a los padres unos pesados y en ocasiones con razón. Los sermones y monólogos normalmente le entran por un oído y le salen por el otro, así que te recomendamos que transmitas claramente tu mensaje para no dejar espacio a malinterpretaciones ni al aburrimiento.

Escucha

Esto es algo que nos cuesta pero que merece la pena intentar corregir. No interrumpas y antes de dar tú opinión, escucha con todos tus sentidos lo que tu hijo te está contando. Si quieres comprender a tu hijo es importante que primero le escuches.

Dale importancia a lo que te cuente

En ocasiones podemos, sin mala intención, quitarle valor a lo que nuestros hijos nos cuentan. Aunque normalmente se hace para que se relajen o para que no se preocupen en exceso, esto suele ser vivido como falta de interés, no ser importante para el progenitor, o no sentirse comprendido. Es importante que valides sus sentimientos y preocupaciones aunque te parezcan una tontería. Si ellos perciben que eres capaz de ponerte en su lugar y no se sienten juzgados, se acercarán a ti y se fortalecerá vuestra relación.

No juzgues ni critiques

Cuando tu hijo te cuente algo, escúchale con verdadero interés y empatía. Esto hará que se vuelva a abrir en el futuro. Si se siente juzgado o criticado, te cerrará su corazón.

El respeto y la admiración son pilares de la buena comunicación

El respeto que propician la honestidad y la coherencia es un requisito necesario para que escuchen cuando les quieres comunicar algo.

No te anticipes, ni te precipites. Respeta su ritmo

Nuestro afán sobreprotector puede llevarnos a solucionarles los problemas aunque no nos hayan pedido ayuda o a dar respuesta a preguntas que ni siquiera nos han hecho. Evidentemente los padres tenemos más experiencia y eso nos da herramientas de las que ellos carecen, pero si nosotros tenemos esas habilidades es porque alguien en su momento nos dejó libertad para tomar nuestras propias decisiones y para solucionar nuestros problemas. Deja que sean ellos los que se acerquen a ti para que juntos podáis hacer frente a las dificultades.

No les obligues a que te cuenten, pero ponte a tiro para que lo hagan

El sueño de todo padre es saber qué le pasa por la cabeza a su hijo. Si tu hijo se ha encerrado en sí mismo no le obligues a que hable y espera un tiempo para retomar la conversación. Además, tienes que aceptar que habrá cosas que preferirán no compartir contigo. Ofrécele con frecuencia momentos compartidos en que pueda abrirse.

“Aprendamos a decir las cosas con presteza, claramente, de forma sencilla y con una determinación serena: hablemos poco, pero con claridad; no digamos más que lo que es estrictamente necesario”

-Emile Coué-

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