Aprender a escuchar
Todos hemos necesitado en alguna ocasión contar a alguien nuestros problemas o por el contrario, tener que escuchar a un amigo o familiar que necesita charlar con alguien. Saber escuchar es una habilidad muy deseable que parece sencilla pero no siempre resulta fácil poner en práctica.
Recientemente Moya Sarner escribió un artículo en el que relata que siempre se había considerado una persona que sabía escuchar y aconsejar a los demás, motivo que le llevó a inscribirse a un programa caritativo destinado a entrenar a personas en habilidades de comunicación para charlar con gente que necesita ser escuchada. Sin embargo, al iniciar su entrenamiento se dio cuenta de que lo que había estado haciendo para escuchar a los demás estaba lejos de ser lo ideal.
A partir de su entrenamiento notó lo diferentes que son las interacciones con otros cuando ponemos en práctica ciertas habilidades. De las más importantes es hacernos consientes de las barreras que pueden dificultar la escucha. Veamos algunas de ellas:
Mostrar empatía demasiado pronto. Por ejemplo, si tú amigo te está contando algo y le dices: “Te entiendo perfectamente, he pasado por algo similar”, entonces estás hablando de tú experiencia y tus sentimientos, cuando lo que necesita el otro es que simplemente escuches los suyos.
Dar consejos no pedidos, ya que esto puede provocar que la persona se corte y deje de hablar. Además, cuando no tenemos que estar pensando en lo que vamos a responder, podemos escuchar con más atención.
Intentar sacar a toda costa el lado positivo de las cosas. Cuando alguien se siente mal, lo mejor que podemos hacer es escucharle y validar su emoción. El buscar el lado positivo o hacer un esfuerzo por animar la situación puede mandar el mensaje de que no queremos seguir escuchando o no estamos dando seriedad a lo que están sintiendo. Dale a la persona suficiente espacio para que pueda expresar sus preocupaciones.
Otro aspecto muy importante es adecuar tu escucha a la persona que tienes delante o a la situación en la que te encuentras. A continuación os dejamos algunos consejos para situaciones concretas:
Escuchar a la pareja:
De acuerdo a Susan Quilliam, autora del libro Deja de discutir y empieza a conversar, la mayoría de las parejas no pasan más de 20 minutos a la semana escuchándose mutuamente de manera genuina. Lo que sucede es que después de un tiempo, cuando existe mucha confianza y creemos conocernos muy bien, comenzamos a dar por hecho lo que el otro está pensando y dejamos de escucharnos atentamente.
Te preponemos un ejercicio para que vuelvas a escuchar a tu pareja con todos tus sentidos. Busca un lugar sin distracciones y conversad durante al menos 10 minutos. La idea es que cada uno pueda hablar en turnos de 5 minutos sin interrupciones y el otro debe estar escuchando e intentado recabar la máxima información posible. Con este sencillo ejercicio además de fortalecer el músculo de la escucha, estaréis creando una atmosfera emocional positiva y fortaleciendo vuestro compromiso.
Escuchar en el trabajo:
Frases como “necesitamos hablar” o “reunión de equipo urgente” pueden hacer saltar todas las alarmas en más de una persona. Esto suele ocurrir porque este tipo de conversaciones se convierte con frecuencia en un intercambio de acusaciones y ataques.
Un ingrediente para tener un buen ambiente laboral es saber escuchar. Cuando damos la oportunidad al otro de expresarse abierta y ampliamente, permitiremos que desahogue sus emociones y preocupaciones, comprenderemos mejor de dónde vienen y tendremos más información para resolver el conflicto.
También repetir parcialmente lo que el otro nos dice, hacer preguntas con el objetivo de entender mejor la situación o el sentimiento del otro (por ejemplo “¿podrías explicarme a qué te refieres con eso?”) y preguntar específicamente qué es lo que le ha hecho sentir de cierto modo, pueden ser estrategias muy efectivas para que la persona se sienta escuchada y abierta a buscar una solución.
Escuchar a los hijos:
Cuando los hijos están pasando por un mal momento, una actitud frecuente de los padres es quitarle importancia para así intentar reconfortarles. Frases como “seguro no es tan grave”, “no te pongas triste, es solo un juguete”, “el que se enfada pierde”… son algunos ejemplos. Aunque la intención es calmarles, es común que sientan que no se están valorando sus emociones y que se enfaden.
En otras ocasiones, intentan ser empáticos con una frase para después completarla con un “pero” que al final anula todo el esfuerzo por entenderles y reconfortarles. Por ejemplo, si nuestro hijo está triste porque no le han invitado a una fiesta y le decimos “entiendo que estés triste, pero es solamente una fiesta”, entonces es como decirle que su emoción no está justificada y se alejara de nosotros.
Un modo de responderles para que se sientan escuchados y validados es cambiar el “pero” por “a pesar de”. Por ejemplo, “entiendo que a pesar de que es solamente una fiesta, te da tristeza que no te hayan invitado”.
Además hay que recordar que los padres son el mejor modelo para sus hijos. Cuando un niño se siente escuchado, copia el ejemplo que le han dado y empieza a escuchar a los demás.
Escuchar a alguien que está enfadado:
De acuerdo a Milee Brambleby, experta en mediación laboral, la mejor estrategia para solucionar conflictos con una persona enfadada es validar su emoción y dejar que las exprese. Por lo general a las personas no les lleva más de unos segundos o minutos calmar su enfado si no les interrumpimos y les permitimos que se expresen.
Posteriormente, cuando los ánimos se vayan calmando, podemos comenzar a hacer preguntas para entender de dónde viene su enfado e intentar resolver el conflicto.
Como ves aprender a escuchar no es difícil. Si quieres conocer más consejos para mejorar tu comunicación con los demás te recomendamos que veas este video en el que Celeste Headlee, famosa escritora y locutora de radio, propone 10 maneras para tener una mejor conversación:
Fuente consultada: How to be a good listener