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¿Qué entendemos por amor y generosidad?


Este artículo es el primero de una serie que trata el tema del amor, la bondad y generosidad. Nuestro objetivo es poder brindarte una guía completa en la que encuentres respuesta a las preguntas que te pueden surgir a la hora de educar en este valor, pautas sobre cómo cultivarlo y recursos prácticos en los que te puedes apoyar.

Si te interesa puedes descargarte la Guía Completa o leer cada uno de los artículos.

1. ¿Qué entendemos por amor y generosidad? (estás aquí)

 

¿Qué entendemos por amor y generosidad?

La bondad y la generosidad son mucho más que un conjunto de actos. Se podría decir que es una forma de caminar por la vida. Es compartir nuestros bienes materiales, nuestro tiempo, conocimientos, talentos, esfuerzo, corazón… y todo esto sin esperar nada a cambio. Es salir de nosotros mismos para conectar con los demás.

La bondad y generosidad son el motor que nos impulsa a acercarnos a los demás de una forma desinteresada buscando dar más que pretendiendo recibir. Se podrían definir como una sensibilidad hacia las necesidades de las personas y del medio que nos rodea.

No hay más que un modo de ser felices: vivir para los demás.

León Tolstoi

 

¿Por qué es importante educar en el amor y la generosidad?

Todos estamos de acuerdo en la importancia de la bondad y la generosidad. Creemos que nadie lo pondría en cuestión, pero a la hora de decidir cómo hacer que nuestros hijos sean bondadosos, compasivos y generosos habría una mayor discrepancia. Ciertamente la tarea no es fácil, y se han escrito ríos de tinta sobre ello a lo largo de todos los siglos.

Aunque la filosofía tradicional ha sostenido que el hombre es un lobo para el hombre hoy día la ciencia, cuestiona ese postulado cada vez es mayor la evidencia de que el hombre ha nacido para ser bueno.

El ser humano está programado para amar y para cuidar a los demás. Pero si esto es así, ¿por qué nos cuesta tanto ser amables y generosos con los demás? Aunque hay muchos motivos para ello, nos parece interesante destacar: las prisas del día a día que nos empujan a sobrevivir más que a vivir conscientemente, la enorme cantidad de prejuicios que tenemos, los modelos de egoísmo, la banalización de las relaciones humanas, las dosis de violencia fácil y generalizada que nos ofrecen diariamente los medios de comunicación y los estilos educativos excesivamente sobreprotectores que hacen del niño el rey del hogar.

Este último punto lo destacamos porque colmar de todo tipo de bienes a nuestros hijos, sin esfuerzo, de forma gratuita, que desde muy pequeños les lleva a considerarse el centro de atención, custodio eficaz de sus derechos, pero ignorantes y no practicantes de sus responsabilidades, haciéndoles creer que la vida es un viaje en hotel de cinco estrellas con los gastos pagados.

Sean cuales sean los motivos, esperamos que después de ver todos los beneficios que tiene practicar el amor y la generosidad, empieces desde hoy mismo a convertirlo en una forma de vida.

  • Mejora la confianza en uno mismo. Cuando somos amables y generosos con los demás nos sentimos útiles y valiosos. Comprobamos el efecto que tiene nuestro comportamiento en sus vidas, sintiéndonos a gusto con nosotros mismos y fortaleciendo nuestro autoconcepto.

  • Aumenta los niveles de felicidad. Al realizar actos de ayuda, en nuestro cerebro se liberan de forma automática ciertas sustancias, como la oxitocina, dopamina y serotonina. Estas contrarrestan los efectos del estrés y se consideran ingredientes básicos para mejorar nuestro estado de ánimo. Además, practicar la bondad y la generosidad contribuye a tener una vida con sentido. No hay mejor forma de sentirse pleno que salir de nosotros mismos para darnos a los demás.

  • Mejora de la salud en general. La liberación en el cuerpo de las hormonas o neurotransmisores contribuye a la regeneración celular, a la salud cardiovascular, y a fortalecer nuestro sistema autoinmune, entre otras cosas. La más poderosa de estas hormonas es la oxitocina, también considerada la hormona del apego y del amor. Un dato curioso que ha demostrado la ciencia es el poder de los abrazos para reducir los efectos perniciosos del estrés.

  • Fortalece las relaciones con los demás. Relacionarnos con los demás desde una actitud amable y libre de juicios permite que conectemos mejor con las personas y que se estrechen lazos sólidos y duraderos.

  • Desarrolla la gratitud. Cuando tenemos una actitud generosa y bondadosa hacia los demás y vemos el efecto que nuestros actos tienen en ellos, se nos abren los ojos y empezamos a valorar más nuestras vidas.

 

Conclusión

En una sociedad en la que se promueve el individualismo y el egoísmo, parece prioritario educar en el amor, la generosidad y la ayuda. La sociedad en ocasiones nos empuja a concentrarnos en pequeños grupos cerrados (clase social, ideología política, religión, nivel cultural…) que nos separan del resto, del que es diferente en cualquier ámbito, olvidándonos de que todos formamos parte de la gran familia humana.

Cultivemos en la familia todos estos valores. Enseñemos a nuestros hijos a mirar más allá para que puedan conectar con el mundo que nos rodea. Para amar a los demás de forma genuina sin esperar nada a cambio.

“No deis sólo lo superfluo, dad vuestro corazón.”

Santa Teresa de Calcuta


 

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